lane boy · josh dun and tyler joseph

Josh

Odiaba la lluvia. Me hacía quedarme en casa, triste. Aunque Billie hacía esos días más hogareños y alegres, seguía odiandolos. Y aquel sábado estuvo lloviendo desde primera hora. Tyler se acercó a traer sus cosas, no paraba de disculparse y decir que no se quedaría mucho tiempo, que sería provisional. Me daba algo de pena pensar que si no fuese por nosotros quizá se habría ido a Columbus, con su familia, y me acojonaba un poco pensar que me quedaba solo con Billie después de haberla liado tanto con el grupo.
Por si fuera poco, aquel día me había citado con Tom Ackles, el manager de la banda, en casa de Billie (la que ahora era de los dos). Tenía que contarle lo que había pasado, porque habíamos llegado a un acuerdo a principios de año y aún no le habíamos entregado nada de lo acordado. Estaba de los nervios. La lluvia no dejaba de chocar en los cristales, Billie y Tyler se habían ido y la cabeza me explotaría si seguía escuchando los porrazos del agua. Acaba de comer y se me había revuelto el estómago, no tenía ni idea de como iba a explicarle a Tom todo lo ocurrido. Me metí en el estudio, donde Tyler había dejado sus cosas y rebusque el acuerdo en los papeles de mi escritorio. Encontré un post-it amarillo justo en la pantalla del ordenador.

Quizá
quiero a ratos
estar lejos de ti
porque necesito que
me eches de menos
o por miedo a que
me eches de más.

Billie. Siempre tan intensa, tan ella. Le costaba entender que yo era de esos tipos a los que les cuesta que salga algo bonito de su boca. Muchas veces solo me dejaba sin palabras. No es que no quisiera decirle también cosas, es que simplemente me quedaba mudo. Porque la forma con la que me miraba o la manera en la que me enredaba con sus brazos me enmudecía, y no era capaz de hablar. Solo era capaz de sonreirle, incluso cuando dentro de mi todo era un caos.
Y esa vez si que era un caos, cuando Tom llamó al timbre yo estaba tan entretenido pensando en ella que tardé en abrir la puerta.

–Hola Tom, pasa –dije haciéndome a un lado.

- Hola Josh - asintió - Hacía bastante que no te veía.

–Ya, bueno –me moví nervioso indicándole que podía sentarse –. Han cambiado un poco las cosas desde la última vez.

- Cuéntame, porque no recibí absolutamente nada de lo que acordamos.

–Sabes como son –expliqué –, los has escuchado tocar y cantar. Tu mismo me dijiste que yo era el más sensato y con más talento, por eso me confiaste a mí el trato. Sabes la basura que tocaban –trague saliva.

- Si, la verdad es que eran malísimos, daban pena. Y sus letras peor aún.

–He dejado el grupo –solté de sopetón.

Alzó sus cejas y cruzó sus manos.

- ¿Y bien?

–Te he llamado porque... Uhm... Bueno realmente creo que solo te he llamado para informarte. Vería normal que rompieses el contrato, tu apostaste por nosotros y te he fallado...

- ¿Tienes algo mejor para mí?

–Trabajamos en algo pero... ahora mismo lo estamos empezando.

- Josh, háblame en claro - pidió.

–He empezado a tocar con un amigo, y tiene muy buenas letras –dije emocionado–. Creo que podemos tener futuro.

- ¿Puedes enseñarme alguna?

Me levanté, subí a toda prisa al estudio y cogí un cuaderno que Tyler me había dado.

–Mira.

Lo ojeo unos segundos.

- Me gustaría veros tocar.

–Tyler debe estar a punto de llegar... –suspiré y cogí mi teléfono – Voy a mandarle un mensaje.

Le mandé:

"Te necesito, ahora!!!!"

"¿A mi? Estoy a dos minutos de tu casa"

"Vuela"

Mientras tanto, le ofrecí algo de beber y me comentó sus letras. Cada rato que pasaba me sentía mas nervioso. Tyler abrió la puerta, Billie le había dejado las llaves por si las necesitaba.

- Hey Hola - tiró de su pelo hacia atrás, parecía que venía de correr.

–Tyler –dije levantandome–, este es Tom, el mánager del que te hablé.

- Hola Tom - sonrió dándole la mano.

–Encantado. Josh me estaba hablando de tu trabajo –señaló el cuaderno–, me apetece mucho escuchar algo.

Tyler me miró.

- Lo que a Josh le apetezca tocar, será un honor.

Asentí y bajamos a la cochera. Me senté en el banquillo comprobando que todo estaba en orden, ya que al trasladarlo de una casa a otra había tenido que montarla de nuevo. Tyler bajó al rato con su teclado, que había dejado previamente en el estudio, con sus demás cosas. Se sentó también. Tom se quedó sentado en el pequeño escalón que dividía la casa y la cochera.

–Tyler, la que más hemos ensayado –me miró y asintió.

Indiqué con las baquetas la entrada y empecé a golpear primero suavemente, y fui aumentando el ritmo. Siempre me ponía sudando cuando tocaba, pero esa vez sudaba más por nervios, por no saber si le gustaría o no. Tengo que reconocer que tuvimos bastantes fallos, habíamos ensayado la canción cuatro tarde contadas, era lo mejor que nos había salido hasta entonces. Lo cual, en cierto modo, era bueno. Tyler se había adaptado perfectamente a mis ritmos y yo a los suyos, simplemente encajabamos bien. Al terminar, se me cayó una baqueta al suelo, de la emoción. Miré a Tom, en busca de aprobación.