piratita y amiguito

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El príncipe Randy llegó del kínder y de inmediato se lanzó a la playa, caminando el largo tramo del puente, hasta quedar justamente en el lugar donde unos días antes había visto aquellos seres que parecían delfines.

Rápidamente se quedó parado, quietecito y expectante.

Pero el sol le dañaba la pielecita, haciendo que sus pecas resalten más.

Un ligero chapoteo irrumpió su muy extraña paz, y es que cuando tienes cinco años parece que hormiguitas te andan por todo el cuerpito y eso te hace incapaz de estar quietecito.

¡¡Otro chapoteo y fue el colmo!!.
Enojado Randy volteó a ver al mar, observando pequeñas ondas en el agua, producto de los peces que seguramente nadaban por ahí debajo del muelle.

Sin embargo su sexto sentido le avisaba que era observado. Y eso le dió miedo.

Después de todo sólo tenía cinco años y no era tan valiente, pues aún se chupaba el pulgar.

—Oye, tu...

La aguda voz de una niña llamó la atención del pequeño príncipe. Quien rápido volteó buscando el origen de ese sonido.

Quedando en la orilla del puente con la cabeza en el mar y el cuerpo extendido en el piso Randy observó a la pequeña sirenita. 

Y de ahí sus vidas cambiaron...

Cuento para mi niña bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora