Zoey Mi primera clase

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Tan pronto como Cora besó a Josh para despedirse, diciéndole que se divirtiera en la práctica de fútbol, se volvió hacia mí, repentinamente seria. -Por lo tanto, mi próximo tratamiento de diálisis comienza en cuarenta y cinco minutos. Toma una media hora llegar allí. ¿Quieres venir conmigo o no?

Al principio me asombró la forma directa y sin emociones en que me preguntó. Cuando por fin pude recuperarme, asentí vigorosamente. -S-sí, por supuesto.

-Entonces date prisa. Salimos en diez.

La mujer conducía como loca. Lo que le llevó media hora para llegar al centro de tratamiento, probablemente le hubiera tomado a una persona normal cuarenta y cinco minutos. Habló por su teléfono de amigo en amigo durante todo el camino, diciéndole a cada uno de ellos que me llevaba de compras.

Me mordí el labio, preguntándome por qué sentía la necesidad de mentir. Cuando tuvo que colgar para encontrar un lugar donde estacionar en el centro, no pude evitar decir-: Debe ser agotador tener siempre cosas que decirle a la gente. ¿Alguna vez te quedas sin razones por las que te vas?

-La gente pensará que asisto a clases el martes y el jueves, y los sábados... -Se encogió de hombros-. Me mantengo lo suficientemente activa, para que nadie lo ponga en duda.

Asentí, pero seguía confundida.

Los técnicos se sorprendieron de verme entrar con Cora.

-Por fin conseguiste un sistema de apoyo, ¿eh? -preguntó una mujer con un gesto de aprobación.

-¿Podemos comenzar ya?

Me enteré de que Cora evitó la opción de hemodiálisis en casa, donde podría haber llevado una máquina a su apartamento y aprendido a tratarse varias veces al día. En lugar de ello, optó por la hemodiálisis en el hospital donde un profesional capacitado administraba el tratamiento y ella solo tenía que ir tres veces a la semana los martes, jueves y sábados al mediodía.

Cada tratamiento duraba de tres a cinco horas. No tenía ni idea de cómo se las arreglaba para esconderse cuatro horas al día tres veces por semana de todos sus amigos, Josh en especial, pero parecía decidida a asegurarse de que nadie más se enteraba.

-Vamos a enviar a tu dietista a hablar contigo mientras limpian tu acceso -anunció, el primer chico en reunirse con ella.

-¿Acceso a qué?

Cora me miró, su expresión suave. Se veía tan tranquila y serena, mientras que mi corazón no se calmaba. Me preocupaba todo lo que iban a hacer con ella.

-El acceso a mi fístula -dijo finalmente.

-Oh. -Asentí. Pasaron cinco segundos. Y luego no pude contener mi curiosidad un segundo más. Me incliné de nuevo-. ¿Qué es una fístula?

Suspiró y levantó su brazo para exponer la parte interior plana que tenía tan cuidadosamente cubierta con corrector ayer antes del lavado de autos. -Es este tubo que implantaron aquí para acceder a mi sangre y lo colocan en la máquina de diálisis para limpiarlo.

Con un trago, me quedé mirando su brazo, sin darme cuenta de que tenía algo implantado quirúrgicamente bajo su piel. Tuvo que pasar por un montón más de lo que sabía por sus tratamientos de diálisis. Pero tan pronto como tuviera el trasplante, nunca tendría que preocuparse por ellas de nuevo.

-Policía de la comida. -Una voz alegre me sacó de mis pensamientos. Cuando una mujer pequeña y vivaz saltó hacia nosotras, miró a Cora antes de volver su atención a mí.

-Melissa -saludó, tendiéndome una mano-. ¿Y tú eres?

-Uh... Zoey. -Le di la mano-. La amiga de Cora.

Sweet Love-- Joshua KimmichDonde viven las historias. Descúbrelo ahora