Capítulo 15

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Empezaba a anochecer cuando Kendrick y sus hombres fueron abordados por unos hombres bien armados y de aspecto feroz.

- ¡Alto!-. Dijo uno de los hombres acercándose a ellos-. No pueden pasar.

- Venimos en busca de Andrew McFelton. Tiene algo que me pertenece-. Respondió Kendrick sin alzar la voz-. Soy Kendrick McGregor señor de...

- Se quien es. Lo estábamos esperando.

Kendrick miró a sus hombres y dio la orden de seguir cuando los hombres dejaron libre el camino para que siguieran adelante.

Justo antes de que los últimos rayos de sol se ocultasen tras las montañas Kendrick fue capaz de divisar el campamento McFelton. Estaba bien escondido por los árboles, lo que les daba mayor protección a la hora de una emboscada, ya que tenía a varios hombres apostados en lo alto de la copa de los árboles.

Kendrick seguía sin saber quienes eran los McFelton. Nunca había oído hablar de su clan, ni de la masacre vivida en sus tierras. Era cierto que cuando esto último había ocurrido el no se encontraba por esas tierras, si no que se encontraba en el sur, aprendiendo otro tipo de lucha.

- ¡Bienvenido a mi hogar Laird McGregor!-. Dijo de repente un hombre vestido con un plaid a cuadros azul y verde-. Soy Andrew McFelton. Siento las formas en las que lo he hecho venir, pero sabía que si no hacía algo drástico nunca aceptaría ayudarme.

- ¿Dónde está mi mujer?-. Preguntó Kendrick sin ningún miramiento al tiempo que llevaba su mano a la empuñadura de su espada provocando que todos sus hombres imitarán su gesto.

- Tranquilizaos McGregor. Su mujer está perfectamente, nadie le causó ningún daño. Solo la queríamos para llamar su atención, pues es su ayuda la que necesito. En cuanto hablemos podrá ver a su mujer.

- Está bien-. Respondió Kendrick mientras desmontaba del caballo, no sin antes dar la orden de que nadie desmontara de su caballo, para después seguir a Andrew McFelton y sentarse junto a él frente a una hoguera-. Ahora dígame, ¿Qué quiere hablar conmigo? ¿Por qué a secuestrado a mi mujer para pedirme ayuda?

- Bien McGregor, todo a su debido tiempo. Primero quiero hacerle una pregunta. ¿Sabe quién soy?

- Algo me ha contado uno de mis hombres, pero sinceramente, no, no se quienes son.

- Bien, me gusta tú sinceridad. Al contrario de ti, yo si se quien eres. Pero antes de ir a la cuestión de porque estas aquí, os voy a contar la historia de mi clan, bueno, o de lo que era mi clan.

<< Hace tres años a la vuelta de un largo viaje por el norte en busca de aliados, al llegar a mi casa, a mi hogar, vi la peor estampa que cualquier hombre pueda ver nunca. Mi familia, mi hogar, todo estaba destrozado. Las casas que formaban la aldea al rededor de las murallas del castillo estaban incendiadas, el ganado destripado en medio de la aldea, las vacas, las gallinas, los cerdos se arremolinaban en un amasijo de patas, tripas, sangre, el olor era horrible. Pero lo peor estaba por llegar. Nada mas entrar en el patio del castillo nuestros mayores y peores temores se hicieron realidad. El patio estaba dividido en cuatro tipo de masacres distintas. En el lado izquierdo cerca de la puerta de entrada al castillo estaban los niños, los cuales fueron degollados con una piedra, y arrojados a un lado formando poco a poco una pirámide de cuerpos inertes. Un poco mas arriba estaban los cuerpos de los guerreros que se habían quedado luchando, ninguno sobrevivió, pero solo rezo porque su muerte no fuera muy dolorosa, ya que sus cuerpos estaban totalmente mutilados. A algunos les habían cortado los dedos, a otros la lengua, algunos tenían... bueno, no tenían los ojos en sus sitios-. El Laird McFelton tomo una gran bocanada de aire para infundirse valor para poder continuar-. Justo enfrente de ellos estaban las niñas de la aldea, sus ropitas estaban rasgadas, habían sido violadas salvajemente y posteriormente degolladas, y por último un poco mas abajo, justo enfrente de los niños, las señoras de la aldea, ellas... ellas habían sido apaleadas, y si eso no fue suficiente para esos bárbaros, ellos después... ellos... las empalaron provocandoles tan gran dolor que la muerte no tardó en llegar a ellas-. McFelton tenía la vista clavada en el fuego. Sus ojos totalmente nublados por los terribles recuerdos-. Dejando a la mayoría de mis hombres con los restos de sus seres queridos me dirigí a paso rápido hacia el castillo, necesitaba saber que les había pasado a mis padres, a mis hermanas, a mi mujer. Cuando entré en el salón la estampa era igual, o peor que la que había dejado fuera. Mi madre, mis hermanas, mi amada mujer habían recibido el mismo final que las demás mujeres de la aldea, mientras que mi padre.... Mi padre se hallaba en el centro del salón su cuerpo estaba echado cerca de la chimenea, mientras que... En la repisa de la chimenea su cabeza seguía chorreando sangre por la piedra, formando un gran charco en el suelo.>>

Desaparecida en las Highlands (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora