capitulo 8

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MARATON 2/5

Capitulo 8

—Hola, señor Bieber — contestó ella. Se preguntó por qué había comenzado a sentir una sensación extraña en el estómago al verlo.

—Creo que ya conoces a Charlene.

—Por supuesto —afirmó ella al comprobar la presencia de la pelirroja—. Me alegro de volver a verla —añadió. Entonces, Miley se volvió a su acompañante y lo presentó también. Chuck le dio la mano a Justin con gran entusiasmo.

— ¿Justin Bieber? ¿De verdad es usted Justin Bieber? —exclamó Chuck, lleno de admiración.

—No conozco a ningún otro —respondió él, con una sonrisa.

-Por favor, únanse a nosotros para tomar una copa —sugirió Chuck mientras indicaba la mesa.

La sonrisa de Justin se hizo aún más amplia. A continuación, miró a Miley, que estaba haciendo todo lo posible por ocultar la incomodidad que sentía.

-Sí, por favor -dijo ella, con escrupulosa cortesía.

Lo miró a los ojos directamente, decidida a ganar la batalla con los extraños y poco comunes sentimientos que le producía la presencia de Justin. No obstante, cuando miró a su acompañante, la incomodidad se transformó en regocijo al observar que Charlene Masón se alegraba tan poco como ella de estar en su compañía. Tal vez la molestaba tener que compartir a Justin con alguien, aunque fuera por un breve espacio de tiempo.

—Los dos hicieron hecho una demostración impresionante en la pista de baile —comentó Justin—. Debén bailar muy a menudo para hacerlo tan bien juntos.

—No hay mejor compañera que Miley —declaró Chuck. Entonces, tocó suavemente la mano de la joven con gran afecto—. Ella es capaz de bailar con cualquiera.

-¿De verdad? -preguntó Justin-. Tal vez me permitas que te la robe durante unos momentos para comprobarlo por mí mismo.

El pánico se apoderó de Miley y se reflejó en sus expresivos ojos. Se levantó con un sentimiento de indignación cuando Justin se acercó a ella y la ayudó a ponerse de pie sin esperar a que ella accediera.

—Deja de parecer una mártir —le susurró él al oído mientras se acercaban a la pista de baile.

—No sea absurdo —afirmó ella con admirable dignidad. Se sentía furiosa de que él pudiera leerla tan fácilmente.

La música se había hecho más lenta, por lo que Justin se colocó frente a frente con ella y la tomó entre sus brazos. Al sentir el contacto, Miley sintió la abrumadora sensación de separarse de él, aunque se esforzó para que no se notara tanta tensión. Justin tenía el torso firme, una masculinidad abrumadora. El brazo que le había colocado alrededor de la cintura la acercaba mucho a él, tanto que sus cuerpos parecían fundirse mientras se movían por la pista de baile. Inconscientemente, ella se había puesto de puntillas y había permitido que la mejilla descansara al lado de la de él. El aroma que emanaba del cuerpo de Justin asaltaba sus sentidos y le hacía preguntarse si se habría tomado su bebida con demasiada celeridad. El corazón le latía alocadamente contra el de él, por lo que tuvo que esforzarse para seguir los pasos que él marcaba.

—Tendría que haberme imaginado que se te daría muy bien bailar —murmuró Justin, contra la oreja de Miley.

-¿De verdad? —replicó ella haciendo un gran esfuerzo por mantener un tono casual que no reflejara la excitación que experimentaba al notar la boca de él contra el lóbulo de la oreja—. ¿Por qué?

—Por el modo en el que caminas y en el que te mueves. Tienes una gracia tan sensual, un ritmo tan natural...

Miley trató de reír al escuchar aquel cumplido cuando miró a Justin a los ojos. Sin embargo, se encontró perdida en ellos, incapaz de articular palabra. Los labios de ambos estaban a su suspiro de distancia...

—Siempre había creído que los ojos Marrones eran como de acero —murmuró ella, consciente de que estaba poniendo voz a sus pensamientos—. Los suyos parecen más bien nubes...

— ¿Oscuros y amenazadores? —sugirió él sin dejar de mirarla.

—A veces —susurró Miley, inmersa en el poder que emanaba de Justin—. Otras, son cálidos y suaves como la bruma de la mañana. Nunca sé si me voy a encontrar con una tormenta o con un chubasco. Nunca sé lo que esperar...

— ¿No? —repuso él mientras le miraba los labios—. Ya deberías saberlo...

Miley luchó contra la debilidad que la invadió al sentir aquella respuesta y se aferró a la sofisticación.

— ¡Pero bueno, señor Bieber! ¿Está usted tratando de seducirme en medio de una concurrida pista de baile?

—Uno debe aprovechar lo que está disponible. ¿Se te ocurre otro lugar? —replicó él.

—Lo siento —se disculpó ella. Entonces, giró la cabeza para que sus miradas ya no se cruzaran—. Los dos estamos comprometidos con otras personas. El baile se ha terminado —añadió, con la intención de soltarse de él.

Justin no se lo permitió. La estrechó con más fuerza contra su cuerpo y volvió a susurrarle al oído.

—No dejaré que te marches hasta que dejes de utilizar eso de «señor Bieber» y empieces a usar mi nombre de pila. Yo estoy muy a gusto así -añadió, al ver que ella no respondía—. Eres una mujer destinada a estar entre los brazos de un hombre. De hecho, encuentro que encajas perfectamente en los míos.

—Muy bien —afirmó Miley, entre dientes—. Justin, ¿te importaría soltarme antes de que me estrujes tanto que no se me pueda reconocer?

—Por supuesto —replicó él. Aflojó la presión, pero no la soltó—. No me dirás que te estoy haciendo daño, ¿verdad? —comentó, con una sonrisa.

-Ya te lo diré cuando me hayan hecho una radiografía.

—Dudo que seas tan frágil como tú quieres sugerir con esas palabras.

Mientras la conducía a la mesa, aún seguía rodeándola con el brazo. Se reunieron con sus respectivas parejas y el grupo charló durante unos minutos. Miley sintió una inconfundible hostilidad por parte de la otra mujer, hostilidad de la que Justin no se dio cuenta o prefirió ignorar. No obstante, la joven modelo se sentía muy incómoda. Sintió un gran alivio cuando la pareja se levantó, después de que Justin rehusara la invitación de Chuck para que tomaran otra copa. Charlene mostraba un aburrimiento que no hacía nada por ocultar.

—Me temo que a Charlene no le gustan demasiado las discotecas —explicó Justin mientras rodeaba con un brazo los hombros de la pelirroja. Inmediatamente, Charlene le dedicó una sonrisa de descarada invitación. Por su parte, Miley sintió una serie de emociones que se negó a identificar como celos—. Esta noche sólo ha venido para agradarme a mí. Estoy pensando en utilizar una discoteca en el proyecto —le dijo a Miley, con una enigmática sonrisa—. Creo que ha sido una suerte encontrarte aquí esta noche, Miley. Así he visto mucho más claramente cómo organizado todo. Hasta el lunes, Miley —concluyó, mientras él y su acompañante se disponían a marcharse.

La imagen del amor (miley cyrus & justin bieber) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora