29 de diciembre 4:56 am, casa de la familia Rawson.
Rich se encontraba despierto cuando vio que una camioneta muy vieja se estacionaba en frente de su casa. Estaba ahí sin poder dormir. Acaba de terminar de leer un libro que le había dejado un fuerte sentimiento dentro. Hedda Gabler fue una historia que lo sorprendió un poco, cómo una mujer se podía llegar a quitar la vida. Estaba pensando en el libro. Intentando procesar todo lo que había leído e intentando interpretarlo cada vez mejor. Pero en sus pensamientos siempre había una distracción que a él le costaba mucho eliminar.June Graham.
No sabía qué era lo que lo traía tan tonto por ella. Tal vez era su cabello castaño claro, largo y liso. Impecable siempre. O quizás eran esos ojos celestes. De ese celeste que a él le gustaba admirar en el cielo. Profundos, como el mar. Y Rich podría perderse en ese mar como un náufrago. O su suave piel, con un hermoso tono rosáceo. O su rostro lleno de pecas, que la hacia ver tan tierna y bella. O la forma tan apasionada que tiene para hablar sobre las cosas que ama. Esa pasión que muestra por la música que vuelve a Rich loco. Disfrutaba tanto que sus segundos se gastaran con ella.
Pero June no sentía lo mismo. Ella lo miraba como el mejor amigo que podía tener. Sin lugar a dudas, ella no podría vivir sin la amistad de Rich. Él siempre estaba ahí para ella. Cada vez que ella se sentía mal, Rich buscaba una forma de hacerla sentir mejor. Ella ni siquiera tenía que pedirle ayuda, él se la entregaba sin que ella dijera nada.
Para desgracia de Rich, ahí quedaba todo. En una gran amistad que June no querría perder ni en sus peores pesadillas y en un romance que Rich sólo viviría en sus mejores sueños.Vio a su hermana bajar del coche, con un chico que la acompañaba a la entrada. No era Nate, y eso le pareció un poco extraño a Rich. Pero dejó que pasara. Su hermana tenía dieciocho años y Rich consideraba que podía decidir muy bien con quien salir y regresar a las cinco de la mañana.
El cielo comenzaba a aclararse y Rich pensaba que quizás debería dormir siquiera un momento, antes de levantarse. El insomnio nunca es bueno. Así que se fue de la cocina y se encaminó hasta su habitación.
La habitación de Rich era muy acorde a todo lo que él amaba hacer. Se encontraba en el segundo nivel de la casa y tenía un pequeño balcón desde el cual podía ver el mar. La marea estaba baja. Rich amaba demasiado observar el mar. Había días en los que pasaba horas, observando el mar. Perdiéndose en la espuma, viendo cómo el agua mojaba la arena y arrastraba un poco de ella hacía el interior del mar.
Al lado de su cama, se encontraba un escritorio en el que Rich tenía cientos de apuntes, historias, poemas, y los libros que había leído últimamente. Le gustaba la forma en la que con el simple movimiento de su mano, hacia que el lápiz escribiera todo lo que sentía, todo lo que pensaba. Esas cosas que nunca se atrevía a decir en voz alta. Sólo Dios sabe cuantos poemas había escrito pensando en June, porque él había perdido la cuenta.
Tenía también, un librero, con solo algunos de sus libros. Ahí a él le gustaba poner todos los libros que de algún modo nunca olvidaría. Porque habían dejado, se podría decir, una marca en él. Tenía muchas obras de teatro y libros de suspenso. Le fascinaba el suspenso.
Rich se sentía muy extraño en ocasiones, porque solía apreciar con demasiada admiración sucesos que a los demás no les causaba el mismo cosquilleo que a él.Intentó dormir, pero no conseguía conciliar el sueño. Salió al balcón a tomar un poco el aire, la brisa de la mañana. Entonces, fue cuando vio a su hermana caminando por la orilla del mar, con un andar que emanaba tristeza.
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Joy & Rich (PAUSADA)
RomanceAceptar algunas cosas nunca es fácil. Aceptar la idea de que a veces es muy difícil luchar contra tus propios sentimientos. Y que tarde o temprano debes aceptarlos. Muchas historias me han contado que existen cantidades inmensas de sentimientos. C...