Capítulo 5

60 5 0
                                    

     Caleb, Emma y Darwin bajaron la colina hasta llegar hasta la primera casa. Todas las casas eran hechas de madera de roble. Los caminos entre casa estaba cubiertos por un ligera capa de nieve, al igual que los techos de las casa.

     Darwin los guió entre el pueblo. Al parecer nadie notaba su presencia, pero no se puede confiar en eso, ya que la última vez que pensó que nadie lo notaba un ejército de armadura brillante lo buscó. Pero aquí nadie quiere dinero por su cabeza.

     –¿Darwin Prescott? –dice un voz femenina en una de las intercepciones.

     –¡Sherry Lemon! –Darwin saltó sobre una chica de cabello cobrizo y la abrazó.

     Hicieron unas presentaciones rápidas. Era amiga de infancia de Darwin, aparentemente él vivió allí desde los doce hasta hace poco que decidió investigar el mundo. Cuando la mano de Caleb tocó la de Sherry fue como tocar una olla caliente. Luego abrazó a Emma y estaba segura que ella se lo agradeció.

     –¿No sabes dónde estará el alfa? –preguntó Darwin.

     –Está fuera del Valle –le aseguró Sherry –. Creo que se ha ido para el Desierto Hyde.

     –¿Cuándo volverá? –se apresuró a preguntar Emma.

     –Tal vez en un mes o más.

     –No tenemos tanto tiempo –se quejó Caleb.

     –¿Por qué? –preguntó Sherry curiosa.

     Darwin miró a ambos lados para asegurarse de que nadie los estuviera oyendo. Cuando se aseguró que era seguro le confesó que irían hasta el Reino Fugaz pero no sabían hacia dónde ir.

     –Buscamos una dirección –le susurró Darwin a su amiga de cabello cobrizo.

     La chica sonrió y pidió que la siguieran. Darwin sabían a donde se dirigían, pero los gastados aventureros lo desconocían.

     Caleb notó el aprecio enorme que Sherry le tenía a Darwin, pero Darwin actuaba como si no lo notara. Le recordó a Celeste, tal vez así la miraba ella a él mientras estaba distraído. Sintió una pulsada en el pecho. Mientras él miraba a Emma con amor, ignoraba a la pobre Celeste, se imaginó la escena; realmente sería muy incomodo.

     Llegaron a una casa de madera de roble, como todas las anteriores, pero esta era un poco más pequeña que las anteriores. Sherry golpeó a la puerta y una mujer asomó su rostro cuando la entreabrió. La mujer le echó un vistazo rápido a cada uno de ellos, y luego sonrió abriendo la puerta por completo.

     Sherry con un movimiento de su brazo les indicó que entraran rápido antes de que alguien lo viera. ¿Qué ocurría? La puerta daba a un lugar reducido de un metro de largo y el corto pasillo terminaba en unas escaleras que descendían. Caleb, quien fue el primero en pasar siguió a la mujer hasta el piso inferior. Sentía como el estomago, mágicamente, se le había revuelto. Mágicamente, ya que no tenía nada dentro, todas sus provisiones se las había dejado a su hija.

     El piso inferior era más grande. Había una mesa rectangular y una docena de sillas. Colgado sobre la mesa había un candelabro que se balanceaba ligeramente. Las paredes eran de color fucsia, mientras que el techo y el suelo eran de piedra. Al final de la estancia había una chimenea, el humo subía por un agujero en el techo, por donde también, de vez en cuando, caían los copos derretidos.

     La mujer se detuvo enfrente de la mesa. Era de una estatura baja, usaba unos cristales en sus ojos negros para poder ver mejor, en sus dedos brillaban unos anillos de oro (Exactamente, uno en cada dedo), era ligeramente regordeta y su cabello oscuro le sujetaba en una cola de caballo. Les sonrió a sus invitados sorpresas y les indicó que se sentaran en alguna de las sillas.

Las Aventuras de Caleb Coin: Reino FugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora