Capítulo IX

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So hit me like a man and love me like a woman
Buried and sad, look me in the eyes, I want it
One will give you hell, one will give you heaven
Hit me like a man, love me like a woman
Love me like a woman

—The Pretty Reckless

—¿No puedes sentirme? Soy yo—susurro en su oído mientras lo abrazo con fuerza, aunque intento mantener a raya las lágrimas que amenazan con escapar, la desesperación en mi voz es palpable.

—Lo siento, Elena. No quiero lastimarte más. Lo mejor es que te vayas y no regreses—Xavier toma mis manos entre las suyas cuando se aparta de mi lado. Me mira fijamente a los ojos durante varios segundos, pero no encuentro rastro de mi mejor amigo, el único sentimiento discernible en su mirada es la lástima que le causa lo que sea que refleja la mía.

Su rechazo es infinitamente más suave esta vez, pero el dolor que me causa no es por eso menos devastador. En un último impulso, me arriesgo a darle un delicado beso en los labios antes de dar media vuelta y correr hacia el auto donde me espera Oliver, quien se limita a manejar cuando el llanto me vence y en silencio me despido de mi primer amor.

Ha pasado ya casi un mes desde el regreso de Xavier; sin embargo, nada sustancial ha cambiado, excepto, tal vez, que mis esperanzas de recuperarlo son cada vez más exiguas.

"Tiene recuerdos, pero no los siente como suyos. Sólo los sabe", fue la explicación de Chris ante la inusual conducta de Xavier en el hospital. Sólo los sabe. Sabe que me amaba, pero no lo siente; sabe que en algún momento su padre mantuvo relaciones sexuales con mi hermana, pero no siente la traición, el asco, el dolor... Es él, pero al mismo tiempo no lo es. Sus recuerdos no tienen valor alguno sin la persona detrás de ellos.

Incluso después de escuchar la conclusión de Christopher, me negué a aceptar la verdad; Xavier no podía simplemente olvidarse de todo, de mí, por eso convencí a Oliver para que me llevara al hospital, alguna estúpida parte de mi cerebro creyó que una vez que estuviéramos solos... pero no, nada más alejado de la realidad.

Frente a mí, el profesor continúa con su exposición de los tres mundos de Popper y aunque el tema me parece realmente interesante, no me puedo concentrar, sus palabras se desdibujan antes de llegar a mis oídos.

Todo ha sido así desde mi último encuentro con Xavier, el mundo repentinamente es un lugar demasiado grande, donde el cansancio me consume lentamente. Al igual que él, sigo siendo yo, pero me perdí en el camino. No soy la misma.

—Elena, se va a enfriar tu comida—la voz de Oliver me llega como desde otra dimensión. Estamos sentados en la cafetería de la escuela y no puedo recordar cómo llegamos a este lugar. Tampoco es que importe—. Come algo, por favor—al levantar la vista me encuentro con su oscura mirada que me observa atentamente, preocupado. Bajo esta luz puedo notar unos delicados diseños circulares de color amarillo que contrastan con el profundo café de sus pupilas. Nunca había notado lo bonitos y expresivos que podían ser sus ojos, enmarcados por largas pestañas negras y unas pobladas cejas del mismo color; pero ahora lucen exhaustos y las grandes ojeras bajo ellos no hacen sino acentuar la impresión. Sin pensar en mis acciones toco con delicadeza la piel ensombrecida:

—Luces muy cansado.

—Tú luces peor—responde con una pequeña sonrisa que no le llega a los ojos—. Vamos, cómete por lo menos la mitad del sándwich.

El día sigue lentamente su curso y mientras camino al lado de Oliver hacia la casa, pequeños detalles de él durante las últimas semanas van llegando a mi memoria. Abrazándome mientras lloro, recordándome que debo comer, bañarme, ir a la escuela, acompañándome en silencio cuando no puedo dormir y, principalmente, su ceño fruncido por la preocupación, que remplazó la constante sonrisa a la que estaba acostumbrada.

Muertos para el mundo - Atrapada en ti #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora