Los días pasaban maravillosamente rápido y nosotros exprimíamos los minutos hasta que de ellos no quedaba instante sin compartir.
La lluvia de las dos últimas tardes había sido excusa más que suficiente para contarnos nuestras historias personales, hablar de nuestros sueños, y acercar cada vez más nuestras ganas...
Una nueva mañana que comenzaba, que me recibía con la tibieza de un sol escondido tras las nubes, con el canto de algún pájaro que había elegido la rama de uno de tantos árboles próximos a mi ventana, para hacer su nido.
Me asomé por la ventana de mi habitación. Me quede mirando aquel paisaje soñado. Hay momentos en los que encontramos todo lo que realmente vale la pena, resumido en un horizonte. Hay momentos donde podemos palpar lo perfecto en un simple cuadro que nos regala la vida. Cerré los ojos, el fresco de la mañana se recostaba en mi rostro cada vez que una nube pasaba delante del sol. Aquel pájaro cantaba su canción, sin esperar nada de la vida, solo disfrutándola, así como la disfrutaba yo en ese momento.
Con solo una respiración profunda, el aroma del pasto y el rocío, se impregnaban en todo mí ser y generaban una imagen en mi mente que me permitía ver todo sin mirar. El olfato es el más prehistórico de nuestros sentidos, y es aquel que nos permite recordar sin ver, es aquel que nos transporta a distantes lugares en tiempo y espacio, casi de arrebato y sin preguntar. Respiré una vez más antes de abrir los ojos. Como intentando quedarme para mi esa sensación de paz, de plenitud. Los humanos tenemos esa maldita necesitad de aferrarnos a las cosas, y querer hacerlas eternas, impidiéndonos así disfrutarlas por completo en el ahora.
Dos golpes a mi puerta me arrancaron de mi escena. Me costó volver a la realidad, esos instantes parecen absorbernos.
-Si, adelante-
La puerta se entornó, y una voz familiar se disculpó sin terminar de animarse a pasar –Hola ¿Molesto?- Era ella.
–Nunca molestas, pasa-
Antes de que se encontrara por completo dentro de la habitación, su perfume se había esparcido en todo el ambiente, suave, floral, etéreo.
-¿Cómo has dormido?- Pasaba a saludar, porque me llegó un llamado del lugar donde trabajaba, y tengo que hacer unos trámites, así que posiblemente no vuelva hasta la tarde y quería avisarte, para... tú sabes, por si tenías ganas de que tomáramos algo antes de cenar-
-Claro, me encantaría-
-Bueno, entonces en el restaurante a eso de las siete ¿te parece bien?-
-Perfecto- Asentí, y una vez más me la quedé mirando.- Hasta la tarde entonces-
-Hasta la tarde- Sonrió y se marchó.
-Hasta la tarde- Respondí mientras la puerta se cerraba.
Bajé a desayunar. Para mi asombro junto con mi café la señorita que atendía el restaurante me trajo el diario. La miré sorprendido
-Desde hoy siempre servimos el desayuno con un diario por mesa, es un nuevo servicio para los clientes- Y sin decir más se retiró. Cada vez me despertaba un poco más la curiosidad el saber si ella disfrutaba realmente lo que hacía.
Tomé el diario y en ese mismo instante quedé paralizado, no podía estar bien la fecha, era difícil pensar que el diario estuviera equivocado, imposible en realidad, pero... ¡Los días se habían esfumado!
Se acercaba el momento de hablar con la editorial, tenía un tiempo determinado por contrato para presentar el borrador de mi novela, y desde aquella caminata infortunada por la playa que terminó mejor de lo que esperaba, hasta este momento, no había dedicado un solo minuto a la escritura, tenía que retomar mi historia.
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Un sueño entre la Tinta y el Mar
SpiritualitéEl amor puede hallarse donde menos lo esperamos. Las preguntas más profundas pueden tener su respuesta escrita en la arena. Todo puede pasar cuando un escrito que ha perdido su inspiración sale en busca de su último libro.