Nacimiento.

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Natsu.

Han pasado 9 meses desde ese precioso enunciado.

"No me ha bajado"

Hombres, si su chica les dice eso, y las aman como yo amo a Lucy.

¡Se han ganado el paraíso!

Y para paraíso es aguantar los antojos a las 12 de la madrugada, cruzar la ciudad. Y si son como yo, chicos D.S, será más fácil, pero eso no quiere decir que lo sea completamente.

El paraíso se llama también su sentimentalismo al máximo. Sus cambios hormonales. La ropa, los pies hinchados, los mareos matutinos,  las amenazas de muerte por haberla dejado embarazada aunque ella lo deseara.

No la contradigan.

Y mucho menos digan que están un poco "gorditas"

Pues están firmando su sentencia de muerte en la silla eléctrica o tal vez en en la cuna de Judas.

Solo vean a su mujer, denle la mejor sonrisa que tengan, y solo esperen como se los va a llevar el diablo.



Ese es mi paraíso en este preciso momento, y más. Cuando ahora mismo, tengo la mano de Lucy en mi hombro. Tratando de soportar las contracciones. Así es. Hoy seré padre.





—¡Por la mierda jodida! ¡Mueve esas putas manos y llega de una vez por todas al puto hospital!

Asentí, mientras mis manos temblaban.

—Tranquila, estamos por llegar.

Mi voz sonó de pito. O silbato. No mal piensen. Bueno, si, háganlo.

Di la vuelta, y enseguida entramos a la clínica de maternidad. Estábamos en Magnolia. Mi lugar de origen. Se preguntarán. ¿Qué no eres el puto rey? ¿Qué no tienes un médico de cabecera?



Si, pero no contaba que el mismo día en el que iba a mudarme a Magnolia, se le rompiera la fuente a Lucy, y mis pequeños quisieran salir.

¿Pequeños? Si, serán gemelos.

Ahora voy, con Lucy atrás, gritando barbaridad y media. Con cajas de la mudanza.



—¡Oh mierda!

Grito Lucy, salí de la camioneta en un santiamén, la cargue y enseguida nos atendieron.

Llevaron a Lucy  de inmediato al área de maternidad.

Me indicaron que me colocará una bata. Me la coloque con los nervios al mil.

Vi a Lucy, de lado, le ponían aquella inyección que no recordaba el puto nombre.

El parto será natural.

—¡Natsu! ¡Me duele! ¡Me duele!

Me acerqué rápidamente a ella y le tome su mano. Ella comenzó a apretarla.

Todo comenzó.

Empezó a pujar, mientras sus gritos y gruñidos llenaban la habitación. Sus sollozos me partían el alma.

Hasta que un lloriqueo me dejo en blanco.

—¡Mi señor! ¡Ha tenido una preciosa niña!

Lucy grito una vez más y otro lloriqueo sonó.

—¡Un varón!

Ni siquiera sentí cuando mis lágrimas y mi tensión se iba. Desaparecían completamente.

Colocaron a esas pequeñas personitas en el pecho de Lucy. Son... Perfectos.

—Miren pequeños, él es su padre. Salúdenlo.

Mi cara se contrajo  y comencé a llorar como niño pequeño.

—Gracias Lucy. ¡Gracias!

Abrace a los tres Amores de mi vida.

Sentí como movían sus manitas en mi cara pues yo la había hundido entre ellos.

Levante la vista y nuestra pequeña me veía fijamente. Sus ojos chocolate con matices verdes me enamoraron, su boquita de beso y ese mechón pequeñísimo de color rosa me atrapo. Las manos de mi pequeño me hicieron voltear hacia el. Sus ojos de color verde con matices chocolate, su nariz respingadita y el mismo color de pelo que su hermana. Este chico será todo un galán.

—Sacaron tu feo color rosa. ¿Cómo diablos pueden ser tan hermosos?

Negué con la cabeza.

—Son perfectos por qué tú eres su madre.











Hola mis chicos, hace mucho tiempo dije que tal vez haría un extra, o tal vez para que se escuche mejor, algunos especiales.
Creo, no les aseguro nada, que publicare otros dos  especiales y se acaba esta bonita historia.

Muchísimas gracias por apoyar la ternura de mi pequeño Natsu y nuestra chica Lucy.

¡Nos leemos después! ❤️

Mi guardián.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora