Por fin fue tiempo de que el verano pasara, y junto con los malos chistes de Lucas llegamos al frío invierno. Las hojas cayeron y el aire se volvió helado. Me asusté un poco, pues pensé que el ya no iría a nuestros encuentros.
Me equivoqué.
Lucas siempre estuvo ahí.
Nunca pensé llegar a sentir algo tan hermoso y caótico en mi pecho. Pensar en el hacía que las emociones se encontraran y que mi razón empezara tirar su cólera contra mis posibilidades.
Hacía tanto frío la penúltima tarde en que lo vi que decidí dejar mis cuadernos y mis lápices en casa, renunciando a terminar mi cuidadoso dibujo para Lucas. Temía que mis dedos se congelaran y que fallara terriblemente en mis trazos.
Lucas llevaba un abrigo grueso color azul, y extrañamente se parecía un poco al mío. Sonreí un poco antes de colocarme a su lado.
No dijo mucho en horas, y sus ojos estaban cerrados de nuevo. Igual, yo no sentía que habíamos retrocedido tan solo un poco... Amaba cada silencio si estaba con él.
Por fin había descubierto que se sentía amar a alguien.
―Creo que existen diferentes tipos de silencios. Los incómodos, y los tranquilos―susurró Lucas aún con sus ojos cerrados.
Por supuesto. El silencio es lo único que puede demostrar sinceridad en una emoción. Existen miles de palabras de amor, pero estaba convencida de que mirar a Lucas en un silencio tan propio de mí día a día, dignificaba demasiado sin ser absolutamente nada.
Como el viento.
Como una sinfonía efímera de la naturaleza.
Después de todo, he llegado a creer que la nada podría ser realmente algo.
―Amo estar aquí. Amo la tranquilidad y el silencio que tengo cada vez que vengo aquí...
Es lo único que tendrás si alguna vez decides darte cuenta de que no estás solo―pensé―Tranquilidad, silencio y amor era lo único que tenía para darle yo.
Tal vez yo también te ame, Lucas.
¿Cuánto podría condicionar un "tal vez"? Bueno, tal vez quite algo de la oración:
Te amo, Lucas.
Amo cada cosa que me das en mi completo silencio y monotonía.
―Quisiera poder sentir esto siempre... Aunque sea bastante tiempo. Esto es el cielo. ¿Cuántas sinfonías hemos oído ya, querida Soledad?
Mis ojos se humedecieron. ¿De verdad podía mentirme tanto a mí misma y pensar que él realmente sentía lo que yo? ¿Qué tan solo mi silencio le ha dicho todo lo que llevo en el pecho?
―Tengo una operación―cortó de repente.
SI bien pudiera yo demostrar algún impacto, esto hubiera sido el peor.
¿Por qué? ¿Cómo?
―Quiero poder ver... Aunque no existas. Aunque solo vea las nubes en el cielo, ¡Necesito ver!...
No necesitas cambiar... Yo te quiero igual.
Eres parte de mí, ¿No lo entiendes?
¡Todo de ti!
―Esta operación lleva algunos riesgos, pero es algo que he decidido tomar. Creo que así podré sentirme completo, de alguna manera... Al fin.
No...
―He venido hoy para decirte adiós, no para siempre... Pero, Soledad, si llego a ver puedo llegar a creer que ya nunca estaré solo...
Es que tú no lo estás.
―Si ya no estoy solo, significa que debo dejarte.
Fue repentino. Las nubes muy de pronto mojaron nuestras narices con una lluvia tenue.
¡Tantas cosas quise decirle! ¡Tantas palabras atascadas de nuevo entre mi alma y mis labios!
Lagrimas saladas llegaron hasta mis labios y bañaron mis mejillas. Un huracán remataba toda su fuerza sobre mis sentimientos mientras rompía en mil pedazos todas mis esperanzas.
Como si no pensara la suficiente en aquel momento, en un arrebato de impotencia uní nuestras manos.
La primera y única vez que logré tocarlo.
Nuestros dedos juntos, pegados y abrazados ante una misma sensación de tristeza... Pero ya no más. ¡Ya no podía ser solamente una sombra! ¡Soledad no era mi nombre!
―Rocío... ―dijo de repente.
Ciertamente, Rocío era mi nombre.
Él no dejó que mi toque afectara sus ojos cerrados y su serenidad. Siguió en la misma posición, como si ya supiera que era yo quien lo arropaba con mis finos dedos.
―Debo de estar loco... Pero siento tu toque en mis manos.
El Rocío caía sobre nosotros, las lágrimas caían de mis ojos... ¿Es tan difícil dejarlo ser? ¿Es tan difícil seguir las rutas del destino?
Miré sus labios carnosos, su pelo oscuro y sus ojos cerrados con fuerza. Tal y como si fuera la primera vez... Aunque fuera la última.
― Amo el dulce Rocío...―murmuró por última vez.
∞
ESTÁS LEYENDO
Clouds.
Roman d'amourÉl ciego, ella muda. Dibujos y secretos compartidos en una soledad que unía dos caminos.