Capitulo 2:
Para Miley, ser modelo no era una pasión sino un trabajo. No había ido a Nueva York en busca de un sueño de fama y glamour, sino con la resolución de tener éxito y de ganarse la vida. La elección de trayectoria profesional había parecido inevitable, dado que poseía una gracia y un aplomo naturales, además de un físico espléndido. Su cabello Castaño y sus marcados pómulos le daban un aire de exótica fragilidad. Sus ojos grandes, de largas pestañas y de un profundo color azul con verde, constituían un atractivo con-traste con su dorado cutis. Tenía unos labios gruesos y bien formados, que esbozaban una hermosa sonrisa a la menor provocación. Además de su esplendorosa belleza contaba con una fotogenia innata que contribuía a su éxito en el mundo de la moda. La habilidad para componer un amplio abanico de poses para la cámara era algo natural en ella y no le suponía esfuerzo alguno. Después de que se le dijera el tipo de mujer que tenía que reflejar, Miley se transformaba en ella inmediatamente. Sofisticada, sensual..., lo que se requiriera.
Tras entrar en su apartamento, se quitó los zapatos y hundió los pies en la suave moqueta de color marfil. No tenía ningún compromiso aquella noche, por lo que estaba deseando prepararse una cena ligera y pasar unas horas de sosiego en su hogar.
Treinta minutos más tarde, envuelta ya en una vaporosa bata azul, estaba en la cocina preparándose el festín de una modelo: una sopa y panecillos sin sal. Entonces, el timbre de la puerta interrumpió aquella cena tan poco digna de un gourmet.
—Hola, Mandy -dijo saludando a su vecina del otro lado del pasillo con una automática sonrisa—. ¿Te apetece algo de cenar?
Mandy Jiroux arrugó la nariz con un gesto de desdén.
—Prefiero engordar unos cuantos kilos que morirme de hambre como tú.
—Si me dejo llevar por la gula demasiado a menudo —afirmó Miley mientras se golpeaba el liso vientre-, no haría más que importunarte para que me encontraras un empleo en ese bufete en el que tú trabajas. Por cierto, ¿cómo le va al joven y prometedor abogado?
—Mark ni siquiera sabe que estoy viva —se quejó Mandy mientras se desplomaba sobre el sofá-. Estoy desesperada, Miles. Creo que es posible que pierda la cabeza y que lo asalte en el aparcamiento.
—Eso carece de clase —replicó Miley—. ¿Por qué no intentas algo menos dramático, como ponerle la zancadilla cuando pase al lado de tu escritorio?
-Eso podría ser lo siguiente que haga.
Con una sonrisa, Miley se sentó también y apoyó los pies sobre la mesita de café.
— ¿Has oído hablar alguna vez de Justin Bieber ?
— ¿Y quién no? — replicó Manndy-. Millonario, increíblemente guapo, misterioso, brillante hombre de negocios y sigue libre —añadió su amiga mientras contaba los atributos con los dedos de la mano-. ¿Por qué me hablas de él?
—No estoy segura. Larry tiene una reunión con él mañana por la mañana.
— ¿Cara a cara?
-Eso es. Por supuesto, los dos hemos hecho fotografías para sus revistas antes, pero no me imagino por qué el esquivo dueño de Mode querría ver a un simple fotógrafo, aunque sea el mejor de todos. En el mundo de la moda, se habla de él con reverencia y, si hemos de creer lo que dice la prensa del corazón, él es la respuesta a las plegarias de toda mujer soltera. Me pregunto cómo será en realidad... —comentó Miley frunciendo el ceño. Aquel pensamiento la obsesionaba—. Resulta raro...Creo que no conozco a nadie que haya tratado personalmente con él. Me lo imagino como un fantasma gigante, tomando las decisiones de un monumental conglomerado de empresas desde el Monte Olimpo de Mode.
-Tal vez Larry pueda darte todos los detalles mañana —sugirió Mandy. Miley sacudió la cabeza. El ceño fruncido se convirtió en una sonrisa.
—Larry no se dará cuenta de nada a menos que el señor Bieber esté en un rollo de película.
Poco después de las nueve y media de la mañana siguiente, Miley utilizó su llave para entrar en el estudio de Larry. Como se había preparado el cabello para el anuncio de champú, éste caía en suaves y espesas ondas, con mucho volumen y muy brillante. En el pequeño tocador que había en la parte de atrás, se aplicó el maquillaje con habilidad y a las diez menos cuarto estaba encendiendo con cierta impaciencia las luces necesarias para las tomas de interior. A medida que fueron pasando los minutos, empezó a tener la incómoda sospecha de que a Larry se le había olvidado buscar un sustituto. Eran casi las diez cuando la puerta se abrió. Miley se abalanzó sobre el hombre que entró.
—Ya iba siendo hora —le dijo, tratando de atemperar su irritación con una ligera sonrisa—. Llega tarde.
— ¿Sí? —replicó el recién llegado enfrentándose a la expresión de enojo de Miley con las cejas levantadas.
En aquel instante, ella se dio cuenta de lo atractivo que era aquel hombre. Su cabello, del color de la seda amarilla, era espeso y le crecía justo por encima del cuello de polo que llevaba puesto. Éste era de un color Marron que reflejaba exactamente el de sus ojos miel. Tenía los labios fruncidos en una ligera sonrisa. En aquel rostro profundamente bronceado había algo vagamente familiar.
—No he trabajado con usted antes, ¿verdad? —preguntó Miley. Se vio obligada a levantar un poco la cabeza dado que aquel hombre medía más de un metro ochenta.
— ¿Por qué me lo pregunta? -quiso saber él. El modo en el que evadió la pregunta fue tan sutil que, de repente, Miley se sintió incómoda bajo aquella penetrante mirada Marron .
—Por nada —murmuró ella. Se dio la vuelta y sintió el impulso de ajustarse el puño de la manga-. Bueno, pongámonos manos a la obra. ¿Dónde está su cámara? —añadió. En aquel momento, se dio cuenta de que el hombre no portaba equipo alguno—. ¿Acaso va a utilizar la de Larry?
—Supongo que sí —contestó él. No hacía más que mirarla, sin realizar ademán alguno que indicara que se iba a poner manos a la obra con la tarea que tenían entre manos. Su actitud estaba empezando a resultar irritante.
—Entonces, pongámonos manos a la obra. No quiero pasarme todo el día con esto. Llevo ya media hora preparada.
—Lo siento.
El hombre sonrió. Miley se quedó atónita al ver el cambio que aquel simple gesto producía en su ya atractivo rostro. Fue una sonrisa lenta, llena de encanto, tanto que a la joven modelo se le ocurrió que podría utilizarla como un arma letal. Se alejó un poco de él para tratar de recobrar la compostura. Tenía un trabajo que hacer.
— ¿Para qué son las fotografías? —le preguntó el hombre mientras examinaba las cámaras de Larry.
— ¡Dios! ¿Es que no se lo ha dicho? —replicó. Se giró de nuevo para mirarlo frente a frente y, por primera vez, le dedicó una sonrisa—. Larry es un magnífico fotógrafo, pero es distraído hasta la exasperación. No sé ni cómo se acuerda que tiene que levantarse por las mañanas —añadió. Entonces, tomó un mechón de su cabello y dio un dramático giro con la cabeza—. Cabello limpio, brillante y sexy —explicó, con el tono de voz de un anuncio de televisión—. Lo que vamos a vender hoy es champú.
—Muy bien —respondió él.
Entonces, empezó a preparar el equipo de una manera tan profesional que tranquilizó mucho a Miley. Al menos, aquel hombre conocía su trabajo.
—Por cierto, ¿dónde está Larry? —quiso saber el hombre, de repente.
— ¿Es que no le ha dicho nada? Es tan típico de él...
Miley se colocó bajo los focos y empezó a darse vueltas. Sacudió la cabeza y creó una nube de hermoso cabello castaño para que él pudiera disparar la cámara mientras se agachaba y se movía alrededor de ella para captar su imagen desde ángulos diferentes.
—Tenía una cita con Justin Bieber —añadió Miley sin dejar de sonreír—. Que Dios lo ayude si se le ha olvidado. Ese hombre es capaz de comérselo vivo.
— ¿Consume Bieber fotógrafos habitualmente? —preguntó él, desde detrás de la cámara, con un cierto tono jocoso en la voz.
—No me extrañaría —contestó ella mientras se levantaba el cabello por encima de la cabeza. Tras un segundo, lo dejó caer de nuevo sobre los hombros como una maravillosa capa marrón—. Creo que un hombre de negocios sin piedad alguna como el señor Bieber tendrá muy poca paciencia con un fotógrafo distraído o cualquier otra cosa que no sea perfecta.
— ¿Lo conoce?
—Dios, no. Y no creo que lo conozca —dijo ella, sin ocultar su alegría—. Está muy por encima de mí. ¿Se lo han presentado a usted?
—No precisamente.
-Ah, pero todos trabajamos para él en alguna ocasión, ¿no es cierto? Me pregunto cuántas veces habrá salido mi rostro en una de sus revistas. Seguramente millones. Sin embargo, nunca he conocido al emperador.
— ¿Al emperador?
— ¿Cómo si no describe una a un individuo tan altivo? Además, por lo que he oído, dirige sus revistas como si se tratara de un imperio.
—Parece que no es de su agrado.
—No —afirmó Miley encogiéndose de hombros—. Los emperadores hacen que me ponga nerviosa. Yo sólo soy una simple plebeya.
—Su imagen no es ni simple ni plebeya —replicó él—. Bueno, creo que estas fotografías deberían vender litros de champú —añadió. Bajó la cámara y la miró a los ojos directamente—. Creo que ya lo tenemos, Miley.
La joven se relajó. Entonces, se apartó el cabello del rostro y lo miró con curiosidad.
-¿Me conoce? Lo siento, yo no puedo decir lo mismo. ¿Hemos trabajado antes juntos?
—El rostro de Miley Cyrus está por todas partes. Yo debo reconocer los rostros hermosos...
—Bueno, me parece que usted tiene ventaja sobre mí, señor...
—Bieber. Justin Bieber—respondió él. Entonces, disparó la cámara una vez más para capturar la expresión atónita que se reflejó en el rostro de Miley-. Ahora, ya puedes cerrar la boca, Miley. Creo que tengo suficiente —añadió, con una amplia sonrisa en los labios. Ella obedeció inmediatamente, sin pensárselo—.
- ¿Te ha comido la lengua el gato?voten y subire mas capitulos ;3
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La imagen del amor (miley cyrus & justin bieber) ©
FanfictionSinopsis: A pesar de su sofisticada belleza, el corazón de la modelo Miley Ray Cyrus seguía estando en el pequeño pueblo de Nashville en el que nació. ¿Cómo iba a ser capaz de resistir el arrollador encanto de su nuevo jefe, el fascinante magnate de...