Capítulo 2

4.2K 236 13
                                    

Septiembre 2013

—¡No me lo puedo creer! No me lo puedo creer… — Liza se secó otra lágrima, moviendo la punta del dedo por debajo del ojo para no estropearse el maquillaje.

—Vamos, intenta abstenerte. Hoy he superado la dosis recomendada de emociones. —Procuré reprocharle el comportamiento, pero por alguna razón, mis manos no querían dejar de abrazarla.

Nos habíamos visto por la mañana en el restaurante, pero no había sido ni el momento ni el lugar adecuado para ponernos al corriente. Ahora que habíamos vuelto a encontrarnos en la casa de mi abuela, estábamos intentando recuperar los años perdidos. Lo que se traducía en quedar abrazadas en mi antigua cama, lloriqueando como dos conejillos emocionados.

Yo tenía razones para estar impresionada. Liza me había dado una bienvenida calurosa, como si no hubieran pasado miles de días, algunos de ellos en que no hemos cambiado palabra alguna. Era un buen momento para agradecérselo, me percaté, absteniéndome en el último instante de sonarme la nariz.

—Gracias, Liz. Por todo; porque me perdonaste por no haberte dicho nada, porque te di la sensación que te había olvidado aunque no era verdad, porque me recibiste como si no nos hubiéramos separado un día. Gracias, simplemente porque eres tú. —La abracé de nuevo y nos quedamos en silencio hasta que ella lloriqueó:

—No tienes que darme las gracias, tonta. Te echaba de menos.

—Yo también. Pero si continuamos así vamos a lograr unos hermosos ojos de ranas.

—Habrá dos príncipes para besarnos y transformarnos en las hermosas princesas que somos —comentó afónica.

Suspiré profundamente.

—Me fío más del agua fría. He dejado de creer en príncipes.

—Existen y yo lo encontré —protestó, pero debe haber visto algo en mi mirada, dado que no insistió. Empezó a avisparse con las manos para ahuyentar las últimas lágrimas—. Te das cuenta que debes contarme trece años de tu vida y que no te dejaré hasta que no escuchara el más ínfimo detalle, ¿verdad?

Me reí.

—Contaba con esto. Y pido lo mismo.

—Entonces empecemos por el principio. Vi que lo viste, así que no intentes mentirme.

Solté un indecoroso bufido antes de replicar.

—¿Eso te parece lo más interesante de mis últimos trece años de vida?

—Quizá no lo más interesante, pero seguramente lo más picante. Vamos, Íria, estoy casada, felizmente casada desde cinco años —dijo tendiendo la mano para enseñarme el anillo de compromiso—. Mi vida es satisfactoria, pero necesito un buen cotilleo. Y algo bien picante para sorprender a mi marido por la noche.

—Wew —hice una mueca—. ¿Quieres revivir tu vida sexual con mi ayuda? Aparte de que me parece un poco asqueroso… o más, tengo que decepcionarte. De momento, la mía es inexistente.

—¿Han saltado chispas?

—Oh, muchas chispas —aprobé con la cabeza y me reí de su expresión esperanzada—. No has saltado, has explotado literalmente. Creo que faltaba poco y le daba un ataque de corazón por la presión arterial. No recuerdo cuando lo vi tan fuera de sí y eso que he testimoniado algunos de sus ataques.

—Bueno, supongo que es normal —comentó Liza, un pelín desilusionada—. ¿Sabía que ibas a volver?

—Esto es lo curioso. Debería saberlo. Los dos hemos firmado el contrato para publicitar su hotel. A lo mejor otra persona se encargó de los papeles o no me explico su sorpresa.

Sencillamente perfecto (SIN EDITAR) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora