Bolsa (Final)

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Al siguiente día me levanté muy contento, teniendo en cuenta que hoy era el día que nos embargaban la casa, pero de extraña manera estaba muy feliz.

Me paré y mi desayuno estaba puesto cuidadosamente con mucho amor por mi mamá.

Era esta vez lo de siempre: Huevos con jamón y pan con queso junto con chocolate.

Estaba delicioso, mi mamá hizo un desayuno súper rico. Al parecer se encontraba ella en su cuarto encerrada, quizás durmiendo.

Vi los cinco dolares de siempre pero otra vez en monedas sobre la mesa. Los tomé sin no antes gritar:

—¡Me voy mamá!

—¡Dios me lo bendiga!—Mi mamá respondió muy alegre desde dentro de su cuarto.

—¡Amén!

Y fui con los mejores ánimos a comprar los panes, pero cuando estaba de ida... no encontré a los chicos... y ni siquiera encontré el papel pegado que siempre dejaban en la pared ni la alfombra verde en el suelo. No había nada.

Compré los panes teniendo esperanzas de encontrarlos en la vuelta, ya que siempre los encontraba ahí.

Pero cuando volví... ya no estaban.

Los esperé por unos minutos y nada.

Revisé mi reloj y ya habían pasado dos horas.

Ya eran las 5:36 y estaba muy tarde... Mi mamá me decía que solo me podía quedar hasta las cinco.

Así que decepcionado de todo, miré por última vez el lugar donde estuvieron siempre mis amigos... Y observé algo que me llamó la atención.

Vi una carta doblada en forma de cilindro colocada justo adentro de uno de los agujeros de la alcantarilla.

La agarré lentamente y la abrí.

La carta decía:

"Querido Leo, mis amigos y yo ganamos una nueva oportunidad, ya nuestro equipo de trabajo vino a recogernos, este mes nos probaron quitándonos todo y sin duda alguna ha sido el mejor mes de mi vida. Es un golpe de suerte increíble el encontrarte, sabemos que siempre vienes acá y nos dejas los panes.

Eres un alma generosa, un chico con un valor incalculable. Sé que la situación esta complicada, pero mira debajo de la alcantarilla. Hay una pequeña sorpresa para ti y para tu mamá. Cuídate mucho gran amigo y que Dios te bendiga siempre."

Conmovido por las palabras escritas, abrí la tapa de la alcantarilla y una gran bolsa marrón enorme estaba debajo.

Por ser tan tarde no vi nada dentro de ella y sólo la cargué a mis espaldas camino a casa.

Cuando llegué, coloqué la bolsa en la sala y miré a mi mamá llorando en la mesa de la cocina, no entendía por qué lo hacía, así que solo le dije unas palabras antes de irme a dormir.

—Mamá, no sé si estarás llorando por papá otra vez, pero si no es así... entonces, lo que necesitas está dentro de esa bolsa..

Me fui a mi cuarto, y me dormí.

Mamá.

Mi niño ya llegó... y estoy aquí llorando como una inútil, ya miré cuánto cuesta el tratamiento para mi enfermedad. No tengo ya nada de dinero y ahorita me vienen a embargar...

Tan bello mi niño, de seguro me trajo comida otra vez de parte de sus amigos.

Que hermoso es mi hijo, siempre tan bondadoso. Mi Carl en el cielo cómo debe de estar orgulloso de tener a un niño tan buena gente, tan buen chico.

Vi desde lejos la bolsa de mi hijo y estimé que era una bolsa muy grande, me deslumbré porque pensaba que tal vez era mucha comida.

No perdí el tiempo y me acerqué a abrir la bolsa de mi hijito...

Y me conmovió hasta el alma el hacerlo...

Mis pelos se colocaron en puntas.

Y comencé a llorar...

Con locura.

Había una pequeña nota adentro, con el gran logo de una empresa.

La bolsa marrón tenía unos tres millones de dolares. La nota decía:

"¡Gracias Leo! De parte de los fundadores de Google. Inc, toda la generosidad recibida, por una bolsa de panes. Llámanos cuando quieras, ahí estaremos. Atentamente con cariño, tus amigos; Larry Page, Serguéi Brin y Eric Schmidt."

Rompí en llanto.

...

Hola, mi nombre es Leonardo, pero mis amigos me llaman Leo.

A veces pienso que mi vida es normal, pero cuando veo a mi madre con esa gran sonrisa, se me pasa. Hoy me regaló un Playstation 5 ¡Qué increíble!

Y cada día mi mami está mejor y hace el tratamiento de su enfermedad al pie de la letra.

A veces pienso que tal vez lo que tenía esa bolsa, quizás, eran muchos "anti-embargos".

Leo.

Dime mamá.

Faltan panes.

Voy.

Te amo hijo.

Yo también mamá.

Dios me lo bendiga

¡Amén!

Y fui corriendo a la panaderia muy feliz, esperemos que pronto pueda volver a encontrarme con mis viejos amigos.

Me dijeron que pronto me venían a ver, así que les guardaré mis tres panes de siempre.

Pero mientras tanto, por el día de hoy.

Le regalaré todos, a mamá.

Tal vez pueda ser un lindo regalo.

Gracias papá, por enseñarme tanto, te amo mucho.

Te dice tu hijo,

Leo.

FIN

La bolsa de panesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora