Capítulo 9: Una Revelación

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-¡Herms! ¿Estás bien? ¡Estas llorando!-Ginny atajó a la prefecta de griffindor en las escaleras cuando iba directo a fugarse a su cuarto.

-No me pasa nada, Ginn...déjame.-le dijo suplicante.

Hermione había entrado a la sala común con varias lágrimas aun surcando su rostro, cuando se encontró con su mejor amiga. Trató de evitarla y escabullirse, pero la pelirroja fue más rápida. Tomándola por los hombros, la observó detenidamente y supo en ese momento que su estado se debía a alguien, más específicamente, alguien del sexo opuesto.

-¿Qué paso?-y ante el silencio de la leona, comenzó a hacer conjeturas-¿Fue Zabbini o el idiota de Malfoy? Si alguno de los dos te ha hecho algo te juro que...

-¿Qué te hizo esa serpiente maldita, Hermione? ¡Dímelo ya o te juro que le mataré!-Ron que había escuchado la última parte de la conversación, reacciono intempestivamente.

-Nadie me hizo nada Ronald ¿puedes dejar de gritar tanto?- ella parecía cansada, pero también triste, inmensamente triste. Si ellos en verdad supieran porque estaba así la dejarían irse en paz sin más preguntas.

-Está bien, pero es que ese imbécil me saca de quicio. Entonces ¿Por qué estas así?-sus amigos parecían preocupados.

-Por nada, solo...recordé algo, es eso. Voy a acostarme, no se preocupen por mí ¿sí? estoy bien- y cerrando la conversación subió las escaleras, perdiéndose en la oscuridad.

-¿Por nada? Nadie llora por nada. Aquí hay boggart encerrado.-dijo Ron mirando el lugar en donde antes estaba la chica.

-Más que boggart, yo diría que hay amortentia encerrada.-le contestó Ginny, mintiéndole y disfrutando de eso con una expresión tan seria que hubiera convencido a la mismísima Mac Gonagall. Adoraba molestar a su hermano, era un deporte familiar.

-¿Amortentia? ¿Pero porque esa pócima? No estarás insinuando que... ¡Hey Ginny, ven aquí! ¡Contéstame!-Ron Weasley parecía totalmente turbado.

-¡Por el amor del querido Godric, Ron! Hasta un ciego podría darse cuenta de lo que le pasa. Y tú tienes menos sensibilidad que una roca.-dicho esto salió con rapidez por el retrato de la dama gorda, sonriendo divertida. El pelirrojo se quedó quieto, inmutable pensando en la remota posibilidad de que su amiga haya querido enamorar a alguien. ¡¿Enamorar a alguien?!

¡Eso, jamás! Se prometió internamente. Entonces dando media vuelta, salió por la misma puerta que lo había hecho su hermana minutos antes, yendo a buscar al embrujado y malnacido pretendiente de Hermione.

***

Oscuridad y silencio.

El antiguo rey de las serpientes había caminado durante todo el día, internándose cada vez más en el bosque prohibido. Antes de cruzar los primeros árboles, creyó escuchar la voz de Thomas Smith que lo llamaba insistentemente preguntándole que era lo que estaba haciendo y adonde se dirigía. El, se limitó a seguir su errática caminata, como si de pronto se hubiera convertido en un lastimoso inferi.

La temperatura descendía rápidamente, pero a Draco no parecía importarle mucho. En realidad ya nada parecía afectarle tanto como para sentirlo. Sus pies estaban cansados y entumecidos, y sus manos heladas, parecían haber olvidado el calor de los últimos días de verano.

Siguió avanzando, trastabillándose cada tanto con alguna raíz añeja, pero de lo único que Malfoy se percataba era de las lágrimas que Hermione había derramado esa tarde. Frente aquel espectáculo silencioso, lo único que parecía seguir sonando como un eco insostenible eran las palabras que ella le había dicho. Una tras otra, parecían revolotear alrededor de su cabeza, nublándole los sentidos y la razón.

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