5;(Rueda de la fortuna)

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Diciembre; viernes 18:47 pm.


El cielo se encuentra cincelado de franjas anaranjadas fundiéndose lentamente al gris cutre, con pulpas algodonadas de nubes blanquecinas. Joonmyeon se da una última mirada en el espejo y supone que está acorde al evento, con su traje oscuro impecable, con su abrigo largo y elegante.

Da un profundo suspiro para tratar de relajarse, su nerviosismo es un extraño al igual que su ansiedad y lo están frustrando con el pasar de los minutos.

Toma sus gruesos guantes y su oscura bufanda de los pies de su cama para salir de su departamento con dirección a la puerta donde tomaría un taxi porque le es aún más cansador pensar en manejar y siente no tiene el ánimo para ello.

La ciudad se va oscureciendo a cada metro que avanza el taxi y Joonmyeon se deleita con el halo alrededor amarillento de las farolas en las calles, mira la hora en su reloj y todavía está a tiempo de llegar a la segunda función del pequeño musical que sus amigos estaban montando.

Es la última noche y la primera que asistiría, las noches anteriores no había podido asistir porque la junta con sus empleados se extendió hasta muy tarde por el gran problema que tuvo con sus nuevas publicaciones y los plazos acordados y maldijo al ver todas las llamadas perdidas que tenia de sus amigos cuando las vio en casa.

Ahora solo ruega que comprendieran su falta y no le armaran una escena de la mala persona que era.

—Señor, llegamos. — El chofer informa y él asiente con un suspiro.

Sale del auto y rápidamente saca del bolsillo escondido de su abrigo su cartera para cancelar la carrera que al terminar de entregarle el pago al hombre su vista se alza y sus ojos quedan prendidos en una figura parada en medio de una de las puertas del ingreso.

La otra persona viste por primera vez un largo y fino abrigo pero que con su pelo que era el mismo de siempre le da un toque diferente, aquella maraña, motas finas de hebras amarillentas que se disparan en todas las direcciones contrasta efusivamente su elegante vestimenta. Joonmyeon larga un suspiro sin sentido pensando en cómo esa persona era tan entregada a sus impulsos y sentimientos marcándolos como primordiales para él.

Joonmyeon frunce las cejas después de ver como sigue vacilante en el mismo sitio durante un momento para después girar a un costado y abandonar el lugar que nunca llega a entrar.

Los cientos de pensamientos lógicos y razonables que se le cruzan no tienen respuestas viables y tangibles. Las preguntas que querían respuestas no se terminaban de formular por su confusión.

Joonmyeon había aconsejado a su amigo de hablar con el rubio chico pero al ver la vacilación en los pasos para entrar al pequeño teatro donde se supone que su hermano daría una presentación, lo descoloco. Jongin era un joven que desbordaba simpleza, practicidad y legitimidad en sus actos y si el rubio no había entrado al lugar era por algo.

El ver el cuerpo encorvado alejarse por la acera hace a Joonmyeon cuestionarse que está pasando, no es asunto suyo pero si exponía sus sentimientos en la mesa, se involucraba de alguna manera.

Joonmyeon jamás actúa por impulso, porque se considera un hombre con su cerebro bien desarrollado y el estar pisando las huellas del moreno da como respuesta de que aquel problema de los hermanos extranjeros se debía solucionar de alguna manera por el simple hecho de que Jongdae era uno de sus amigos más cercanos que pudo tener y que Jongin era un ser que no merece nada de lo que estaba pasando, era apenas una persona que estaba empezando a vivir y calificando sus actos.

Al ver como el rubio alto se detenía junto a un montón de personas a mitad de un parque Joonmyeon también lo hace, tratando de encontrar el momento preciso de introducirse frente a Jongin y tratar de arrastrarlo con él al teatro.

Días de invierno | SukaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora