capitulo 30

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Capitulo 30

—Por el aspecto que tienes, yo diría que está hecho con frutas muy alcohólicas. Después de todo, tal vez deberías considerar los beneficios del café.

—No seas aburrido —le espetó ella mientras le tocaba con un dedo los botones de la camisa que él llevaba puesta—. Seda... Siempre he sentido una gran debilidad por la seda. Larry está aquí, ¿sabes? No tiene su cámara. Casi no lo he reconocido sin ella.

—Creo que no pasará mucho tiempo antes de que tengas dificultad hasta para reconocer a tu propia madre.

—No, mi madre sólo hace fotos con una Polaroid, de vez en cuando —le informó mientras Paul regresaba con su bebida. Tras dar un largo sorbo, agarró a Paul del brazo—. Baila conmigo. Me encanta bailar. Toma —añadió, refiriéndose a Justin—, sujétamelo durante un rato.

Se sentía ligera y libre mientras bailaba al ritmo de la música. Se maravilló por el hecho de que hubiera dejado alguna vez que Justin interfiriera en su vida. La sala parecía dar vueltas al ritmo de la música y la llenaba con una desconocida sensación de euforia. Paul le dijo algo al oído que ella no pudo comprender, por lo que se limitó a suspirar como respuesta.

Cuando la música se detuvo, una mano le tocó en el brazo. Se giró y se encontró con Justin al lado de ella.

— ¿Acaso quieres tú bailar ahora conmigo? —preguntó ella mientras se apartaba el cabello del rostro.

—Marcharme es más bien lo que tenía en mente —le corrigió él. Entonces, empezó a tirarle del brazo—.Y tú también.

—Sin embargo, yo no deseo marcharme —dijo ella—. Es muy temprano y me estoy divirtiendo.

—Eso ya lo veo —replicó él, sin dejar de tirar de ella—, pero nos vamos de todas formas.

—No tienes que llevarme a mi casa. Puedo tomar un taxi yo sola. O tal vez Paul pueda llevarme.

—Y un cuerno —rugió él mientras la arrastraba entre la multitud.

—Quiero bailar un poco más —repuso Miley. Entonces, se dio una rápida vuelta y se chocó de pleno con el torso de Justin-. ¿Quieres tú bailar conmigo?

—Esta noche no, Miley —suspiró. Entonces, miró atentamente a Miley—. Supongo que tendré que hacer esto del modo más difícil. 

Con un rápido movimiento, se la echó al hombro y comenzó a abrirse paso entre los asistentes a la fiesta, que los observaban completamente atónitos. En vez de llenarse de indignación. Miley empezó a reírse.

— ¡Qué divertido es esto! Mi padre solía llevarme así.

—Genial.

—Por aquí, jefe.

June estaba al lado de la puerta con el bolso y el chal de Miley en las manos.

— ¿Tienes ya todo bajo control?

—Lo tendré —respondió él mientras salía del apartamento.

Sacó así a Miley del edificio y la dejó sin ceremonia alguna en su coche.

—Ya está —le dijo—. Ahora, ponte esto.

—No tengo frío —replicó ella. Entonces, lanzó el chal contra el asiento trasero—. Me siento maravillosa.

—Estoy seguro de ello —comentó Justin. Se metió en el coche y le lanzó una mirada antes de arrancar el motor—. Tienes suficiente alcohol en la sangre como para calentar un edificio de dos plantas.

—Sólo es ponche de frutas —insistió Miley—. ¡Oh, mira la luna! —añadió. Se abalanzó rápidamente sobre el salpicadero y contempló absorta el disco de plata que brillaba en el cielo—. Me encanta la luna llena. Vamos a dar un paseo.

-No.

—No tenía ni idea de que eras tan aguafiestas.

A continuación, Miley volvió a recostarse contra el asiento y empezó a canturrear mientras Justin conducía. Por fin, detuvo el coche en el aparcamiento del edificio de Miley y se volvió a mirarla.

—Está bien, Miley. ¿Puedes andar o te llevo?

—Claro que puedo andar. Llevo años y años andando —replicó ella. Entonces, abrió la puerta del coche y salió para demostrárselo. De repente, le extraño que el suelo estuviera algo inclinado—. ¿Ves? Tengo un equilibrio perfecto —añadió en voz alta a pesar de que se tambaleaba peligrosamente.

—Claro, Miley. Podrías ser equilibrista —comentó él. Entonces, la agarró por el brazo para evitar que terminara en el suelo. A continuación, la tomó entre sus brazos y la acurrucó contra su pecho. Ella se lo permitió e incluso le rodeó el cuello con los brazos.

—Esto me gusta mucho más —dijo Miley mientras subían en el ascensor—. ¿Sabes lo que siempre he deseado hacer?

— ¿El qué? —preguntó Justin, sin molestarse en girar la cabeza. En aquel momento, ella comenzó a mordisquearle la oreja suavemente—. Miley... —susurró, pero ella le interrumpió.

—Tienes una boca fascinante -musitó mientras se la acariciaba con la punta del dedo.

—Miley, detente...

—Y también un rostro con una forma muy agradable. Además, esos ojos me han cautivado —murmuró. Empezó a recorrerle el cuello con la boca y Justin lanzó un suspiro de alivio cuando se abrieron por fin las puertas del ascensor—. ¡Qué bien hueles!

Justin trató de encontrar las llaves de Miley a pesar de que la llevaba a ella en brazos y de que no dejaba de sentir su boca contra la oreja.

—Miley, basta —le ordenó-. Vas a hacerme olvidar que este juego tiene reglas.

Cuando por fin consiguió completar el delicado proceso de abrir la puerta, se apoyó contra la madera durante un instante y respiró profundamente.

-Yo creía que a los hombres les gusta que los seduzcan -susurró ella sin dejar de frotar su mejilla contra la de él.

—Escucha, Miley...

Cuando giró la cabeza, notó que ella le capturaba la boca.

—Me encanta besarte —dijo ella. Entonces, bostezó y acurrucó la cabeza contra el cuello de Justin.

—Miley... ¡Por el amor de Dios!

A duras penas consiguió llegar al dormitorio mientras ella seguía murmurando palabras incoherentes. Trató de dejarla sobre la colcha, pero Miley no se le soltó del cuello, lo que hizo que Justin perdiera el equilibrio y cayera encima de ella. Una vez más, la joven apretó los labios contra los de él. Desesperadamente, Justin trató de soltarse.

—No sabes lo que estás haciendo —afirmó Justin. Con un somnoliento gemido, ella cerró los ojos—. ¿Tienes algo debajo de ese vestido? —quiso saber mientras le quitaba los zapatos.

—Mmm... un ligero movimiento.

— ¿Qué estás diciendo?

Ella le dedicó una sonrisa y murmuró algo. Justin respiró profundamente, le dio la vuelta y comenzó a bajarle la cremallera del vestido, le apartó la tela de los hombros y siguió deslizándosela a lo largo de todo el cuerpo.

—Vas a pagar por esto —le advirtió.

Las maldiciones de Justin se hicieron más elocuentes cuando se vio obligado a no prestar atención alguna a la suave piel de Miley bajo un minúsculo trozo de seda. Apartó las sábanas y la metió en la cama. Miley suspiró y se acurrucó contra la almohada. 

Por su parte, Justin se dirigió hacia la puerta y se apoyó contra el umbral. Se permitió contemplar a Miley mientras ella se sumergía en un plácido sueño.

—No me lo puedo creer. Debo de estar loco —susurró—.Voy a odiarme por la mañana...

Tras dar un largo suspiro, fue en busca de la botella de whisky que Miley guardaba en la cocina.

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La imagen del amor (miley cyrus & justin bieber) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora