CAPÍTULO SIETE

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Cuando empieza la pelea me siento diminuto. Las facciones de Ben asustan. Sus dientes montados y de color amarillento y su boca llena de sangre me infunde el suficiente respeto como para no atacar. La vena que tiene en la frente y su cara roja por el esfuerzo que ha hecho contra Nathan. Le caen gotas de sudor por la frente.

El recorrido de la multitud de gotas es bastante estremecedor. Caen del pelo rapado al estilo militar y recorren la frente deteniéndose en todas las marcas de brechas que tiene. Después bajan por la nariz a una velocidad de vértigo y se lanzan al vacío hasta impactar con el suelo del ring.

Ben me da miedo. Es un hecho. Y la verdad es que no mucha gente ha conseguido darme miedo a lo largo de mi vida. Ni el representante del GCU aquí en Someplace, el Sr. Karz, que supone la mayor autoridad en mi ciudad; ni los fuertes, rápidos, agiles e inteligentes cazadores; ni la muerte.

Llevaba siete meses huyendo de la justicia. Siete meses vagando por mi ciudad y extrarradios con tal de mantenerme con vida. Mis padres murieron salvándonos. Nos dieron tiempo para escapar arriesgando con ello su vida y perdiéndola.

Los cazadores están ahí solo para hacernos cumplir los castigos del reglamento. El GCU les da derecho a actuar de la forma que ellos deseen si un ciudadano se interpone en su trabajo. Y eso es deleznable. Que unas máquinas inanimadas actúen de esa forma bajo el consentimiento de seres humanos es lo más triste que he visto y vivido nunca.

Y de nuevo mi mente se centra en mi adversario, que viene hacia mí corriendo con la mandíbula desencajada y los nudillos blancos de la fuerza con la que está cerrando sus puños. Le esquivo y choca contra las cuerdas que delimitan el ring.

-Deja que te pegue tan solo una vez Jason. Después podrás hacerte el inconsciente y no seguir peleando.- me dice. Y a decir verdad es buena idea.

Viene hacia mí a paso firme y ligero. Me temo lo peor cuando estamos a dos palmos. Pero entonces, por un acto reflejo le golpeo en la rodilla sacando fuerzas incluso de donde no las tengo y le hago caer de rodillas al suelo. Y cuando tengo su cara a la altura de mi cintura le golpeo con la rótula de frente en los dientes.

Cae de espaldas. Pero cuando el cazador empieza a contar y ben se levanta ya no tiene cara de querer darme solo una vez y dejarme ir. Pero ¿por qué no? A mí siempre me ha gustado la competencia.

-Vas a morir, novato.

Lanza dos directos seguidos que consigo esquivar y un crochet que me mueve el flequillo. Repito sus movimientos como un espejo después de él pero no consigo darle. Lanza una patada al estómago que esquivo con dificultad perdiendo el equilibrio, cosa que aprovecha para darme otra patada en la cabeza.

Caigo al suelo desorientado. Veo borroso y tan solo escucho a Rose darme ánimos desde las gradas. Es buena chica. A decir verdad, llevo un día aquí y me estoy empezando a dar cuenta de que no por estar en un reformatorio tienes que ser el típico adolescente conflictivo con ganas de partirle la boca a cualquier ser vivo que se cruza en tu camino.

-¡Levanta, cobarde!- bueno, Ben sí cumple esos requisitos. Pero es una excepción.

Y sin ni siquiera darme cuenta me levanto. Supongo que es un impulso de supervivencia. La cuestión es que sigo dispuesto a pelear y ya no le temo. Lo veo ahora un poco más claro. Y no sólo me refiero al entorno. También a la victoria. Tiene una elasticidad en las piernas increíble. Puede levantarla a la altura de su cabeza sin ningún esfuerzo. Por eso será lo que le ataque primero.

SUMISIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora