capitulo 5

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Esa mañana, Dalia despertó de muy buen humor. "Lo besé, lo besé" canturreaba, mientras giraba sin parar por toda su habitación. En ese momento Eliza, su asistente personal, de cabellos negro oscuro que lo tenia amarrado con una coleta y vestida con el típico traje de Maid hacía entrada en el lugar.

—Luce muy contenta esta mañana, señorita Dalia.

En efecto, la chica parecía tener pegada la sonrisa de oreja a oreja, lo cual no era muy común en ella, menos las últimas semanas, por lo que esa expresión de felicidad, causó gran impresión en su asistente.

—Pues, digamos que…Sí lo estoy…Es que…A ti no puedo mentirte u ocultarte las cosas, Eliza. Después de todo el tiempo que llevas trabajando para mi ¿Somos amigas, verdad?

—Por supuesto, jefa— Dijo sin titubear, sabía que si se la pensaba mucho, Dalia podría enfadarse.

—¡Genial!— Gritó la peli-rubia, poniéndose de pie de un salto. —Entonces puedo confiar en ti— Y se acercó a ella, como si quisiera decirle un secreto de estado. —Anoche... ¡Anoche lo besé, Eliza! ¿Puedes creerlo? ¡Lo besé!— Terminó gritando a todo pulmón.

Obviamente, para nadie en la mansión Aragón era novedad, que ella y el jefe de los guardaespaldas tenían una relación que iba un paso más allá de la profesional. Pero como también era muy obvio, nadie decía nada al respecto, sólo uno que otro comentario de pasillo. Eliza por supuesto estaba al tanto incluso, de las dos escapadas nocturnas que había hecho al cuarto de Edgar, mas nunca trató de tocar el tema con su jefa. No quería problemas con ella y además le parecía normal que eso sucediera, después de todo ambos eran de una misma edad.

—¿Se refiere a Edgar?

—No te hagas la tonta, Eliza. Sé que todos lo saben, pero me da lo mismo. Sobre todo ahora que papá no está. ¡Anda, dime algo!

—Si usted está feliz así, pues no me queda más que felicitarla, jefa. Pero…— Hizo una pausa — ¿Está segura, que él le corresponde?

Dalia quedó dubitativa, no estaba segura, pues sólo le dio el beso y se marchó sin esperar una reacción del rubio. —No. Digo, sus acciones me dan a entender que sí, aunque es un poco complicado…En realidad es una buena pregunta.

—Pues, es un buen día para averiguarlo ¿No cree?— Trató de darle confianza.

—Tienes razón, ven y ayúdame a escoger algo hermoso qué ponerme— Dijo comenzando a dar saltitos nuevamente. —Te advierto, que eres la única persona que sabe esto, no lo comentes con nadie. —Sentenció entre broma y en serio.

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…••••…

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Llevaba aproximadamente, diez minutos viendo la pantalla del celular y no se atrevía a marcar. No estaba seguro del por qué, pero de pronto quiso hablarle a Isaac aún a sabiendas que su amigo, no le diría algo que él mismo no supiera pues era demasiado ligero de mente y no solía tomarle el real peso a las cosas. Pudo hablarlo con Mex pero eso, ya sería abusar de la bondad del pobre, o al menos así es como él lo veía. Suspirando, y presagiando que era muy probable que se iba a arrepentir de hacerlo, llamó.

—¿Hola? ¿Eres tú, Edgar? ¿Te pasa algo?— Fue lo primero que oyó del otro lado.

El rubio inhaló hondo. —Hola Isaac. Veo que sigues igual de escandaloso.

—¿Escandaloso, yo? ¡Pero si tú nunca llamas! Debo asumir que estás en problemas, para que lo hagas— Bufó Isaac. —¿Cómo estás?

—Tienes razón, suelo ser un ingrato— Rió, reconociendo que su amigo estaba en lo cierto. —¿Yo? Yo estoy…Bien— Dijo cortante.

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