capitulo 22

929 49 0
                                    

Capitulo 22

-¿A las montañas? ¿Con el dueño de esa voz tan fascinante?

—Se trata sólo de un reportaje —respondió ella, tratando de mantener un tono casual de voz—. Era Justin. Habrá muchos proyectos más —añadió.

El viernes por la mañana amaneció frío y soleado. Miley había preparado sus maletas y estaba lista, tal y como se le había ordenado. Estaba tomándose una taza de té cuando sonó el timbre.

—Buenos días, Miley —le dijo Justin en cuanto abrió la puerta—. ¿Estás lista para enfrentarte a la naturaleza salvaje?

Él parecía bastante capaz de hacerlo con el atuendo que llevaba puesto: una pelliza, unos pantalones de pana y unas pesadas botas. En aquel momento, tenía un aspecto rudo y atractivo. Ya no era el frío y calculador hombre de negocios a quien ella se había acostumbrado. Miley se agarró con fuerza al pomo de la puerta y trató de mantener una apariencia tranquila cuando lo invitó a pasar.

Tras asegurarle que estaba lista, se dirigió a la cocina para dejar la taza vacía y tomó su abrigo. Se lo puso sobre el jersey y los vaqueros que llevaba puestos y luego se colocó un sombrero de esquí sobre la cabeza. Justin la observaba en silencio.

—Estoy lista —dijo. De repente, fue consciente del intenso escrutinio al que él la estaba sometiendo.

Presa de los nervios, se humedeció los labios con la lengua—. ¿Nos vamos?

Justin asintió con la cabeza y se inclinó para tomar la maleta que ella tenía preparada junto al sofá. Entonces, con una sonrisa en los labios, le tomó la mano y la condujo hacia la puerta.

Muy pronto abandonaron la ciudad. Justin dirigió el Mercedes hacia el norte. Condujo rápida y hábilmente a lo largo del Hudson y mantuvo con ella una conversación casual. Miley se relajó rápidamente en el cálido interior del coche y se olvidó de la habitual inhibición que sentía al entrar en contacto con el hombre que despertaba tan fácilmente sus sentidos. Entonces, se quitó el sombrero y sacudió la cabeza para soltar su larga y rica melena. 

—Hay mucho más en Nueva York que rascacielos —dijo él, después de informarle que aún seguían en el área de la Gran Manzana—. Montañas, valles, bosques...Tiene un poco de todo. Supongo que ya iba siendo hora de que cambiaras tu impresión sobre esta ciudad.

-Nunca había pensando que Nueva York fuera algo más que un lugar en el que trabajar —admitió ella—. Ruidoso, ajetreado y muy emocionante aunque a veces resulte agotador. Es una ciudad que siempre parece estar moviéndose y que nunca duerme. Por eso, el valor del silencio de mi hogar es mucho más precioso.

—Nashville sigue siento tu hogar, ¿verdad? —afirmó él, aunque parecía estar pensando en otra cosa. Su expresión se centraba en la carretera que tenía delante. Miley frunció el ceño al sentir el cambio de su estado de ánimo. Entonces, dedicó su atención al paisaje sin molestarse en responder.

Siguieron hacia el norte. Ella perdió toda noción del tiempo, embriagada por la novedad de lo que veía y la belleza de lo que le rodeaba. Cuando vio los Catskills por primera vez, lanzó un pequeño grito de placer y, espontáneamente, tiró a Justin del brazo. 

— ¡Mira las montañas! -exclamó, con una emocionada sonrisa en los labios. Cuando Justin le devolvió el gesto, el corazón le hizo una serie de saltos acrobáticos-. Supongo que debo parecerte terriblemente tonta, pero cuando lo único que conoces son kilómetros y kilómetros de campos de trigo y colinas, todo esto es una revelación.

—No es ninguna tontería, Miley —respondió él, con voz suave. Miley se volvió a mirarlo, sorprendida con el tono de su voz—. Te encuentro totalmente encantadora.

Entonces, le tomó la mano y le dio un beso en la palma, lo que le provocó una serie de ardientes sensaciones por todo el cuerpo. Estaba acostumbrada a su tono burlón. Sin embargo, esos cambios de humor ponían patas arriba su mundo y la hacían brillar por dentro como una llama encendida. Aquel hombre era peligroso, muy peligroso. De algún modo, debía levantar un muro de defensa contra él. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo podría enfrentarse tanto a él y a la parte de ella misma que deseaba sólo rendirse?

-Me vendría bien un café -dijo Justin, de repente, sacando así a Miley de sus pensamientos—. ¿Y a ti? —añadió. Entonces, se volvió hacia ella y sonrió—. ¿Te apetece un té?

—Claro.

Justin entró en el pequeño pueblo de Catskill y detuvo el coche delante de un pequeño café. Descendió rápidamente del vehículo y Miley hizo lo mismo antes de que él pudiera rodear el coche y abrirle la puerta. Ella no dejaba de mirar la imponente presencia de las montañas.

—Parecen más altas de lo que realmente son —comentó Justin—. Sólo nacen a unos pocos metros de altura sobre el nivel de mar. Me encantaría ver la expresión de tu hermoso rostro cuando contemplaras las Rocosas o los Alpes.

Entrelazó la mano con la de ella y la hizo entrar en el cálido interior del café. Cuando tomaron asiento, Miley se quitó el abrigo y se concentró de nuevo en la vista tratando de erigir un muro defensivo entre Justin y ella.

—Café para mí y un té para la señorita. ¿Tienes hambre, Miley?

— ¿Cómo? No...Bueno, en realidad, un poco -admitió con una sonrisa.

—Aquí sirven un maravilloso pastel de café —dijo.

Entonces, pidió dos porciones antes de que ella pudiera protestar. 

—No suelo tomar dulces... —susurró ella, pensando en el pomelo en el que había pensado.

—Miley, cielo —comentó Justin con exagerada paciencia-. No creo que una porción de pastel vaya a estropear tu hermosa figura. En todo caso, unos kilos de más no te vendrían nada mal.

— ¡Vaya! —replicó ella, con cierta indignación—. Pues hasta ahora no he tenido ninguna queja.

—Estoy seguro de ello, y tampoco las recibirás por mi parte. Me encantan las mujeres altas y delgadas. Sin embargo, el aire de fragilidad que emana de ellas resulta algunas veces desconcertante —susurró. Extendió la mano y le apartó un mechón de cabello del rostro.

Miley decidió no prestar atención alguna ni al gesto ni al comentario.

—No recuerdo cuándo he disfrutado más de un trayecto en coche —comentó—. ¿Cuánto nos queda todavía?

—Estamos a mitad de camino —respondió Justin. Entonces, añadió un poco de leche al café—. Deberíamos llegar a mediodía.

— ¿Cómo van a llegar allí los demás? Es decir, ¿van todos juntos en coche?

—Larry y June vienen juntos —observó, con una sonrisa en los labios. Entonces, tomó un trozo de pastel-. Más bien debería decir que Larry y June acompañan al equipo de Larry. Me sorprende ver que ha permitido que ella viaje en el mismo coche que sus valiosas cámaras y objetivos. 

-¿Sí?

—Supongo que no debería ser así porque he notado el creciente interés que él siente por mi secretaria. De hecho, parecía estar encantado de poder tenerla como compañía durante el viaje.

—Cuando lo llamé el otro día, June estaba ayudándolo a organizar sus revistas de fotografía -comentó Miley, con incredulidad—. Con Larry, eso corresponde a un compromiso. Todavía no me lo puedo creer. Me resulta increíble pensar que Larry va en serio con una mujer de carne y hueso.

-El amor sólo les ocurre a los mejores -comentó él.

¿Le ocurriría a Justin alguna vez? Miley no pudo mirarlo a los ojos.

4 votos y subo 3 capitulos seguidos ;3

La imagen del amor (miley cyrus & justin bieber) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora