X

813 83 9
                                    

Rubius se pasó la tarde viendo algunas flores de su patio, pues quería cortarlas para llevárselas a Mangel y a su madre.

Al escoger dos rosas (lo cual le pareció muy cliché pero bue), se dirigió a la casa de enfrente.

Tocó el timbre esperando respuesta.

Salió la madre de Mangel, tan arreglada como si fuera a salir a una cena importante cuando en realidad sólo estaba en casa.

"Ruben, hola" saludó con entusiasmo "¿que se te ofrece? ¿tu madre necesita algo?"

"N-no, nada de eso, yo he venido a traer una rosa roja para usted, yo mismo la he cultivado" dijo entregándosela.

"Ay, que lindo eres, ¿y esa otra rosa?" señaló la otra flor en sus manos.

"Es... p-para Mangel" dijo sonrojado.

En ese instante el semblante de la mujer cambió a uno contrario al de felicidad que tenía.

"No se si sea buena idea, quizás..."

"No mamá" llegó Mangel por detrás "déjalo entrar"

"¿Estas seguro hijo?"

Mangel asintió, entonces la mujer abrió más la puerta para dejarlo pasar mientras éste le sonreía.

"Si necesitan algo me avisan, ¿Ruben?"

"Por supuesto señora"

(...)

Rubius al entrar a la habitación de Mangel pudo ver que era la habitación de cualquier chico, sin una decoración tétrica y ruda, como su semblante parecía.

"Mi mamá quiere lo mejor para la gente que está a mi alrededor, discupala"

"¿Ah?"

"Como tú te diste cuenta, soy agresivo con la gente" tomó un artefacto al parecer tipo "pelota" anti estés y se recargo en la puerta.

"¿Es por eso cuando estaban en mi casa se fueron rápido? ¿por eso pensaba que no era buena idea que yo entrara? Pensó que...¿podrías hacerme daño?"

"Si, lamentablemente yo ya te lastime" señaló por un segundo sus heridas, las cuales ya casi no se notaban.

"Lamentablemente" pensó Ruben "P-pero estoy bien, no estoy enojado contigo ni te odio"

"No digas eso, pareces masoquista, queriendo estar conmigo, y yo ignorandote"

Ruben bajó la mirada.

"No entiendo por qué te estoy contando esta basura" Mangel volvió a hablar.

"Porque... ¿seremos amigos? puedo ayudarte a dejar tus problemas" Ruben sonrió nervioso.

"Primero arregla los tuyos, tú eres todo lo que tienes" suspiró "como sea, hagamoslo" apretó la pelota entre sus manos con fuerza. "Cree en algo que probablemente no pase, con lo gilipollas que soy ¿por que insiste? cuanto masoquismo"

Por Dios, Mangel, solo mira lo que te has hecho, piensa dos veces.

"E-esto es para ti" le entregó aquella rosa, interrumpiendo sus pensamientos.

"¿Una...?"

"Flor para otra flor" al decir eso Ruben tapó su boca y su rostro se tiñó de rojo "lo siento"

Mangel le sonrió ante su descuido, y se des-preocupó por un momento. El peli-negro dejó la rosa en una mesa.

"Anorexia"

"¿Qué?" volteó a verlo.

"Yo tengo anorexia" así tal cual lo confesó.

Mangel no hizo una cara de total sorpresa, pues por un segundo, lo veía venir "¿Esa es la razon de esos suéteres?" Ruben asintió.

Maldición, tenía un problema casi igual al de él.

"¿Lo hago? ¿se lo digo? No es mala idea ¿verdad?"

"Bulimia" y puso su mano, queriéndola estrechar con la de Ruben.

Ruben no hizo tal cosa, más bien al escuchar eso tapó su cara con ambas manos.

"Hey, ¿Rubius? ¿que pasa?"

Mangel trató de quitar sus manos, y aunque Ruben forzó un poco, se dejó, y el peli-negro pudo ver que lágrimas caían de sus ojos verdes.

Ruben rápido las limpió con las mangas de su suéter.

"L-lo siento, es que, jamás lo hubiera creído" pensó un poco, Mangel con su cabeza dio la respuesta que lo confirmaba. "¿y-y por eso estabas vomitando en los baños? ¿¡en que estabas pensando!?" comenzó a pegarle con las mangas de su suéter aunque no de manera fuerte.

"¡hey! ¡hey! ¿que ocurre?"

"¿que pasa si alguien te veía?¿que no ves que se burlan de mi por este problema? Tal vez sería lo mismo la para ti"

"no se, solo quería sacarlo todo, ya había comido mucho, bueno" dijo con un tono de molestia.

Mangel cruzó los brazos y cerró un momento sus ojos, y rápidamente sintió una presión.

Ruben lo abrazaba. Pero él no correspondió.

"¿Nos ayudamos?" el castaño dijo.

"Hagamoslo"















Ana y Mia | Rubelangel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora