Capitulo 1 "La gran Manzana"

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Salgo corriendo como una demente al baño, las náuseas eran demasiadas. "esto solo es el comienzo"-me decía a mí misma-. Estaba lista y preparada a diferencia de la mayoría de las adolescentes de la ciudad de Nueva York, las que al parecer quería abarcarse en los panales y los biberones. Tenía veinticuatro años cuando las palabras "positivo y bebe se sumaban a mi vida. Ethan el que era mi prometido en ese entonces y yo estábamos muy enamorados aún recuerdo los sucesos que me llevaron a quedar embarazada. Él y yo fuimos invitados a una fiesta de negocios, estábamos recién comprometidos estábamos tan felices que celebraríamos nuestro compromiso por todo lo alto luego de esa fiesta. Aún recuerdo sus brazos rodeados en mi cintura sus apasionados besos que erizaban mi piel. Mi periodo tardo tres semanas después de lo sucedido lo cual me pareció alarmante para una mujer regular estas cosas no suceden a menos que tengas un desorden hormonal o estés embarazada. Las tres pruebas caseras dieron el positivo en menos de cinco minutos.

Mis padres rebosaron de alegría a diferencia de todos mis pronósticos los cuales veían a mi padre vomitando y a mi madre infartada.  A mi prometido no le había agradado la idea de un bebe ¿qué sucedió después? bueno digamos que me exigió un aborto, me negué y gracias a eso en estos momentos soy una futura madre soltera en una ciudad llena de personas que constantemente esta en movimiento.

Camino por mi pequeño apartamento, me detengo en la sala de estar. Las memorias tristes eran tantas que hacían que todo mi cuerpo de alguna manera se escandalizara. Ahora bien, tenía un mes en el que mi vida había cambiado por completo. Era un momento en mi vida en donde estaba realizada económica y profesionalmente. Mi trabajo como escritora en la revista "VOGUE", consistía en artículos sobre moda, hombres y a veces entrevistaba a una que otra celebridad hacían de este uno interesante.

Vuelvo a caminar a mi habitación, me acuesto en mi cama y agarro de mi mesa de noche una foto de Ethan junto a mí. Sus Fuertes y pálidos me abrazaban con protección, sus ojos azules me estudiaban como solo lo hacía un hombre enamorado. Realmente lo extrañaba y mi cuerpo seguía anhelando su compañía. Dejo la foto a un lado y comienzo a quedarme dormida...

Despierto con fuertes náuseas  y dolor de estómago. "Mierda que horrible es esto"-me decía- mientras tomaba mi pastilla prenatal como era de costumbre. Luego de estar duchada y lista tomo las llaves de mi apartamento junto a mi cartera. Pedir un taxi en la cuidad no era como en las películas en el que gritas ¡Taxi!; y estos aparecen. En la cuidad tenías que estar pendiente a que no te robaran el taxi. Era frustrante en este caso, mi embarazo no era apreciado. Decido caminar y tomar el subterráneo con la esperanza de llegar temprano al trabajo, como siempre este estaba completamente atestado.
Cuando por fin el tren se detiene, bajo a toda prisa, subo las escaleras y me encuentro con las grandes pantallas en "Time Square". Para un recién llegado ver este lugar era como ver otro mundo, para mí en lo personal era el sitio más incómodo en el que una persona en mi estado podía estar. Eso si el lugar era perfecto solo para compras, yo prefería la comodidad y calidez de "Manhattan". Al acercarme a mi trabajo contemplo con agrado las grandes letras VOGUE, enmarcadas como solo sale en la revista. Decido entrar y saludo a la diminuta recepcionista, una asiática que solo se limitaba a decir "buenos días".

Tomo el elevador para llegar a mi piso, el área de editores. Una mujer de altura media, piel canela, cabello ondulado color negro el cual estaba recogido en una perfecta coleta de caballo y unos ojos saltarines color miel. Ella camina y me da un cálido abrazo, su nombre era Hayle Topson la editora general y mi mejor amiga. Hayle era la típica mujer de cuidad, nos conocimos en el subterráneo hace seis años cuando mis pies pisaron la tierra prometida. Me sentía como toda una virgen al pisar la cuidad aún recuerdo lo tonta e ilusa que fui en ese entonces. Hayle me dio acilo cuando perdí mi pequeño sótano, su compañía era gratificante parecía como si tuviera una hermana mayor.
-¿Cómo estás?
-Bien un poco cansada por esto del embarazo. Nada de qué preocuparse, ¿que tenemos para hoy?
-Eso lo hablamos en tu oficina-responde comenzando a caminar en dirección a mi pequeña cueva. Allí ya sentada escucho su oferta.
-Jessica Robert-dice tomando una pausa-entrevistaras al presidente de la cadena de restaurantes europeos "Flamenco".
-Es enserio...-respondo sorprendida. Los restaurantes flamenco eran uno de los más prestigiosos, modernos y más visitados de la cuidad. "Al parecer no tendrás otro tonto artículo, fabuloso"-resoplo en mi interior- las entrevistas eran mucho más complicadas que los artículos. En un artículo puedes poner lo que tú quieras siempre, mientras que en las entrevistas tienes que publicar lo que la revista y el entrevistador quieren, volviendo el trabajo de edición más complicado.
-Sí, la entrevista es en una hora-responde ella con tranquilidad-
-¡Que!-la sorpresa era de esperarse, no tenía ningún tipo de preguntas-
Como si me hubiera leído el pensamiento Hayle me tendió un sobre amarillo, se veía mucho más emocionada que yo. Mientras abro el sobre para leer las preguntas ella va diciendo:
-Todo está coordinado se verán en una cafetería cerca de "Central Park" dentro de una hora, sé puntual. Te lo advierto que el hombre no está para compromisos." ¿Sera por decepciones? ¿O es que el hombre es un demasiado rico como para no casarse con cualquier demente que se aparecía en su camino?" "o simplemente es gay"-se pregunta mi subconsciente sin poder evitar formularse ¿qué razón tendrá para no querer relaciones?-
-Hayle estoy embarazada, por si no lo recuerdas.-respondo resoplando-
-Estamos en el siglo veintiuno eso ya no es importante
-¿Con Ethan es suficiente no crees?
En vez de responder se acercó beso mi mejilla y se fue a carcajadas de mi oficina. "Que se creía Hayle? ¿Qué me iba a gustar un hombre estando embarazada? Estaba loca-digo para mis adentros-. Mi estómago ruje en señal de hambre, a mi mente llego aquella barra de chocolate que tenía guardada en el refrigerador de mi oficina. Con la barra de chocolate en mano decido sentarme a ojear las preguntas, tenía exactamente una hora para ir arreglada y presentable.

Las preguntas eran elaboradas y profesionales ósea nada personales. Miro el reloj mientras me pongo en pie para ir al tocador. Allí suelto mí dorado cabello, dejándolo caer en ambos lados retoco mí maquillaje el cual siempre consistía de colores suaves y naturales luego de eso contemplo mi ropa: Camisa blanca, jeans negros y botas, lo habitual en mí. La chica pálida de ojos verdes y pecas en la cara me sonríe satisfecha en el espejo. Vuelvo a mirar el reloj "¡Mierda! Si no me apresuro llegare tarde"-digo-

Esto era lo malo de la cuidad, las personas caminando te impedían el paso. Respiro profundo y continuo mi camino sin tener prisa. Me detengo y abro el sobre, verifico el nombre de la cafetería "Avenida el Parque". Busco rápidamente en el área y me encuentro con unas letras en cursivo que enmarcaban el nombre que buscaba. El anfitrión, un hombre de rostro duro claramente gay me estudio con cara de pocos amigos.
-¿Qué desea?
-Estoy aquí para la entrevista...
-¡Ah! Si, si, venga por aquí-respondió el a toda prisa, esto me sorprendió. Voy siguiéndolo hasta encontrar una mesa que estaba ocupada por un hombre extrañamente joven, él se puso en pie al verme. Alto, piel canela, cabello negro azabache peinado hacia arriba y unos ojos oscuros que me estudiaban con curiosidad. Vestía una camisa verde de mangas corta que dejaban al descubierto sus pronunciados músculos, jeans negros y tenis.
-Creo que se equivocó de mesa-digo dirigiéndome a la anfitrión-
El joven comienza a reírse, mientras el anfitrión fulmina su mirada en la mía. El en cambio me tiende la mano diciendo:
-Soy Fernando De la Sierra.-Su voz escandalizo mi cuerpo como hace mucho no lo hacía. "¿qué demonios acaba de suceder?"-pregunto para mis adentros-
-¿Desea algo más?
-No gracias...-responde el cortante- "directo y preciso, interesante"-dice me digo a mi misma-le sonrió y tomo asiento.
-¿Te sorprende mi apariencia?-pregunta mirándome a los ojos-
-Solo me sorprende que no seas alguien mayor...
-¿Qué edad crees que tengo?
-veintiuno...-respondo el primer número que se me ocurre-
Eso le hace mucha gracia. El hombre tenía muy bien sentido del humor y un acento español que hacía que cualquier mujer quedara embrutecida.
-Tengo veintinueve años para ser sincero.
Su físico no aparentaba aquellos veintinueve años, al contrario, parecía más joven de lo normal. Trate de ser lo más profesional posible y comenzar con la entrevista.
-Bueno formalmente, soy Jessica Robert  y seré tu entrevistadora en la mañana de hoy.
-No tenemos que ser formales...-responde-
-Sr. De la Sierra...
-Fernando por favor...-me corrige-
-Fernando-no pude evitar sonreír- ¿Qué le motivo a abrirse paso en los Estados Unidos y porque en Nueva York?-comencé lo más rápido posible con la primera pregunta, no sabía porque pero este hombre me producían muchas ganas de no ser profesional, "Maldita seas Hayle tienes la razón el hombre es guapo"-digo para mí-
-Simple, quería demostrarle a mi familia que puedo llegar hacer alguien sin tener estudios universitarios-"Así que era la oveja negra de la familia"-pienso- además la gran manzana siempre me ha parecido atractiva y libre.

Fue una entrevista corta pero interesante. Cuando terminamos me salí un poco de mi trabajo y charlamos acerca de nosotros. El venia de una familia de adinerados políticos, tenía dos hermanos y estuvo casado dos años con una francesa que prefería estar largas horas en un bar prostituyéndose a escondidas que pasar una noche acostada con su marido. Antes de irme él se tomó el atrevimiento de besar mi mano y poner en ella su tarjeta de presentación.
-Puedes llamarme, no hago esto muy a menudo porque como ya sabes ya no confío en las mujeres pero tú pareces ser diferente. Puedes llamarme sin necesitas llorar o reír o simplemente para tomar una copa de vino.
Sonrió y tomo su tarjeta y le doy la mía.
-Lo mismo digo...-respondo-
Ahora entendía porque no era un hombre de compromisos. Le habían hecho una de las más grandes bajezas que se le puede hacer a un hombre. "¿Pero qué mujer en su sano juicio le seria infiel a esta ricura de hombre?"-pienso-  yo no podía permitirme que me gustara, estaba embarazada y eso era motivo suficiente para tenerlo como solo un amigo.

Ya en el trabajo deje el borrador de la entrevista en el escritorio de Hayle. En mi oficina yo comencé a leer para matar el tiempo mientras mi mejor amiga verificaba la entrevista. Pasaron treinta minutos cuando Hayle entro a mi oficina con la edición final para que yo lo pasara a computadora, sonríe satisfecha y se va.

Ese era mi ponchador, después de terminar un artículo o una entrevista ella lo verificaba hacia sus correcciones me lo entregaba y entonces yo comenzaba a hacer de las mías en la comodidad de mi apartamento, luego lo enviaba a su email destinado a la publicación. No sabía para que tenía oficina, la mayor parte del tiempo la pasaba en mi apartamento. Eso era lo mejor de mi trabajo que solo tenía que ir a mi oficina solo una vez al mes.

Tenía tiempo para dormir, salir de compras, estar con amigos, ver televisor y más ahora que estaba embarazada, mi cuerpo pedía la cama a gritos. Tomo mi cartera y entonces.
-¡Mierda! Donde caramba ha caído mi celular-digo en voz alta-

Trato de calmarme pensando que está en mi mesa de noche y suprimo aquella preocupación. Me despido de Hayle y salgo calmada del  edificio, decido caminar a pie, quería ver ropa de bebe. Mi atención se enfocó en la ropa de niño, miro un hermoso top para niño y sobo mi vientre con ternura. La primera vez que fui al ginecólogo fui con Hayle. Ella estaba llorando junto a mi mientras escuchábamos el corazón de mi bebe, además de eso lloraba por lo descarado que era Editan quien no asistió ese día tan importante. Mi próxima cita seria el próximo 29 de septiembre, ése día cumpliría oficialmente mi segundo mes. Como me había enamorado tanto de aquella ropa la compre y andaba por las calles de la cuidad mostrándole al mundo lo feliz que estaba en mi estado. Llego a mi apartamento y tomo mi correspondencia, camino hasta la sala en donde me quito mis botas y con una taza de Coca-Cola abro mi correspondencia
-Correo basura...genial-resoplo-
Facturas de agua, luz, renta, celular e internet era lo que había inundado mi buzón esa tarde. Dejo las cartas tiradas y mis pies me llevan a la cocina. Allí decido prepararme algo suave: papa azada junto con patatas fritas. Luego de haberme llenado completamente  las náuseas no se hicieron esperar. Mientras lavaba mis dientes el timbre dio sus primeras campanadas "¿Quién demonios es?"-pienso-
No podía ser Ethan él estaba en San Francisco haciendo negocios para la exportación de sus vinos. Estaba claro que él no quería saber nada de mi o de su hijo. Al llegar a interlocutor pregunto.
-¿Quién?
-Fernando. Fernando De la Sierra-me sorprende aquella voz europea. "¿Qué hacía aquí en primer lugar y en segundo como había descubierto en donde residía? Mi tarjeta de presentación solo llevaba el teléfono de la oficina y la dirección física de VOGUE"-digo para mis adentros- Mientras mi mente sigue preguntándose cómo demonios había llegado hasta aquí unas extrañas corrientes eléctricas invadieron mi columna vertebrar haciendo que me mareara. Logro tomar compostura y contesto
-Puedes. Pasar...-dije apretando el botón verde para abrirle la puerta. Salgo corriendo hasta mi habitación para ponerme unos jeans y unas bragas. La puerta comienza a sonar, mi corazón da un salto de sorpresa, nerviosa y con los latidos a mil por hora abro la puerta. Esta vez vestía como todo un empresario, se veía apeteciblemente sexy. Con una perfecta sonrisa, muestra mi celular en su mano izquierda. "Caray se había quedado en la cafetería, Jessica Robert eres toda una despistada"-me regano-
-Gracias creí haberlo perdido, primero que nada ¿cómo supiste en donde vivía?-pregunto sorprendida de haber sido tan rápida-
Él sonríe mostrando sus perfectos dientes y con su acento europeo responde:
-Tengo mis maneras Jessica...
-Sr. De la Sierra...
-Fernando...-vuelve a corregirme-
-Fernando. Recuérdeme darle las gracias por el gesto-respondo un poco atónita-
-¿Quieres pasar?-añado mirando y pensando en lo descortés que era no invitarlo a pasar-
-Si-responde coquetamente-
El hombre intentaba seducirme y lo peor era que lo estaba logrando. Aquellos misteriosos ojos oscuros me dejaban con ganas de saber más. No era de las mujeres que le gustaba alguien así de rápido, a lo mejor estaba así por las hormonas, en estos últimos días comenzaba a ponerme caliente. Respiro hondo y veo como Fernando camina hacia la sala y toma asiento.
-¿Quieres algo de comer?
-No gracias aunque te aceptaría una copa de vino
"Mierda me había desecho del vino hace semanas"-pienso-
-No tengo, lo siento...
-Tranquila entonces sírveme un vaso de agua
Asiento saliendo disparada a la cocina a servirle el vaso de agua.

-¿Entonces viniste solo a darme el celular?-pregunto tomando asiento nerviosa-
-¿Ya quieres que me vaya?
-¡No!-grito vergonzosamente-para nada Fernando solo era una pregunta
-Sinceramente no. Vine también a invitarte a uno de mis restaurantes para que pruebes mi comida. Porque no entiendo como todavía una neoyorquina no ha visitado uno de mis restaurantes.
-No he tenido tiempo en estos días- en realidad no había tenido tiempo en las anteriores tres semanas solo había estado dormida, comiendo, vomitando y llenando un armario completo de ropa para bebe.
-Pues espero que tengas tiempo ahora
-¿Ahora?
-Claro Jessica no tengo nada que hacer o ¿tú tienes algo que hacer?
-No para nada, pero puedes darme quince minutos en lo que me arreglo.
El comienza a reírse, era una risa contagiosa y seductora.
-Está bien.

Me visto rápidamente traje lila, chaqueta y tacones. Probablemente no podría usar tacones dentro de varios meses pero mientras aprovecharía y los usaría. Maquillo mi cara como es lo habitual y recojo mi cabello. Mientras me doy una mirada rápida en el espejo miro un pequeño bulto en mi vientre. Esto no era normal se supone que en el primer mes de embarazo no se note absolutamente nada, algo no andaba bien pero ahora no quería volverme loca con mi crecimiento solo quería salir con Fernando. No han pasado ni veinte minutos cuando salgo a la sala y los ojos de él me miran con asombro.

La sangre sube a mi rostro. "Hace mucho que nadie te mira de esa forma"-dice mi subconsciente sonriente- realmente estaba abastecida de comida pero quería saber más sobre él. Aquellos labios carnosos abrieron paso a una sonrisa
-¿Nos vamos?
Asiento tomando las llaves y mi cartera, abajo nos esperaba un porche color gris-
-Puedo pedir un taxi-digo sorprendida-
-No, yo insisto en que nos vallamos aquí-responde señalando su porche-
No digo nada y me limito a montarme en el auto con él.

De camino a Brooklyn, íbamos charlando acerca de cómo habíamos llegado a amar la cuidad y gustos musicales. Al llegar al restaurante localizado en el centro de Brooklyn, me sentía un poco nerviosa
-Esto no es una cita Jessica cálmate-me repito en mi interior mientras él me ayuda a bajar-
La palabra "FLAMENCO" estaba enmarcada en letras luminosas. Entramos y la anfitriona una mujer alta, piel canela cabello marrón y unos ojos saltarines que me estudiaban con desdén para luego caminar hasta Fernando y besar ambas de sus mejillas.
-Jessica te presento a una muy buena amiga ella es Patricia.
-Encantada Jessica-dice tendiéndome la mano-
-Igual-me limito a responder-
-Por favor podrías conseguirnos una mesa
Ella asintió y puso una expresión que ya había visto antes. Estaba celosa de mi podía sentirlo, las mujeres tenemos algo que se llama instintos y los míos estaban muy bien desarrollados. El tema del restaurante era las noches en las afueras de los castillos de España. Era así como entrar a un castillo medieval en la era moderna. Al llegar a la mesa Fernando halo la silla para que yo me sentara. Luego de que el tomara asiento un mesero que al parecer rondaba por los dieciocho años de edad nos tendió el menú. Era un menú bastante típico de la comida española. Ordene conejo con tomate junto a jugo de naranja. El mesero se limitó a decir: "buena elección señorita". Mis ojos se encuentran con los de Fernando quien me miraba con curiosidad
-¿Que tengo?
-Tranquila es solo que tus ojos verdes son preciosos
-Gracias-me ruborizo- pero ya sé por dónde vas no soy una fácil a la que puedes llevar a la cama-
Me mira con asombro
-¿Quien dijo que quiero hacerlo?
"Mierda yo y mi bocota"-pienso- ese era uno de mis mayores problemas, decía las cosas sin antes pensarlas-
-Lo siento...no pensé...
-Tranquila la fama de gigolo me la he ganado...
Me reí por su respuesta, me sentía cómoda aquí sentada junto a él, hacía mucho tiempo que no sentía este tipo de comodidad con un hombre.
-Y qué te parece el lugar
-Muy original-respondo-
-Me inspire mucho en mi país. La España de Rey Felipe II era algo fascinante así que traje un poco de la época y tradiciones a la gran manzana.
-Eso es perfecto...-respondo fascinada por su acento español-
-No pongas eso en la entrevista-dice echándose a reír-
-No lo hare-respondo ruborizándome otra vez-

Fue una cena en la que disfrute mucho el plato típico de España "paella que consistía en una mescla de carne y mariscos sería un plato que jamás olvidaría. En el camino a casa descubrí lo chistoso que podía ser Fernando, había logrado quererlo tener en mi vida, aunque solo fuera como amigo. El mayor impedimento para tener o si quiera pensar en el como algo mas era mi embarazo, no sabía tampoco que el pretendía conmigo, esto hacia más difícil la situación.
Llegamos frente a mi apartamento.
-¿Por qué saliste corriendo después de la cena? ¿Fuiste al tocador?
Se dio cuenta-me apunta mi subconsciente con la mano en la cabeza- tenía que mentirle no estaba listo para saberlo, no quería que me dejara no tan pronto no ahora. Así que use la mentira más usada por las mujeres para no decir que estaban embarazadas.
-Mi periodo...
Eso lo mantuvo bastante callado para no volver a preguntar.
-¿Te gustaría salir mañana?-pregunta al cabo de diez minutos de silencio absoluto-
-Claro, ¿porque no?
-Dímelo tú...
-Fernando-digo en tono burlón-
Abro la puerta y entonces él me toma del brazo, besa mi mejilla con delicadeza. Unos labios dulces al tacto. Mi cuerpo volvió a escandalizarse.
-Gracias Jessica...
-De nada Fernando la noche estuvo excelente-digo cerrando la puerta-
Mientras camino hasta la puerta del apartamento me doy cuenta que el sigue ahí mirándome por un momento quedo hipnotizada "¿Qué demonios crees que haces?"-le pregunto mentalmente- y el solo me responde con una sonrisa seductora y luego se va.

Las siguientes semanas fueron muy entretenidas. Fernando y yo cenábamos todos los días, mientras que yo seguía engordando y las náuseas se hacían presente con mucha más frecuencia. Mis vestidos comenzaban a apretarme. Este cambio repentino comenzaba a asustarme. Mis días no habían cambiado mis noches se hacían largas, limpiaba mi apartamento y salía de compras. Poco a poco me fui dando cuenta de lo mucho que me gustaba Fernando, por desgracia esto era algo que no se podía evitar.
Esa noche del lunes llegamos riendo.
-Me gustas Jessica y mucho...-dice sin rodeos-
-Tú también me gustas Fernando-respondo sorprendida de como esas palabras salían de mi boca-
-Y lo más extraño es que no te veo como una aventura, veo una mujer con la que me gustaría entablar una relación, llegue a perder la confianza en las mujeres hasta que te conocí. Tu sencillez y seguridad me gustan, tu honestidad es algo que me motiva a verte más. No temes ser tu misma.
-Fernando yo...-respondo con la boca abierta, este hombre veía cosas en mí que hace mucho pensé haber perdido pero no seguían estando ahí. No me había perdido a mí misma gracias a Dios solo había quedado embarazada un detalle que el aun no sabía.
-No digas nada...-dice acercando sus carnosos labios a los míos. Mis manos se aferran con temor a su cuello mientras que el me rodea los brazos en mi cintura con suavidad. Mis labios tocaron los suyos con ternura. Fernando besaba como todo un experto, lento suave y deleitándose cada parte de mi boca. Mi corazón latía de excitación, esto era perfecto. Al terminar, el me abraza y vuelve a besarme.
-¿Quieres que suba mañana?-dice recuperando el aliento-
Asiento volviéndolo a besar. Volvemos a jugar al juego de las miradas el veía como abría la puerta del apartamento sin dejar un solo minuto de sonríeme. La sangre sube a mi rostro.
Despierto sobresaltada por culpa de un dolor en la parte baja de  mi abdomen. Asustada llamo a Hayle
-¿Hola?-dice con voz ronca-
-Necesito ir a un hospital...
-¿Pero estas demente? ¿Qué sucede?
-Me duele demasiado...



El reloj marco las cuatro de la madrugada cuando llegamos al hospital. Las enfermeras fueron rápidas conmigo. Tomaron muestras de sangre y no dejaban de vigilar mis vitales. Me mantuve acostada en una camilla fría y dura junto a las malditas barandas elevadas. Me sentía como un experimento de laboratorio. Hayle tomaba mi mano y no dejaba de acosar a las enfermeras con preguntas acerca de mi salud y la de mi bebe.
-Eres la mejor...-digo dándole gracias a Dios por tenerla como mejor amiga-
-Eres mi hermana Jessica-dice sonriéndome cálidamente-
-Como se lo diré a Fernando-digo pensando en mi nuevo amigo especial Fernando, ahora que nuestra relación había pasado a un nivel diferente no quería echarme para atrás.
Hayle estaba enterada de todas nuestras salidas.
-Hayle...anoche nos besamos y hoy quiere subir a mi apartamento
-¡¿Se besaron!? Eso sí es un adelanto-dijo sonriendo sorprendida-
-¿Qué demonios voy hacer? Nunca debí que esto llegara a mas mierda Hayle!-respondo con los ojos llenos de lágrimas-
-Jessica tienes que calmarte...-me regana mi mejor amiga-
Mi ginecólogo llega, el Sr.Normandie un hombre que rondaba los cincuenta años, me trasfiere a una sala de sonogramas. Comienza a acosarme con preguntas que a mi entender eran tontas.
-¿Le ha dolido la cabeza en estos días?
-No
-¿Su visión ha sido borrosa?
-No
-Bien entonces le hare un examen de sangre completo, vamos a ver cómo va el feto.
¡Oh mierda! El maldito sonograma Trasnvaginal. El doctor me había explicado que mi embarazo solo llevaba semanas y que el sonograma trasnvaginal se utilizaba para los comienzos del embarazo y para vigilar amenazas de aborto y otros problemas.
La enfermera le tiende el aparato alargado y él lo introduce. Estaba frio.
-Veamos...-dice mirando la pantalla color sepia, miro su expresión primero arruga el rostro y luego abre los ojos como platos.
-Que sucede con mi bebe doctor...-pregunto con miedo en mi voz-
-Hay dos latidos...
-¿Qué significa?-pregunto asustada mi bebe con algún problema respiratorio no podía ser-Hayle comienza a reírse a carcajadas, de que te ríes estúpida!
-Jessica pero serás tonta...-responde-

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