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— Aquí tienes la primera propuesta. —Julián tendió el primer conjunto de páginas hacia mí, las tomé mientras echaba una mirada hacia el resto de montículos ordenados sobre la mesa— Léela, y revisas el resto.

— ¿Rubén ya desayunó? —Cuestioné sin mostrar mucho interés, me había sentado en uno de los sillones de cuero y ahora comenzaba a leer algunas líneas del primer guion.

— Algo así, sólo aceptó que dejáramos la bandeja con tostadas y fruta en su habitación, no quiso salir mientras tú no llegaras.

— Me pregunto por qué será. —Susurré distraídamente, pasando la hoja.

— Miguel, espero que no estés intentando enamorar a tu coprotagonista. —Me codeó de forma acusadora, logrando que levantara la mirada hacia él.

— ¿Qué dices? —Fruncí el ceño, más aún al verle con una ceja alzada por la diversión— Rubén me ve como una figura de confianza, es obvio que no querrá salir de su habitación si está solo y con alguien tan enfermo como tú.

— Me hieres, Mangel. —Se llevó una mano al pecho con dramatismo, por lo que esta vez simplemente revoleé los ojos y continué leyendo.

· La primera propuesta trataba sobre un empresario de inversiones, contrataba a un escort para reuniones sociales y terminaba por obsesionarse con el chico.

No era una trama aburrida, ¿pero cómo lograríamos calzar a Rubén en un personaje escort? Si participaba por obligación en el proyecto, sería difícil lograr que actuara como un acompañante social voluntariamente.

— Pásame el segundo. —Dejé la primera tanda de hojas sobre la mesa, recibiendo ahora el segundo guion.

· La segunda propuesta trataba sobre un sicario que recibía como pago a un adolescente víctima de tráfico humano, a cambio de perdonar la vida de un mafioso.

— Os habéis currado con la segunda propuesta. —Alcé ambas cejas sorprendido, era una trama que había llamado por completo mi atención.

— Aquí tienes otra. —Julián sonrió de forma presumida, entregándome un nuevo conjunto de hojas.

· La tercera propuesta trataba sobre un novio abusador, que violentaba a su pareja y lo vendía sexualmente a su grupo de amigos consumidores de droga.

— Vale, esta propuesta es un poco turbia, no creo que le guste a Rubén. —Hice una ligera mueca de desagrado, apartando aquel guion lejos en la mesa.

— El consultor eres tú, Rubén no es quien escoge. —Julián se apoyó con ambas manos sobre el escritorio, observándome desafiante.

— Entonces esta propuesta la descarto. —Me encogí de hombros, sonriendo con tranquilidad.

Julián bajó el rostro mientras resoplaba con hastío, aproveché aquel breve receso para colocarme de pie, tomando conmigo los dos primeros guiones.

— Me iré a ver al niño.

— Vale, chaval. Aprovecha de llevarlo a pasear por ahí, para que tome aire. —Julián hizo un movimiento despectivo de mano, por lo cual no perdí más tiempo con él y me fui de su oficina.


(...)


Golpeé la puerta del lugar donde ayer se encontraba Rubén, no escuché respuesta desde el interior, por lo cual pensé que quizás lo habían cambiado de habitación. De todos modos intenté girar el pomo, me sorprendí al notar que no estaba cerrado con llave, no dudé en entrar.

El Protegido (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora