Nombres

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Esperaba ansioso las palabras de mi mamá. Esta vez me había puesto los zapatos deportivos para salir con full velocidad.

—¡¡Leonardo!! Los pa...

—¡Voy mamá!

—Dios me lo be..

Salí rapidísimo y después de pasar siete minutos de mi corrida, los vi a los tres nuevamente. Ellos me saludaron a lo lejos y yo solo les levanté la cabeza en señal de que todo andaba bien.

Compré los panes y de regreso hacia ellos, les di continuamente los tres panes.

Uno de ellos, agradecido, pero a la vez reservado me dijo:

—¿Por qué lo haces niño? Si siempre te quedas con dos panes, ¿por qué nos das tres?

Y yo respondí.

—Porque ustedes lo necesitan más que yo.

Los tres se voltearon a verse entre sí, plenamente sorprendidos y en gran sonrisa.

Curiosamente eran vagabundos con dentaduras perfectas, quizás algo amarillentas, sin embargo tenían intactos los dientes.

—¿Cómo te llamas chico?—Me preguntó el mismo hombre.

—Mi nombre es Leonardo, pero pueden decirme Leo.

—Un placer Leo. Mi nombre es Larry, y él es Brin y Eric.

Al verlos mejor, los detallé.

Primero Eric era algo gordito, pelo castaño y usaba camisa de cuadros con pantalón viejo color beis. Él fue al que le di el pan por primera vez.

El segundo era Brin, al que le di el segundo pan, tenía el pelo castaño tirando a rubio, era mucho más flaco que Eric y utilizaba franela gris junto con unos bluejens que se encontraban en muy bien estado.

Y por último, el tercero y más callado, era como el líder del grupo. Se llamaba Larry, tenía el pelo rizado color marrón y una sonrisa impecable, usaba un sweter negro y se veía mucho mejor cuidado y aseado que los otros dos.

Aunque el olor en los tres era muy fuerte, de rara manera no podía olerlos bien, porque desde siempre he sufrido de anosmia en la nariz y no puedo percibir muy bien los olores, así que no me afectaban en lo más mínimo.

Luego Larry siguió con su conversa.

—Y dime... ¿tú qué haces?, ¿dónde vives?

—Yo vivo con mi mamá en un pequeño apartamento... —Al instante de acabar mis palabras me senté en la orilla a hablar con ellos.

...

Después de dos horas de charla, me contaron los tres que habían creado una gran empresa pero que todo se fue al "carajo" por una mala administración de parte de ellos, entonces les embargaron y quedaron sin nada.

Larry, era el más afectado de los tres, ya que su esposa lo dejó sólo y se encontraba todavía más triste.

Lo tomé del hombro y le dije:

—Larry, siempre hay una segunda oportunidad para enmendar nuestras vidas, ¡sólo espérala!

Él miraba al piso y sonreía...

Seguidamente me paré y me despedí de cada uno de ellos con un choque de palmas y un puñito como siempre lo hacíamos en la escuela.

Las personas que pasaban en la calle me veían mucho y se preguntaban qué hacía yo con un trío de vagabundos.

Al final regresé a casa y cada nuevo minuto me sentía mucho mejor.

—Volviste mi niño, no me digas otra vez que te los comiste todos.

—Si mamá, me los comí—dije con gran sonrisa.

Mi mamá se sorprendió y me dijo:

—Y ¿eso? ¿por qué tan sonriente?

—Por nada mamá, es que otra vez terminé con un boss muy difícil y lo destruí.

—Hum... está bien mijo.

Mi mamá sospechaba algo, le conozco esa mirada, pero al final se quedó en nada y se fue a la cocina a preparar la comida de siempre.

Huevos con jamón y pan con queso, y de tomar chocolate caliente, ese es el menú de todos los días.

Pero esta vez al servirla le faltó algo y le pregunté.

—Mamá... ¿y el jamón?

—¡Ay papito! eso es lo que hay, todavía no me pagaron la pensión así que tocó así por hoy.

—Bueno mamá, gracias.

Después a la media hora me fui a la cama y me dormí.

La bolsa de panesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora