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Después del extraño sueño observó la hora.

—Las diez y media —Susurró y bostezó.

Hoy era sábado así que no tenía que trabajar.

Acaria se tumbó en su cama, cerró sus ojos y los abrió de nuevo. Tenía hambre y como hoy parecía hacer un buen día, demasiado despejado de lo normal, decidió ir a desayunar a su bar donde trabajaba. Más que nada, porque le hacían descuento a los trabajadores.

...

Offenderman, como era ya de costumbre, llegaba a la cabaña de Slenderman. Él tenía una, pero siempre por la mañana iba a visitar a su sobrino.

—Hola sobrinito —Saludó.

Él parecía serio. Aunque no tenía rostro, Offenderman lo conocía suficientemente bien, con tan solo saber su expresión corporal sabía también de sus emociones.

—Hola.

—Pareces serio, ¿Ocurre algo?

—Siento que algo malo te va a ocurrir pronto —Respondió preocupado.

—¿Algo malo? —Preguntó.

—Sí, ¿Y sabes por qué lo siento? —Preguntó Slenderman.

—Porque ¿Eres Slenderman? —Dijo Offenderman.

Slenderman se levantó del sofá en el que estaba sentado y se posicionó en frente de su tío.

—Porque sé que intentaste violar a Sally el otro día y eso no te lo voy a perdonar —Respondió.

Offenderman se rió con prepotencia.

—¿Y qué me harás?

—Te daré en lo que más te duele...

—¿Me vas a cortar el pene? —Le interrumpió.

—Déjame acabar. No, no es eso. Mañana lo sabrás todo —Respondió y le sacó de su cabaña.

Offenderman miró con asco hacia esta.

—Si no me va a cortar el pene entonces no me importa lo que me haga —Pensó.

..

La noche cayó pronto y Offenderman estaba a punto de dormir pero cuando se tumbó en la cama no dejaba de pensar en lo que le había dicho Slenderman.

Pero es que Offenderman no sabía qué tenía de malo lo que había hecho. Para él eso era natural y tampoco es que lo hubiera hecho porque fue interrumpido por Jeff que justo pasó por donde él estaba.

—Seguro que mañana me perdonará —Pensó y se durmió.

...

A la mañana siguiente se despertó y se sentía extraño. ¿Por qué sería?

Se miró al espejo y casi se cae de la impresión.

—No puede ser, no puede ser, no.... —Decía mientras se tocaba su rostro y su cuerpo.

¡Era humano!

En la mesita de noche había una carta con dinero. La agarró y empezó a leerla.

"Hola tío. Espero que te guste el regalo que te he hecho. Sí, eres humano y como tal te tienes que comportar como uno. Ya no adquirirás de tus poderes para salirte con la tuya, ya sabes a lo que me refiero. Y tendrás que mudarte a la ciudad. Como me das pena, he decidido dejarte 500€ para que te alquiles algo por ahí. ¿Sabes qué es una casa de alquiler? Bueno, no pasa nada. Pregunta por ayuda, ahora tendrás que confiar en la gente, como tú querías que las mujeres confiaran en tí para que agarraran la rosa que les ofrecías. 
No des las gracias

Pd: Una vez que salgas de tu cabaña, no podrás volver a entrar".

Arruguó la nota y la tiró al suelo.

Debe de estar de broma.

Por casualidad, miró debajo de sus pantalones.

Se alivió al saber que seguía del mismo tamaño.

—Joder, ahora tengo que ir a la ciudad para al menos desayunar —Pensó.

...

Acaria entró a su restaurante y saludó a sus compañeros, pidió un café y se sentó en una de las mesas.

Agradeció mentalmente por la tranquilidad que había en el restaurante. No le gusta tanto ruido por las mañanas.

Después de unos minutos, vió a un hombre entrando y captó la atención de ella.

Estaba mirando el lugar receloso y se sentó en un sitio.

Aquel hombre llevaba una sudadera negra y unos vaqueros azul oscuro. Tenía el pelo color oro y un poco de barba del mismo color, sus ojos eran verdes. Diría que tendría veinticinco años, pero no estaba segura... La verdad es que era atractivo pero no del tipo de Acaria. Prácticamente nadie era del tipo de Acaria, ella nunca se enamoraba.

Siguió observando a aquel hombre con curiosidad. Una mujer se ofreció a tomar nota sobre su pedido y éste comenzó a pedirle, la mujer le comenzó a observar de forma rara y a Acaria le entró curiosidad.

De todas formas ¿Qué hacía ella fijándose en un hombre?

Cuando ya se estaba terminando el café, vio que la camarera le trajo todo el pedido de aquel hombre. ¡Por Dios! ¿Cuánto come? En su mesa había tres tostadas, un tarro de cereales, un zumo de naranja y un café.

Aquel hombre agarró el vaso de café y lo probó, al poco tiempo lo expulsó de su boca y comenzó a gritar qué era eso. La chica, espectante, no pudo evitar reírse.

La camarera vino rápidamente y lo limpió todo, después compartió algunas palabras con aquél señor y de repente, aquella mujer le dio una gran hostia en la cara de aquel hombre. ¿Qué habría pasado? Ni lo quería saber.

Justo en el turno de fin de semana, que era el que Acaria no trabajaba, estaba aquella mujer, la única que no conocía o no tenía el placer de conocer, a los demás sí.

Ella se levantó, se despidió de sus amigos y se fue. No sin antes dirigir una mirada a aquel extraño hombre.

...

El desayuno estuvo bien, menos esa bebida que probó, no recordaba el nombre, algo de cafá, cafó... O algo así.

Tampoco le había gustado la hostia que le había dado aquella mujer. Si ninguna chica se resiste a sus encantos, esto era nuevo para él.

¿Y eso de alquiler? ¿Qué era? ¿Dónde dormiría?

La noche cayó rápido y él ya estaba muerto de frío. Vio una casa, con unas puertas abiertas y entró en ellas. Subió las escaleras en las que supuso que estaba la habitación y por fin vio una cama. Se tiró en ella y comenzó a dormir.

De repente un grito lo despierta.

—¡¿Qué es esto, Laura!?

—¡No sé, es la primera vez que lo veo!

—¡Me estabas poniendo los cuernos!

—¿¡De qué estás hablando!?

—¡Llego de trabajar, cansado y me encuentro esto!

—¡Te dije que no se nada!

Aquel hombre e intenta pegar pero Offenderman es más rápido y lo esquiva. Baja corriendo las escaleras y sale de aquella casa mientras escucha cómo aquel hombre le está gritando de lejos.

Al final tuvo que optar por dormir en un banco.

No Other [Offenderman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora