Fuego y agua

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Se me es difícil estar sin ti. Quiero tenerte junto a mí, poder acariciarte y murmurar códigos de amor como solo dos amantes, ocultos de todo y ante todos, sabían hacerlo. Esta minuciosa necesidad de querer escuchar tu voz, que tus definidas uñas haga senderos en mi espalda, trazando pequeñas líneas que se inundaban de sangre vino y ardían como la leña al merced del fuego. Mis pensamientos pierden cordura al pensar algún método, alguna salida ante aquel calvario. Mi frágil corazón ya no puede más. Sentir la constante presión de querer impresionar solo para no quedar mal me hace sentir imbécil, miserable. Tu voz resuena con advertencia en mis razones, en mis excusas ante la falsedad que reflejo.

— ¡No seas Imbécil! ¡No le des el gusto de ser su esclavo personal! —Vociferó a todo pulmón.

— ¡Pero así es el mundo, esa es la única forma de ser aceptado! —conteste con la frustración a flor de piel.

— ¡Estupideces! ¡Tú no eres monedita de oro para caerle bien a todo el mundo! De nada te servirá hacer buenas acciones, porque al final siempre las menospreciaran. ¡Trabaja para ti, impresiona para ti, Vive para ti!

— ¡Tú lo dices porque para ti es sencillo ignorar! ¡No tienes nada que perder!

— ¿Y cómo crees que yo no tengo nada? Porque decidí vivir para mí, Porque decidí ignorar a la peste de personas que se presentaban ante mí como siervos inocentes, cuando en realidad eran cazadores, esperando darme un disparo con escopeta cargada en mano. Porque el mundo ya no es lo que era antes y jamás lo será. ¡Y si no empiezas a velar por ti y tu bienestar mental, pues vete para el demonio tú y tus malditas inseguridades!

Recuerdo esa conversación como si fuera ayer, ¡y como olvidarla! cuando fue el desemboque de muchas. Éramos tan distintos de incontables maneras, pero necesarios para nuestro hora a hora (porque ni los días nos alcanzaban)
Siempre nos considere como dos elementos poderosos, distintos y destructivos.Tú eras fuego, tan ardiente e inquieta; Capaz de subir grandes temperaturas en mi gravedad y tacto. Yo por supuesto era agua, tan calmado y de pocas palabras,capaz de apagar esas grandes hogueras que se escondía en tus chispeantes ojos.Pero ¿cómo contener a dos elementos tanto vitales como rivales? Aún no sé,pero la habitación quedaba bañado de un apasionado pero refrescante vapor, prueba de nuestras luchas por el dominio de nuestros elementos, demostrando la tan lujuriosa guerra, que al final, quedabas ganando.



Espero lo disfruten y se es asi, no se olviden de votar y en darme sus opiniones, ¡Por Favor! 

Recuerdos de un hombre enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora