La Dama

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Y la dama de los sueños despertó aquella noche, conmovida por las rosas rojas que le dejo su amado fallecido años atrás, hechizada por las olas de tu ventana. Te observa dormir, te observa soñar. Quizá esperando un susurro de tus labios, susurro que se lleva el viento.

Dulce.

En una iglesia alejada tanto del pueblo, como de Dios, su mano benevolente tocando el cabello del demonio.

Salvaje.

Y su voz, canta la canción del descanso eterno. Duerme, restaura los pedazos rotos del espíritu perdido, que ya no puede gritar, que ya no puede verte. Dime porqué me abandonó, te suplica la dama. Y tú no sabes que contestarle, la cruel verdad o la suave mentira. La dama duerme acunada por los recuerdos, que le trae el alba traviesa.

Los ángeles vigilaran esta noche, todos podemos descansar tranquilos, de aquellos sueños infantiles, que nunca se han cumplido. De aquellas esperanzas inútiles, de esos momentos que ya nadie recuerda.

El cristal brilla con menos fuerza, a medida que te acercas, a medida que te asustas, de un demonio pasado que ya no existe. El sensible beso de la dama te conmueve, su frágil alma te fascina. Ya no hay miedo del espíritu perdido, ya no hay temor del latido oculto.

Un niño de ojos tristes, en la mente perturbada del anciano, que ya no puede oír ningún llanto buscando consuelo. Si la risa de la madre abandonada pudiéramos oír, todos los horrores del mundo seríamos capaces de solucionar. Retumba en tu mente, oscurece en tu mirada, se hace fuerte a cada paso que das.

Peligro.

Lluvia, su frío susurrante te llena, sin permiso te toca, con el derecho que ella misma se otorgó. El ser que fue humillado, un día se levantará con las indicaciones de Dios. Y será el fin. Para ti, que lees esto curioso. Para mi, que escribo esto traicionera. La dama no despertará, porque tú no la ayudaste, porque nadie lo hará.

Después del caos, el demonio se siente vacío, se siente inútil y decepcionado. No fuiste la víctima que él deseaba, no fuiste perfecto. Solo fuiste una marioneta, movida por el encantamiento de unos seres que se autoproclaman dioses.

Maldito ladrón de estrellas, que te veo correr por el firmamento perseguido por los perros del destino. Aún creo escuchar sus ladridos, sus gritos.

Duele.

Este sentimiento no me dejará, las cadenas me oprimen el corazón. A mi, a la dama, a ti. Es la muerte despiadada, que no teme acabar con los ángeles. Arrancarles las alas, cortarles las cuerdas vocales, desgarrarles el corazón. Ya nada tiene sentido, solo la dama y yo seguimos buscando al espíritu perdido, seguimos esperando al latido oculto.

Y tú, vendrás con nosotras, hacía el fin que su amado no pudo predecir. Creemos en seres superiores, creemos en almas poderosas. Sueños, demasiado inalcanzables, demasiado inútiles, tal vez otra estupidez humana.

El viento ardiente arrastra nuestras raíces secas, los estallidos marchitan nuestros pétalos descoloridos. Siempre peleando, tal vez el fuego eterno de la guerra, pueda derretir el hielo lleno de desconfianza. Solo nos queda el polvo y una canción, solo podemos cantar y dormir para siempre, a un lugar donde la dama sea feliz, tú, yo.

Celestiales ondas que bailan en el firmamento, llenad al espíritu perdido con vuestra gracia.

Un lobo blanco se difumina en las montañas, observa al demonio, impasible, encantador y tenebroso. Te observa a ti, traicionera alma caritativa.

Las flores se abrirán más bellas está noche, esta última noche de locura.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora