Maldita sea, a Namjoonn realmente se le estaba haciendo el tiempo eterno, cuando veía a Seokjin y no podía besarlo de nuevo. Había pasado un jodido mes desde que él peliplata le había impuesto como condición, no dirigirle la palabra. Pero rayos que era difícil. Aunque Namjoon, bien no quería aceptarlo, aquel había sido el mejor beso de su jodida vida. Incluso, cuando Sunji, lo besaba, ya no sentía nada. Por supuesto que eso lo tenía realmente preocupado. No quería darle la razón a Jin y admitir que realmente se había vuelto adicto. La idea lo consternaba demasiado y si le ponemos nombre a lo que Namjoon sentía era exactamente eso, una adicción.
Cierto día, el muchacho llegó a la escuela y al ver a Jin sentado leyendo un manga, la sangre se le congelo, últimamente, ver al muchacho era un verdadero suplicio, su miembro de inmediato vibraba y le costaba demasiado trabajo no lanzarcele encima para cogérselo ahí mismo ¿Por qué?
Como había hecho desde aquel día, ignoró por completo sus impulsos y se sentó de lleno en su pupitre, ignorando por completo a Seokjin. Y claro, como el castaño, realmente tenía un gran orgullo, también lo ignoró. Incluso, cuando Namjoon tiró su bolígrafo "por accidente" justo al pie del mayor, este ni siquiera se inmuto, tanto así que Nam tuvo que estirarse para recogerlo, mientras carraspeaba su garganta con incomodidad. Por suerte, su novia entro en el aula acompañada de sus amigas, Namjoon se levantó de su asiento y se acercó a la chica para darle un largo y lindo beso, asegurándose de que la vista fuera perfecta para Jin. Namjoon sonrió internamente, cuando sus ojos se encontraron con los del muchacho, pero su decepción fue inmediata, cuando se dio cuenta que a Jin simplemente le valía un rábano lo que fuera que hiciera.
Derrotado, se dirigió a su asiento de nuevo, esperando a que el profesor de la primera clase llegará y por fin terminará con aquel infierno. Ese día solamente compartía esa clase con Jin y en cuanto terminará podría seguir con su vida como de costumbre.
— Namjoon. — Yoongi se acercó al asiento de su amigo, con la misma expresión apacible de siempre.
El peliplata sonrió al ver al rubio acercándose tan diligente. Se acomodó en su asiento dispuesto a prestarle atención al joven.
— ¿Qué sucede viejo? — Le dijo, intentando disimular aquella sonrisa de alivió que surcaba en su rostro.
— Las clases se suspenderán el día de hoy, al parecer los profesores tienen una junta general con el comité estudiantil o la mierda que tengan que hacer, pero ninguno vendrá hoy ¿Por qué no nos vamos de locas por ahí? — Yoongi sonrió y llamo a Hoseok, quien se encontraba conversando con una de las amigas de Sunji.
Namjoon quería brincar de la felicidad, ese día no tendría que soportar a SeokJin y para él ya era demasiado bueno.
Hoseok se acercó a sus amigos, con aquella sonrisa suya tan típica. Tomó el pupitre que se encontraba aun lado de Namjoon y lo arrastro para poder estar más cerca de sus amigos. Los tres se miraron como muchachitas emocionadas y sonrieron.
— Vamos al Karaoke. — Dijeron al unísono.
— No regresemos hasta la madrugada y si vemos que no tenemos fuerza para seguir viviendo, mañana faltamos a clases ¿Qué les parece? — Yoongi se veía demasiado entusiasmado, a pesar de que no tenía ningún atributo bocal, más que aquella lengua rápida, que le servía para rapear. — Le enviare un mensaje a Taehyung y a Jimin. — El chico se puso de pie y comenzó a escribir como un loco.
— Le diré a mi princesa que nos acompañe. — Namjoon se levanto y se acercó a su novia para invitarla.
Hoseok se quedo mirando a la nada, preguntándose si sería correcto hablar con Seokjin, pues desde que le confesó que estaba enamorado de su primo, no se atrevía a dirigirle la palabra. Tragó saliva y acercó el pupitre hacia el mayor. Jin lo miró un tanto sorprendido, no sonrió ni nada, simplemente lo miró.
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Closet |NamJin BTS|
Fiksi PenggemarNamJoon es tal vez el chico más inteligente que puedas conocer. Pero eso no es todo, es el capitán del equipo de fútbol soccer de la universidad de Corea del Sur, es alto, elocuente y guapo. La promesa de la familia Kim, un orgullo inexorable y el...