Promesas rotas

69 5 0
                                    



Tú siempre me decías que era fuerte solo por el hecho de soportar gente que ni siquiera eran de mi agrado, pero ¿Cómo decirte que era débil, que era un cobarde y obstinado? Se me era muy difícil estar a la vista y cuestionamiento de todos contigo, tenía vergüenza que me vieran con la loca gritona del pueblo pero ahora que ya no estás, la que debería sentir vergüenza eres tú de mí; de estar con una persona no merecedora de tu formidable carácter, de tus palabras concretas y besos con sabor a vida pura. Tengo tu nombre tatuado en mi alma. Eres ese punto blanco lleno de paz que se encuentra rodeado de oscuridad, morando de manera pacífica y aferrada en las creencias que tenías hacia mí. Aun me arrepiento de mis errores, de las promesas que hice en silencio. Y estoy molesto por eso, no por las promesas que oculte, si no por no mantenerlas en pie. Por querer cambiarte y no saber apreciarte, tenía en mis manos a una delicada y hermosa flor, deseando ser cuidada y apreciada pero lo único que consiguió fue desgracia sin gloria. Ella me pintaba como su caballero de fuerte armadura, cuando era un cobarde que la abandonaba sin duda alguna. Siempre aprendemos a valorar las personas cuando ya no están, y eso lo creía una tontada, pero ahora que siento el oprimente dolor, invoco este dicho que me desgarro. Tu huida no me sorprendió. Siempre solías escaparte para que no te viera llorar, pero esa noche un presentimiento me hizo reaccionar, estaba lloviendo y en medio de la neblina tu silueta vi andar. Observe detenidamente en cómo tus pies escalaban las puntiagudas y raspantes piedras del puente sin seguridad alguna, pensé que era uno de tus juegos superficiales, esos de asustar a las personas con el suicidio de la loca, pero esta vez no era un juego, esta vez era enserio. Tus labios se curvaron y dejaron a la vista una preciosa sonrisa, y tan solo no lo vi como una sonrisa, sino como una despedida. Y corrí, corrí lo más rápido hacia a ti, pero tu ligero cuerpo, como si de una hoja al merced del viento se tratasen, voló y se hundió en las profundas aguas del Rio Della, sin preguntarte en las repercusiones que causaría tu ausencia en mi día a día.


Recuerdos de un hombre enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora