Capítulo 5

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Alba's POV.

A tercera hora, el profesor de matemáticas había faltado, por lo que decidí salir al patio para ver si estaba Sonia, o también para despejarme un poco y dejar de pensar en Carlos. Me llevé una libreta y un lápiz para dibujar, escribir o sólo hacer rayas sin sentido mientras que pasaba el rato. Me senté en un banco a la sombra de un árbol y coloqué la libreta encima de mis piernas. Empecé a dibujar la silueta de una persona, todo era oscuro, no había ningún espacio en blanco. Tracé varios círculos y líneas creando las figuras de varios chicos y chicas señalando a la chica con expresiones de diversión y odio. La chica los miraba a todos con tristeza y esperanza de poder vengarse de ellos algún día.

De repente, una chica se tropezó y me tiró la libreta al césped, mojándola debido a que el césped estaba húmedo. Al levantar la cabeza, pude ver a Marta, la novia de Carlos mirándome con una expresión de diversión, como en el dibujo.

—¡Oh! ¿He tirado tu libreta al suelo? Lo siento, toma —se agachó y la cogió descuidadamente, rompiendo la hoja—Ay, qué torpe soy, de verdad. Toma, te doy otra —dijo abriendo la libreta por en medio, y arrancó otro dibujo. Me los entregó y se fue de allí como si nada.

Al ver el dibujo que había arrancado, mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas. Representaba la imagen de una chica abrazando a un chico, más bien a mí y a mi hermano. Él me ayudó a dibujarlo unos días antes de que se marchase a Inglaterra a estudiar. Desde que él se fue, hace dos años, las cosas empezaron a cambiar en mi familia. Mis padres empezaron a pasar de mí, porque según ellos yo era lo bastante mayor como para cuidarme yo sola. Cuando estaba mi hermano, me quedaba con él la mayoría de las tardes, le contaba mis problemas y él me escuchaba sin ningún problema. Aunque me pasaba cinco años, nos llevábamos genial.
Tapé mi cara con mis manos mientras negaba con la cabeza. ¿Por qué me tenían que hacer esto a mí? ¿Qué les había hecho yo? Vale, rechacé a Carlos una vez, pero eso no era motivo para que todos sus demás amigos se empezasen a meter conmigo.

Alguien me tocó el hombro y me giré para ver de quién se trataba. Pensaba que sería Blas, Carlos o alguien relacionado con ellos, pero no fue así. Era Sonia, tenía hecha una coleta, estaba algo sudada pero aún así se veía preciosa y estaba botando una pelota de baloncesto.

—Hola —sonreí, cerré la libreta y la dejé a un lado en el banco.

—Hola, ¿qué tal la mañana? —preguntó sentándose a mi lado.

—No ha estado mal —me encogí de hombros y giré mi cabeza para mirarla— ¿Y la tuya?

—Bien, he estado entrenando. Se me nota, ¿no? —dijo abanicándose con una mano.

Me reí y asentí con la cabeza.

—Sí, un poco sí —ella se río y se pegó más a mí, dándome una especie de abrazo.

—¿Jugamos un poco hasta que toque el recreo? —propuso, y yo negué con la cabeza.

—No, yo no sé jugar. Si quieres puedes jugar tu y yo... No sé, yo te miro.

—¿Qué dices? No seas tonta anda, ven a jugar —dijo cogiéndome de la mano, arrastrándome hasta la cancha de baloncesto.

—Sonia, yo...

—Tú, ¿qué? —me miró a los ojos fijamente y yo miré al suelo.

No quería que Sonia se enterase de qué es lo que me pasaba y que dejara de hablarme, pero mucho menos quería que me vieran con ella y también le hicieran lo mismo que a mí.

—Nada...

Sonia sonrió, se acercó a mí y dejó un beso húmedo en mi mejilla. Empezó a botar el balón y flexionó las rodillas, supongo que para prepararse para correr o algo. Hice lo mismo que ella e intenté quitarle el balón, pero claramente ella sabía más de baloncesto que yo, por lo que me esquivó y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en la punta de la pista, mirándome con una expresión divertida.

—Venga, ¿estás embobada o algo? —me gritó botando el balón.

Bueno, sí que estaba algo embobada mirando cómo se movía y cómo sonreía. Esa chica era preciosa y apuesto lo que sea a que cualquier chico o incluso chica daría cualquier cosa sólo para estar cinco minutos con ella... Al menos, eso haría yo.
No sabía lo que sentía por ella, de hecho no sabía ni su apellido, pero había llegado en un momento delicado de mi vida, -aunque tampoco habría sido muy difícil no hacerlo- y por la forma que me trataba y se dirigía a mí me estaba haciendo darle un cariño especial.

—No, es que hoy estoy un poco... Rara, no sé. ¿Podemos sentarnos en un banco y ya está? —le pedí, y ella asintió con la cabeza, tiró el balón al suelo y vino hacia mí, pasando un brazo por encima de mis hombros.

—Claro, ¿pasa algo? Me puedes contar lo que quieras, yo te escucharé —me dijo, y yo sonreí mirando al suelo.

—No, qué va —mentí— Sólo estoy rara, nada más.

Ella me miró asintiendo con la cabeza no muy convencida de lo que acababa de decir.

—Bueno, como tú quieras. Ya sabes, si necesitas desahogarte, aquí me tienes. Ah, y si necesitas ayuda, aquí estoy yo también. Como me entere de que te pasa algo y no me has avisado, te la cargas —me advirtió señalándome con el dedo índice.

Me encogí de hombros algo intimidada y nos sentamos en el banco de antes. No sabía de qué hablar, pero menos mal que Sonia estaba allí para sacar tema de conversación:

—Bueno, cuéntame tu historia.

—¿Mi historia? —arqueé una ceja.

—Sí, tu vida, ya sabes... Soy muy cotilla —reímos.

—Bueno, eso después de que tú me cuentes la tuya —le guiñé un ojo y ella se rió.

—Bueno, me llamo Sonia Gómez, nací el veintiocho de julio en Sevilla... Siempre he sido una chica poco... ¿Normal? Como ves, me gusta mucho el deporte, y según mis amigas del colegio eso era de chicos. Mi infancia no fue fácil, porque... —hizo una pausa, miró al suelo y luego miró hacia delante con la mirada perdida— Nunca supe nada de mi padre. Supongo que por eso me gusta el deporte y me dicen que parezco un tío, porque me pasaba todos los días con mi hermano y mi antiguo mejor amigo, antiguo... Se llamab- —el timbre la cortó y me dejó con la intriga.

¿Cómo se llamaba aquel chico? Estaba asustada por las posibles opciones que se me pasaban por la cabeza.

Light & Dark - (Albonia, Sweet California)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora