Capítulo 9

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Sonia's POV

—¿Alba...? —pronuncié su nombre mientras me acercaba lentamente a ella.

Levantó la cabeza y rápidamente se secó las lagrimas que corrían por su precioso rostro.

—¿Q-qué pasa? —musitó levantándose del suelo.

—Ya es jueves, no has ido a al partido... Además, me he encontrado esto por ahí tirado —dije, y le extendí el cartel que me hizo hace unos días para apoyarme.

—Ah... Gracias por cogerlo, puedes quedártelo —dijo y intentó esquivarme para salir de allí, pero yo hice que nuestros hombros chocaran para que dejase de andar.

La cogí de la muñeca bruscamente y la llevé hasta el final del baño. Allí, hice que me mirara y luego suspiré.

—Alba, esto te duele a ti tanto como a mí, ¿no lo entiendes? —cogí su cara entre mis manos y la acerqué a la mía— No me gusta ver a la gente sufrir. ¿Crees que eres una excepción? No hay cosa que me dé más rabia en este mundo que ver a alguien haciéndole daño a otra persona. Sé que eres una persona increíble y que aún tienes que decir y hacer cosas, muchas cosas. Por favor, dime quién te está haciendo esto —señalé su cara— Ya no te prometo que no les voy a hacer nada. Cuando te conocí tenías marcas también, pero han ido aumentando y a peor con los días. ¿¡QUIÉN COÑO TE HACE TODO ESTO?! —grité, y ella se estremeció.

—No puedo decirte quién...

—¡SÍ PUEDES! DÍMELO, JODER —le exigí— Como no me lo digas en menos de veinticuatro horas, te juro que no te vuelvo a hablar en mi vida.

Intenté salir al pasillo, pero su mano rodeó mi muñeca, parándome.

—¿QUIERES SABERLO? —esta vez fue ella quien gritó, asentí con la cabeza.

Suspiró y se mantuvo unos segundos callada, hasta que decidió hablar:

—Te voy a contar mi historia... Todo empezó cuando uno de ellos me pidió salir y le dije que no. Todo el mundo empezó a insultarme y a hacerme sentir inferior a ellos. Mis amigas dejaron de hablarme cuando me prometieron que nunca harían algo así. Las cosas en mi casa iban bien hasta que mi hermano tuvo que irse a Inglaterra a estudiar. Mis padres empezaron a pasar de mí con la escusa de que era mayor, pero yo sólo era mayor para lo que ellos querían. No podía tomar decisiones por mí misma, mi vida dependía y depende de ellos, no tengo libertad y además me tratan como el puto culo.

—Joder, eso es... —intenté hablar, pero ella me tapó la boca con su mano.

—Cállate, déjame hablar. Ah, ¿y sabes por qué me pasa todo esto? Porque sí, quizás no te lo creas y pienses que estoy de coña, de ti depende... Pasa todo esto porque soy lesbiana. No, no me gustan los hombres, ¡pero eso es lo que consiguieron ellos! ¿Cómo quieren que me gusten si para lo único que me quería era para presumir de chochete delante de sus amigos? Y bueno, que los gilipollas que me hacen esto son Carlos, Blas y Marta. Sobre todo, Carlos. Supongo que los conoces.

Me quedé de piedra al escuchar una historia tan impactante de golpe, y ya casi no podía ni respirar cuando me dijo que era lesbiana. Bueno, y cuando me dijo quiénes eran los culpables de esa terrible historia estaba que echaba humo.

*     *    *

—¿¡DÓNDE ESTÁ!? —volví a empujarlo contra las taquillas mientras que con una mano lo sujetaba de cuello, apretando.

—¡Que no lo sé! —gritó.

—¡AYER LA POLICÍA FUE A CASA DE SUS PADRES Y LLEVO TRES DÍAS SIN SABER NADA DE ELLA! —apreté aún más el agarre— ¡DIME DÓNDE ESTÁ O TE JURO QUE TE AHOGO AQUÍ MISMO!

—¡Para, para! ¡Lo vas a matar! —exclamó una voz femenina detrás de mí.

Me giré sin soltar al rubio y vi a María, la profesora de inglés fatigada seguramente de haber venido corriendo.

—¿Qué quiere? —solté— Estoy ocupada.

—¿Estás buscando a Alba Reig? —preguntó, y asentí con la cabeza— Está en el hospital.

Nada más oír eso, solté al chico y éste se frotó el cuello mientras gemía de dolor.

—¿Que está dónde? —me acerqué a ella a paso lento y tragó saliva.

—E-en el hospital. Al parecer, alguien le ha dado una paliza y de las buenas... La pobre está que no se tiene de pie —la profesora era de unos treinta y pocos años, por lo que me miró con ojos comprensivos mientras que a Carlos lo miraba con tristeza y rabia.

—¡Yo te mato! —le grité en la cara al chico, después mi puño fue directo a su nariz, haciendo que sangrara.

—¡Para, por favor! —exclamó María agarrando mi brazo—Está en la habitación doscientos veintidós —dijo—Cuando acaben las clases, puedes ir a visitarla, y...

Negué con la cabeza. Estaba claro que no iba a aguantar dos horas y media más allí dentro cuando podía estar con Alba. Salí de allí corriendo, pero de repente salió el director y me paró.

—¿Dónde crees que vas? Tú ahora a tus clases, luego ya haz lo que quieras —dijo de brazos cruzados.

Miré hacia atrás, estaban María y Carlos así que no tenía escapatoria. Gruñí y entré a mi aula.

Esto no quedaría así.

Light & Dark - (Albonia, Sweet California)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora