Capítulo Ocho

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Sennen Pov

El omega acortó la distancia entre nuestros rostros, podía sentir su aliento acariciando mis labios, y entonces paso lo que tanto temia, me beso sus labios estaban sobre los míos no puedo negar que eran suaves y tenían un sabor dulce nada comparado a su olor, pero igualmente delicioso.

Esto estaba mal a muchos niveles, a pesar de estar en mi etapa más débil no tenía la fuerza suficiente para alejarlo solo me deje hacer igual que un muñeco de trapo, cuál marioneta manejada por su dueño.

Los labios de aquel sensual Omega se movian sincronizados con los míos, una batalla de lenguas, saliva su olor estaba cegando por completo mis sentidos, al mismo tiempo se mezclaba con el mio

¿Qué diablos estaba pasando?

Todo rastro de raciocinio se esfumó dejando a su paso nuevamente aquella neblina de lujuria desmedida, mi cuerpo ya no era consciente de lo que hacía, mi cerebro ya no regía los movimientos voluntarios e involuntarios.
Incluido mi lobo, y es que ya no sentía ningún rastro suyo era como si toda la ira que sentía se hubiera esfumado.

El Omega enreda sus delicadas y delgadas manos entre mis cabellos, me sujeta la cabeza jalando por los mismos dando acceso a sus labios que atacan mi cuello sin piedad besando, mordiendo a su gusto.

—Hueles Delicioso Alfa. —ronroneo el pequeño Omega.

Mi lengua indecisa se encuentra con la suya, automáticamente como si mis manos tuvieran vida propia descienden lentamente por su cuerpo acariciando a su paso hasta llegar a sus glúteos carnosos y suaves como el resto de su bonito cuerpo, los aprieto logrando un gemido ahogado de su parte, masajeando me aventuró a tocar un poco más allá, mis dedos se cuelan entre sus glúteos, su entrada que estaba estirada por un dildo y su lubricante natural escurría por la misma con el intenso aroma dulzón emanando continuó descendiendo por su cuerpo infinitamente desnudo y hermoso, repartiendo caricias sutiles por sus piernas y su piel al alcance de mis dedos sujeto las mismas logrando que rodean mi cintura. Rodeo su estrecha cintura con mis brazos, acercó su cuerpo aun mas al mío eliminando cualquier espacio entre nuestros cuerpos, puedo sentir que está tan ansioso como yo (...)

¿Que mierda?

Retrocedo despacio hacia la cama, sin separarme de él, Cada beso es mas adictivo que el anterior.
Mis piernas son las primeras en chocar contra la orilla de la cama, voy descendiendo poco a poco atrayendo su cuerpo con ayuda de mis manos que se encuentran en su cintura, no quiero separarme de él, de su tacto, su cuerpo con el mío hacen una perfecta sincronización. El está sentado encima de mí sus piernas aún rodeando mi cintura, nuestras erecciones se rozan creando una deliciosa fricción, que aumenta gracias a los movimientos pélvicos por parte de ambos.

Lo siguiente que supe fue que estaba en la cama, desnudo, completamente expuesto y a la merced de ese sexy Omega. ¿Tan débil era? ¿Donde quedo aquel alfa? Aquel estúpido Alfa con el ego por las nubes que no se dejaba hacer por nadie. Ahora mismo no había rastro alguno de ese alfa.

Mi espalda respaldada por las almohadas que servían de soporte para sostenerme. Mi cuerpo febril, cierta parte de mi anatomía yacía orgullosamente erecta y entre mis piernas un hermoso omega devorandome como si fuera el más delicioso pedazo de carne.

~Nos iremos al infierno...~

Aulló el lobo herido..

(...)

Yugi Pov

Mi casa no era la misma, la calidez era simplemente la mejor, mi mamá estába conmigo, hacía 24 horas que salimos del hospital y es que fue más a petición mía que por gusto de mi madre, ella insistía en dejarme un día más en observación por cualquier situación, sin embargo pude convencerla de que en casa me sentiría mucho mejor que estando rodeado de la pálidas y pulcras paredes blancas de aquél hospital, además que el olor de los analgésicos no me ayudaba en nada, los hospitales nunca han sido de mi agrado. Sólo prometiendo que si llegaba a volver a sentirme mal era como le diría e iríamos de regreso.

La herida en mi cuello estaba casi cicatrizada, cubierta con un vendaje que por supuesto debía desinfectar cada cierto tiempo, aunque aún sentía adormecida, la incomodidad no desaparecía, pero extrañamente no dolía, al menos no como se esperaba.

Hoy no había asistido al colegio por órdenes de mi madre quién hasta el momento no me dejaba solo, ha estado al pendiente de mi, estar recostado en mi habitación no ayudaba.
Opte por salirme de mi habitación, bajando por las escaleras a la sala para después pasar a la cocina y encontrarme con la grata sorpresa de que mi madre se encontraba esperando por mi con una gran sonrisa y el desayuno servido; un plato con un omelette, tostadas con mermelada, jugo de naranja, fruta picada y café recién hecho.
Olia delicioso, dicho olor solo lograba hacer gruñir a mi estómago hambriento y mi boca salivar.

—¡Oh, Yugi! —Exclamó mi madre sonriendo, una sonrisa a mi parecer genuina. —¿Cómo te sientes cariño?—

Mi madre parecía una persona distinta a la mujer fría y pulcra que siempre fue, su mirada dulce, sus palabras amorosas. Está no era Marian Mūto.

—Creí que seguía soñando.— dije mirando a mi madre.

Su sonrisa se ensancho mostrando su blanca y perfecta dentadura.

— No Yugi, de ahora en adelante voy estar en la casa. Además quiero recuperar tiempo perdido contigo, así que amor, come por favor que yo voy a cuidar de ti hasta que te recuperes y aún después.—

Se acercó hasta donde yo estaba, posando su mano en mi mejilla acariciando con cariño y en su mirada había amor, beso mi mejilla dejando la sensación de calorcito instalándose en mi pecho. Revolviendo mis rebeldes cabellos, tomándome por los hombros me guío al comedor.

Disfruta mi cielo. — susurro ella.

Y entonces todo se volvió negro.

SOLAMENTE MÍODonde viven las historias. Descúbrelo ahora