Capítulo 7: El favor

110 12 6
                                    

–Descansad chicos –dijo con un suave y dulce tono la pequeña roedora mientras abandonaba la habitación. Nuestra pareja le sonrió simultáneamente para luego observar un poco la estancia. Realmente no era nada del otro mundo y, de hecho, era bastante básica. Las paredes contenían unas cuantas estanterías las cuales solo retenían polvo, a un lado se encontraba un pequeño armario (que probablemente estaría repleto de cachivaches del grupo investigador) y opuestamente estaban ubicadas dos camas hechas de hierba seca, colocadas frente a una pequeña ventana.

–Sinceramente... –comenzó la Pikachu– ¡me encanta! –James la miró algo extrañado, no era más que una cutre y algo pequeña habitación. Pero, por otro lado le pareció tierna la reacción de su compañera. Era curiosa la gran positividad que albergaba ésta y la facilidad que tenía para contagiarla- Ahora que lo pienso, no hemos comido nada desde que entramos al territorio misterioso. -comentó Serena mientras se acariciaba el estómago. Y era cierto, aunque con tantas cosas que habían pasado ese día el Eevee no llegó a percatarse. Su tripa empezaba a rugir en el momento indicado y ambos Pokémon rieron entre ellos.

–Ahora que lo dices, estaría bien que sacaras algo de la bolsa. –sugirió James terminando de reír. Su compañera rápidamente asintió con la cabeza y sacó unas cuantas bayas y manzanitas– Oye, ¿no te parece extraño que nos hayan dejado descansar aquí así de la nada? -preguntó el zorro algo preocupado mientras le daba un mordisco a la baya.

–¿Por qué iba a serlo? –empezó con la boca algo llena– Después de todo su tarea es ayudar a los demás -dijo con un tono alegre. James no sabía qué decirle porque por una parte tenía razón, pero por algún motivo no era capaz de fiarse de todo esto.

–Bueno, igual son cosas mías... –dio un suspiro y finalmente se centró en saciar ese estómago hambriento.

Al cabo de unas horas y después de terminar de cenar, ambos Pokémon estaban en sus respectivas camas durmiendo. O al menos eso parecía, ya que James no lograba conciliar el sueño. En el fondo había algo que no podía dejar de preocuparle y aunque no parase de darle vueltas al asunto, seguía sin saber con claridad qué era. En esos instantes le vino a la cabeza todo lo que le había ocurrido en un par de días, y se volvió a preguntar el motivo por el que estaba en el mundo de los Pokémon. ¿Acaso debía hacer algo en concreto? Y si era esa la razón, ¿qué tenía que hacer? ¿Sería algo de vital importancia o algo mundano? Cuantas más vueltas le daba al tema más perdido se encontraba, por lo que decidió levantarse e ir a dar un paseo para despejarse. Con mucho cuidado, abandonó la habitación y se dirigió escaleras hacia abajo tratando de evitar todo ruido posible. De repente, se chocó contra algo bastante grande y peludo.

–Anda, veo que no soy el único al que le cuesta dormir -soltó una ronca voz acompañada de una suave risa. James tras reincorporarse entrecerró un poco los ojos para poder visualizar mejor en esa casi total oscuridad.

–¡¿D-Diggersby?! –exclamó totalmente sorprendido. El gran conejo continúo riendo ante la reacción del pequeño zorro y éste se quedó sin saber qué hacer o decir.

–Baja la voz o terminarás despertando todo Algarabía. –le susurró el titán, a lo que James puso una mueca de preocupación– A todo esto... ¿Dónde ibas? -preguntó con bastante intriga.

Pokémon Mundo Misterioso: Destinos Unidos |En edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora