MARATON 1/2
Capitulo 3
En aquel momento, Miley lo reconoció por las fotografías que había visto de él en los periódicos y en las revistas que él poseía. Se maldijo inmediatamente por la actitud estúpida que había mostrado ante él. Tardó unos segundos en encontrar la voz.
—Me ha dejado que hablara de ese modo —tartamudeó, con los ojos brillantes y las mejillas ruborizadas—. Se ha limitado a tomarme fotografías que no tenía derecho alguno a hacer para dejar que yo siguiera hablando como una idiota.
—Simplemente estaba siguiendo órdenes -dijo él. El tono serio y la expresión sobria de su rostro dieron a Miley más motivos para sentirse avergonzada y furiosa consigo misma.
—Bueno, no tenía derecho alguno a obedecerlas. Debería haberme dicho antes quién era —susurró ella. La voz le temblaba de indignación. Por su parte, él se limitó a encogerse de hombros y a sonreír.
—Nunca me lo preguntaste.
Antes de que ella pudiera responder, la puerta del estudio se abrió de par en par. Larry entró, con aspecto desazonado y confuso.
—Señor Bieber —dijo mientras se dirigía hacia ambos—. Lo siento... Pensé que tenía que reunirme con usted en su despacho -añadió mientras se mesaba el cabello con agitación—. Cuando llegué allí, me dijeron que usted iba a venir aquí. No sé cómo me pude confundir de esa manera. Siento que haya tenido que estar esperándome.
—No se preocupe —le aseguró Justin con una sonrisa—. La última hora ha resultado muy entretenida.
—Miley—susurró Larry, como si en aquel instante se hubiera dado cuenta de la presencia de la joven-. Dios santo...Ya sabía yo que me olvidaba de algo. Tendremos que tomar esas fotografías más tarde.
—No hay necesidad —afirmó Justin mientras le entregaba la cámara—. Miley y yo ya nos hemos ocupado de ellas.
— ¿Usted ha tomado las fotografías? —preguntó Larry, atónito.
—Miley no vio razón alguna para desperdiciar el tiempo —contestó Justin. Entonces, volvió a sonreír—. Estoy seguro de que las fotografías resultarán adecuadas.
—De eso no me cabe ninguna duda, señor Bieber—repuso Larry, con cierta reverencia—.Ya sé lo que es usted capaz de hacer con una cámara.
Miley sentía unos enormes deseos de que el suelo se abriera y se la tragara. Tenía que marcharse de allí rápidamente. Nunca en su vida se había sentido tan estúpida, aunque reconocía que Justin había sido el culpable. ¿Cómo habría podido ser tan caradura como para dejarla creer que era un fotógrafo? Recordó cómo le había ordenado que empezara y las cosas que le había dicho. Cerró los ojos y se lamentó en silencio. Lo único que deseaba en aquellos instantes era desaparecer y, con un poco de suerte, no tener que volver a ver a Justin Bieber en toda su vida.
Comenzó a recoger sus cosas con rapidez.
—Yo me marcharé para que puedan hablar de negocios. Tengo otra sesión al otro lado de la ciudad -anunció. Entonces, se colgó el bolso sobre el hombro y respiró profundamente—. Adiós, Larry. Ha sido un placer conocerlo, señor Bieber —añadió. A continuación, trató de dirigirse hacia la puerta pero Justin la agarró de la mano y se lo impidió.
—Adiós Miley—le dijo. Ella se vio obligada a mirarlo a los ojos. Al notar la mano de él sobre la suya, sintió que las fuerzas la abandonaban-. Ha sido una mañana muy interesante. Tendremos que volver a repetirla muy pronto.
«Cuando el infierno se hiele», le dijo ella con la mirada, sin pronunciar palabra alguna. Entonces, murmuró algo incoherente y se dirigió a la puerta. El sonido de las risas de Justin Bieber fue lo último que escuchó antes de marcharse.
Mientras se vestía para una cita aquella noche, Miley trató, sin éxito, de olvidarse de lo ocurrido aquella mañana. Sentía la completa seguridad de que su camino no volvería a cruzarse nunca con el . Después de todo, en realidad había sido un estúpido accidente que se conocieran. Rezó para que fuera cierto el viejo adagio de que el rayo nunca cae dos veces en el mismo sitio, porque ella, efectivamente, se había sentido como atravesada por el rayo cuando él reveló su nombre. Al recordar aquel momento y el modo en el que ella le había hablado, las mejillas se le tiñeron de un color muy parecido al vestido de punto que llevaba puesto.
El sonido del teléfono la sacó de sus pensamientos. Cuando respondió, descubrió que la persona que la llamaba era Larry.
-Vaya, Miley, me alegro de haberte pillado en casa —dijo. Su emoción era casi tangible.
—Pues ha sido por los pelos porque estaba a punto de salir por la puerta. ¿Qué ocurre?
-Ahora no puedo darte muchos detalles. Ya lo hará Justin mañana por la mañana.
Ella se percató de que Larry se había desprendido ya de lo de «señor Bieber».
— ¿De qué estás hablando, Larry?
—Ya te lo explicará Justin mañana —contestó—.Tienes una cita con él a las nueve en punto.
— ¿Cómo dices? —preguntó ella, atónita—. Larry, ¿de qué estás hablando?
-Es una oportunidad tremenda para los dos, Miley. Justin te lo contará todo mañana. Ya sabes dónde está su despacho —afirmó. Todos los que trabajaban en el mundillo de la moda sabían dónde estaba el cuartel general de Mode.
—Yo no quiero verlo a él —replicó Miley. Al pensar en los ojos color Miel de Justin , sintió que el pánico se apoderaba de ella—. No sé lo que te ha contado de lo que ocurrió esta mañana, pero hice el ridículo completamente. Pensé que se trataba de un fotógrafo. En realidad —añadió, con renovado enojo—, tú tienes en parte la culpa porque...
—No te preocupes de eso ahora —la interrumpió Larry—. No importa. Sólo limítate a estar allí mañana a las nueve. Hasta pronto.
—Pero Larry...
Inmediatamente se interrumpió al darse cuenta de que no había razón alguna para seguir hablando. Larry había colgado. Desesperada, pensó que aquello era demasiado. ¿Cómo podía Larry esperar que fuera a aquella cita? ¿Cómo podía enfrentarse a Justin Bieber después del modo en el que le había hablado? Decidió que la humillación era algo para lo que ella no estaba preparada y cuadró los hombros. Seguramente, Justin sólo quería otra oportunidad para reírse de ella por su estupidez.
Muy bien, pues no iba a poder con Miley Ray Cyrus. Con firme orgullo, se dijo que no se arredraría ante él. Aquella plebeya se enfrentaría al emperador y le demostraría de qué pasta estaba hecha.
Miley se vistió para su cita de aquella mañana con mucho cuidado. El vestido blanco de fina lana y cuello de chimenea era muy hermoso por su simplicidad y se basaba en las formas que cubría para resultar atractivo. Se había recogido el cabello en lo alto de la cabeza para añadir un aire de profesionalidad a su apariencia. Aquella mañana, Justin Bieber no se encontraría frente a una mujer que tartamudeaba y se sonrojaba con facilidad, sino con una fría y segura de sí misma. Se colocó unos suaves zapatos de piel y quedó satisfecha con el efecto que daban a su imagen. Los altos tacones de los zapatos añadían centímetros a su altura, por lo que no tendría que levantar la mirada para ver los ojos Marrones de Justin, sino que los miraría de frente.
voteeeeen xD
ESTÁS LEYENDO
La imagen del amor (miley cyrus & justin bieber) ©
FanfictionSinopsis: A pesar de su sofisticada belleza, el corazón de la modelo Miley Ray Cyrus seguía estando en el pequeño pueblo de Nashville en el que nació. ¿Cómo iba a ser capaz de resistir el arrollador encanto de su nuevo jefe, el fascinante magnate de...