Capítulo Cero

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NARRA MUTO-KUN.

Me cuesta levantarme de la cama, el frío de la habitación golpea mi cara prueba de lo temprano que aún es gracias a esto mis cachetes estaban tan fríos que ya no podía sentirlos.  La idea de seguir durmiendo envuelto en las gruesas mantas que guardan el calor de mi cuerpo me parece de lo más atractiva en estos momentos, pero el molesto sonido de la alarma no parará de sonar hasta que me levante o bien puedo simplemente estirar la mano fuera de las cobijas, del calor abrigador y apagar el molesto aparato para así continuar durmiendo cómodamente como hasta hace poco hacía, antes de que comenzara a sonar dicha alarma.

No me parece del todo mala sino todo lo contrario, pero después de la forma tan abrupta en que despertaba me era imposible volver a retomar el sueño. Tenía dos opciones; me quedaba en cama mirando qué de interesante tiene el techo esperando a que el tiempo transcurriera para perder un dia de clases o me levantaba como siempre y seguía con el perfecto e intachable  puntual asistencia.  El molesto y constante zumbido chillón procedente del reloj despertador continuaba irrumpiendo el hilo de mis pensamientos, actuando sin pensar tome el aparato y lo estrelle dirección a la pared donde en cuestión de segundos terminó hecho pedazos en el suelo, a trompicones y con muchas dificultades salí de la comodidad de mi deliciosa cama, para ir directamente al baño que gracias a dios estaba exclusivamente dentro de mi habitación por ello no lo compartía con nadie, era mi baño personal.

A veces, solo a veces llegaba a odiar el ritmo de vida que llevo así como la misma, el típico perfil de chico estudioso, inteligente, sobresaliente en todo lo que hace, con aires de grandeza que sin esfuerzo alguno conseguí solo por el hecho de estudiar en una universidad con el prestigio tan alto tanto como sus colegiaturas, todo gracias a el apellido Muto.

Pasados aproximadamente 15 minutos salgo con una toalla grande de color negro alrededor de la cintura cubriendo mis partes nobles y una más pequeña alrededor de mi cuello evitando que el agua que todavía escurría por mis rebeldes cabellos en forma de pequeñas gotas, terminará en el suelo en forma de gotas gravitacionales.

Comienzo a secar mi cuerpo con la toalla, ni lento ni perezoso, al estar completamente convencido de que ya no hay rastro alguno del agua, prenda a prenda voy cubriendo mi desnudez hasta que solo quedan mis pies descalzos; calzo mis tenis y en una de la tantas mochilas que nunca uso me dispongo a meter varias mudas de ropa para suficiente tiempo fuera de la mansión Muto.

Me acerco hasta el espejo colgado de un extremo de la habitación, observo con mucha atención al joven que estoy viendo reflejado en aquel pedazo de vidrio, cabellos de un trío de colores inusuales, ojos color amatista bastante expresivos, un par de labios carnosos sin exagerar de un tono cereza, Su tez, bastante pálida, era suave y fina,  mostraba en las tersas mejillas vivo color de carmín.

Suspiro, conforme con la vestimenta que he elegido hoy a mi mente acude el recuerdo que hoy es la visita del presidente y dueño de aquel infierno que solemos llamar academia. Por un breve momento agradezco su repentino interés por la institución ya que gracias a él se cancelan por el día las clases aunque por otro lado nos vemos en la imperiosa tarea de presentarnos a como dé lugar.

La pantalla iluminada de mi celular mostraba en números visualmente grandes 6:45 a.m. Asegurándome de estar listo y llevar conmigo todo lo necesario para no regresar por un buen tiempo a mi "casa", salgo de la habitación hacia la planta baja donde se encuentra la sala principal la cocina y el comedor, tomó las llaves que se encuentran sobre la encimera y salgo disparado por la puerta trasera hacia mi moto me coloco el casco y me monto en ella de una vez arrancó lo más rápido que puedo y en con un sonido sordo lo único que dejó detrás de mí son la enorme casa que se va haciendo menos visible conforme me voy alejando hasta desaparecer a la distancia y esa persona gritándome bastante molesta por el atrevimiento de hacer lo que hice.

SOLAMENTE MÍODonde viven las historias. Descúbrelo ahora