Capítulo 7

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Octubre 2013 — Íria

Me tendí de espaldas y estiré las manos por encima de mi cabeza.

Curiosamente, había descansado como nunca. Era un evento curioso, ya que no lo había hecho mucho desde que había regresado y ése era uno de los motivos por el cual necesitaba acabar con el pasado. Los días me pasaban de un modo u otro, pero por las noches forcejaba entre recuerdos y pesadillas, sin decidirme cuáles eran peores. Los que me dejaban bañada en sudor frío o los por los cuales me despertaba caliente como una estufa sobrecargada.

Había dormido tan bien que el momento en que Jared se cruzó en mi mente, empecé a sonreír como boba en lugar de fruncir el entrecejo. No tenía razones para sonreír, no entendía por qué mi cerebro actuaba de modo tan sorprendente. Jared me había dejado bien claro que preferiría ser mordido por una víbora venenosa que ser besado por mí, y aun así, yo sonreía. Pero me sentía demasiado bien y decidí disfrutar del sentimiento por el rato que durara. Suponía que no sería mucho. Además, debía reconocer que la imagen de los labios de Jared era un impulso suficiente para que mis labios se curvaran. Pensé que debería hacer un cartel con la imagen de su boca en tamaño extra grande y pegarlo al techo de mi cuarto. Así me despertaría con una sonrisa cada mañana.

El tono de llamada de mi móvil me sacó un gemido fastidiado. Vamos, no quería despertar del todo aún. Se estaba tan bien entre las fantasías.

Hasta que el identificador de llamada puso Jared en la pantalla y me transformé en una estufa al instante.

—Diga —contesté, esperando que no sintiera la excitación de mi voz a través de la línea.

—Prepárate para salir al bosque. Coge tu equipo. Nos vamos al Acuario en una hora —me avisó en voz inflexible.

Me enfrié con la misma velocidad con la que me había calentado con anterioridad. Mis fantasías desaparecieron avergonzadas bajo el pesado golpe de la realidad.

—Buenos días, a ti también —repliqué, procurando imitar su impasibilidad, aun sabiendo que ni llegaría a acercarme. La pantalla borrosa del teléfono por mi respiración caliente me confirmó que era un fracaso nato—. Supongo que no tengo el derecho de opinar, ¿verdad?

—No, no lo tienes. Paso a recogerte.

Me colgó antes de poder poner una objeción inteligente. En el fondo reconocí que no tenía ninguna preparada. Batí la colcha con las manos y solté un grito descontento al cielo. Al techo en este caso.

No obstante, todavía me quedaba fuerza y ánimo después de la noche maravillosa, y decidí que iba a usarla. Jared no volvería a estropearme un día. ¿Pero qué digo? Ni un segundo iba a permitirle que me estropeara.

Preparé el equipo y salí en la calle para esperarlo. No tardó mucho, pero aun así el octubre me recibió con un frío que me caló hasta los huesos. De nuevo opté por ver la parte llena del vaso. El sol brillaba aunque no calentaba, la brisa de otoño olía genial y la alfombra multicolor de hojas muertas era un paisaje lo suficiente hermoso como para alimentar mi ánimo.

Subí apresurada al coche y dejé la mochila en el asiento de atrás.

—Hace un poco de frío, ¿no? Se acerca el invierno —comenté en lugar de saludar. No era tan ilusa como para imaginarme que Jared empezaba bien el día cuando la primera persona que estaba forzado a ver era yo.

Sencillamente perfecto (SIN EDITAR) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora