En un reino muy, muy y muy putamente lejano vivían seis príncipes.
Dotados de buena situación económica para satisfacer cada necesidad, los seis carecían de sentido común.
Bueno, cabe recalcar que ninguno de ellos se parecía al otro. Podían haber nacido de la misma madre y ser engendrados por el mismo padre, pero ninguno de ellos compartía gustos iguales.
Bueno, compartían algo... Eran unos mocosos engreídos y uno más insolente que otro.— Mi cabello ha crecido mucho, aunque sigue igual de bello.
Alardeaba Karamatsu, el segundo príncipe.— Aunque sigues siendo igual de engreído que siempre, Karamatsu. Deberías ser más humilde cómo tú maravilloso hermano mayor.
Resongaba Osomatsu, el mayor de los seis. Era tan humilde (¿hace falta recalcar el sarcasmo?)— Jyushimatsu, ten cuidado. No puedes andar por ahí con tus vestimentas sucias.
Aparecía el tercer de los hermanos, Choromatsu para detener a la liebre saltarina que invadía aquella sala de estar con costosos sillones de tercio pelo. Adornos tallados en la más fina porcelana, que lucían pequeñas piedras preciosas incrustadas. La tapicería, escogida cuidadosamente por la reina lucía unos tallados en oro y unas fundas de cuero rojas. Todo ahí era sumamente costoso, pero al parecer al inquieto e inmaduro de Jyushimatsu no parecía importarle.— ¡Jajaja! Lo siento, hermano. ¡Es que mi mariposa de alas azules se ha escapado aquí dentro, y no puedo atraparla!
— Ah, esto es realmente ruidoso...
Apareció el menor de los hermanos bajando los escalones de una gran escalera de roble y tallados de rosas que daba a la sala principal.
Detrás de él, se encontraba el cuarto hermano con uno de sus famosos libros de poesía y encantamientos en sus manos. Un chico misterioso a simple vista, pero con un alma llena de razonamiento y pasión.— ¡Hermano, vayamos a cabalgar!
Propuso Jyushimatsu al último de sus hermanos, Todomatsu, mientras éste tomaba de sus manos.— Suena divertido, Jyushimatsu. Me cambiaré e iré. Tú deberías hacer lo mismo, no crees?
Le miró con extrañeza, pues aunque le estuviese proponiendo algo así, seguía con su vestimenta de un príncipe.— ¡Ya voy!
Y dicho esto, ambos chicos se retiraron a sus respectivos aposentos.— Mi querido hermano, Ichimatsu...
Exclamó Karamatsu, el bello príncipe de finas y tan elegantes vestimentas, luciendo en su cabello una cinta qué adornaba a juego con el color de sus hebras.— ¿Podrías acompañarme? Hay algo que quiero enseñarte.— Oh... Claro.
Respondió el simple pero deslumbrante de una belleza sombría e intensa Ichimatsu, siguiendo a su hermano hasta sus aposentos.Una vez allí, Karamatsu sacó de sus vestimentas un pequeño cofre color oro, el cuál contenía una fina y deslumbrante joya. Un collar, para ser precisos.
En el centro de aquel collar, colgaba una deslumbrante gema color purpura.— Es un collar de amatista.
He encontrado aquella gema en las minas del bosque, y decidí mandar a que las uniesen a ésta cadena.— Es... Hermoso. ¿Ha quién se la darás? He de pensar que ya has escontrado a una prometida, hermano.
Comentó Ichimatsu, posando sus bellos y púrpuras ojos en aquella gema. Podía decirse que incluso el color de aquellos ojos con aquella joya se asemejaban.— Pues, he encontrado más que una prometida, Ichimatsu.
Contestó a las palabras de su hermano, tomando las frías y pálidas manos de éste.
Siempre parecían estár frías, pero mientras más las unía con su tacto, la calidez se iba apoderando desde la yema de sus dedos hasta la palma. — Ha decir verdad, ésta bella gema no podría pertenecer a nadie más que no fueses tú, Ichimatsu. Después de todo, soy esclavo de tú singular belleza.— Karamatsu... Por favor, no digas esas cosas. Somos hermanos, después de todo.
Aunque Ichimatsu dijiese eso, el hecho de que fuesen familia le volvía loco. El deseo de romper cualquier regla para satisfacer sus deseos obscenos le parecía tan excitante cómo probar la mismísima sangre.— El amor no tiene ataduras. El amor no tiene reglas, sin importar lo que uno sienta, siendo la persona equivocada o no.
Yo me enamoré de ti, Ichimatsu. No encontré mejor manera de confesar estos puros sentimientos por usted que a través de ésta gema que se asemeja con el bello color de sus ojos.
Una vez más tomó una de sus manos, acercando el dorso de su mano hasta sus labios, depositando en él un suave beso que unía sus formados labios a la tersa piel de su amado.— Karamatsu... Pensé que era el único que sentía ésta clase de sentimientos. Ésto lo hace tan inesperado y correspondido que mi corazón se llena de euforia... Aunque...
Ichimatsu se volteó, dándole la espalda al mayor que aún le miraba con aquél deseo romántico e intenso.— No puedo dejar de pensar que ésto está mal.— Ichimatsu... Lo que parece imposible, se vuelve un desafío. Cómo caballero, mi lema es aceptar cualquier desafío, si en ese ésta conquistar a la persona que ama.
Pronunció Karamatsu con un tono grave en su voz, acercándose a aquél pálido cuerpo hasta rodearlo con sus fornidos y fuertes brazos. — Haría lo que fuese por tenerte a mi lado, y sólo a ti. He sido cautivado por tú belleza sombría, y nada en el mundo podría cambiar ésto que siento por ti.— Karamatsu...
Susurró Ichimatsu, volteando la mirada hacia el rostro de Karamatsu.— Ichimatsu.
Respondió firme, acercándose ahora lentamente a aquellos delgados labios que esperaban por un arduoso roce.---
— Ichimaaatsu~
Pronunciaba el nombre del chico mientras abrazaba una almohada.
Por cómo los demás veían, es cómo si estuviese besando aquella almohada.—... ¿Qué demonios hace?
Preguntó Osomatsu, mirando preocupado a su hermano, el cuál dormía sobre el sofá de la sala de estar.— Déjalo. El hecho de ser virgen le está afectando.
Respondió Choromatsu, sin tomarle importancia alguna.— Oh, bueno... Tú también eres virgen, por un sólo lado.
Sonrió ladino el sinvergüenza de Osomatsu. Bueno, Choromatsu sabe a lo que se refiere.—... Tú no sabes cuando mantenerte callado, verdad?
Se quejó avergonzado el de sudadera verde.— Jeje.
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Amor Entre Sextillizos. (Yaoi/Gay)
FanfictionEl amor extraño de Ichimatsu y Jyushimatsu. El amor tierno y sincero de Karamatsu y Todomatsu. Él amor complicado y desafiante de Osomatsu y Choromatsu. Los famosos sextillizos. Estas son mini historias sin un final específico, al igual que la seri...