Creí haber abierto los ojos, pero la oscuridad me hacía dudar si realmente mis parpados se habían separado. ¿Había abierto los ojos o aun los tenía cerrados? Todo estaba oscuro, suavemente comencé a percibir algo, no estaba solo, lo único que llenaba el vació, era un sollozo, desde la esquina más lejana, un llanto ahogado en el miedo de ser descubierto.
Me guíe por el sonido, a tientas me fui acercando, lentamente, paso a paso.
La oscuridad era tan nítida que se volvía espesa, mis manos intentaban anticipar cualquier obstáculo que pudiera interponerse en mi camino.
Al cabo de unos segundos caí en la cuenta de que ya no oía el llanto, es más, ya no existía sonido alguno que me guiara.
Seguí avanzando, sentía que con o sin ruido, ahí había alguien que necesitaba mi ayuda.
Un paso, dos, tres... Me detuvo el ruido repentino de un fuerte golpe.
Me incorporé en la cama, sobresaltado, agitado, mi respiración corría una carrera contra mi corazón, los latidos retumbaban en mi pecho.
Poco a poco se fue regularizando mi pulso... La transpiración secándose en mi espalda. No entendía, ¿Por qué estaba tan agitado? Lo único que recordaba del sueño era la sensación de no haber podido llegar hasta algo... o alguien, pero no más que eso, no podía recordar a qué o a quién, donde ni por que... solo recordaba que estaba oscuro, muy oscuro...Todavía no había amanecido.
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Un sueño entre la Tinta y el Mar
SpiritualEl amor puede hallarse donde menos lo esperamos. Las preguntas más profundas pueden tener su respuesta escrita en la arena. Todo puede pasar cuando un escrito que ha perdido su inspiración sale en busca de su último libro.