Inevitable II

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— ¡La escuela está en llamas!  ¡Todo es un caos!  ¡Hay cuerpos por todos lados! — había exclamado uno de los maestros del lugar con el pánico más que marcado en cada uno de sus movimientos, la voz le temblaba en una clara evidencia de su alteración, muy a pesar de eso, no hacía nada, no estaba ayudando a nadie, simplemente gritaba.

No podían culparlo realmente, pues cada alma ahí dentro se encontraba exactamente en el mismo estado, intentando correr y salvar sus posesiones, sus posesiones e incluso sus vidas, pues, el responsable de todo parecía no querer perdonar a nadie, había explotado en una ira sin control aparente.

— Encuentra ya a Stuart — ordenó una mujer, tan seria y determinada como de costumbre, cansada de la situación, no dispuesta a perderlo todo, no dispuesta a dejar que el capricho de un niño destruyese todo lo que había construido.

— Pero... — el hombre titubeó, logrando con ello el enfurecer de aquella mujer.

— ¡Encuentralo! Y detenlo de una maldita vez —

(...)

— ¡Stuart! — el chico continúo su camino ignorando olímpicamente los llamados desesperados de la mujer a sus espaldas, la cual había perdio la compostura, si fuese otra situación, se habría reído de ella — ¡Stuart! —

Finalmente se giró a verla, alzando una de sus manos de donde una esfera de luz salió disparada en su dirección en tan sólo un instante, falló su objetivo al ser detenida por la sub directora del lugar con un certero contraataque, desviandola y enviandola directo a destrozar un peldaño más de la estructura, su ceño se fruncía y era fácil ver la rabia contenida en las facciones maduras de aquella mujer.

— ¿Que es lo que quieres? — exigió saber, con un claro enfado resaltando en su voz, llevaba prisa pues necesitaba irse, tenía que hacerlo ya, había demasiado que procesar, demasiado por lo que luchar y la paciencia se le estaba comenzando a agotar.

— Mira a tu alrededor — pidió ella, bajando considerablemente el tono de su voz, como si quisiese calmarlo, sonaba como alguien que le habla a un cachorro asustado, pero, Stuart no era un cachorro, y mucho menos estaba asustado — Estás haciendo esto por escapar, todas esas perso... —

— ¡Tú lo sabias! — reclamó él interrumpiendola — ¡Tú sabías que yo tenia familia! Sabías perfectamente que yo no pertenecía aquí, y sin embargo nunca me lo dijiste — la señaló, acusándola de absolutamente todo aún si no sabía como tal la verdad, no le importaba y no estaba dispuesto a quedarse a escucharla, no estaba dispuesto a perder más tiempo, mucho menos a retroceder después de todo lo que ya había hecho.

La mujer palideció, negando con la cabeza y mirándole con una incredulidad imposible de disimularse.

— No puede ser... ¿Como... —

— No importa como, ellos están vivos y yo iré a buscarlos — declaró con firmeza, negándose a escuchar una palabra más se dio la vuelta y comenzó a correr lejos de ella.

Julieth Montgomery reaccionó al instante, corriendo tan rápido como pudo para interponerse delante de él joven.

— ¡Tu no puedes hacer eso! — exclamó ella, perdiendo por completo aquel astibo de amabilidad con el que en un principio había intentado calmarle.

Él la empujó, tan fuerte que ella fue a para al suelo con un golpe sordo y fuerte, eso no lo detuvo a él, aun cuando ella se arrastró en su dirección, sin rendirse.

— Si ustedes tres se juntan ¡Será el fin! ¡El fin de todo lo que se conoce! No lo entiendes Stuart pero el hecho de que estés lejos de ellos, es por un bien mayor — explicó la mujer con una desesperación palpable, aun intentando con todo lo que tenía alcanzarle, todo esfuerzo por evitar lo inevitablemente fue nuevamente ignorado, pues Stuart Stilinski desapareció de su vista en un abrir y cerrar de ojos, dejándola con los ojos húmedos y el pánico instalado en el pecho.

Se había terminado...

Todo...

Todo se había terminado.

(...)

Stiles Stilinski.

Ese era el nombre de su hermano de sangre.

Aunque por lo que leyó aquello era solo un mote y el nombre real era de aparente origen polaco, imposible de pronunciar por cierto, después de intentarlo una vez al instante se rindió.

"Mieczyslaw".

¿Quién podía tener el corazón para desgraciar la vida de un inocente chiquillo con un nombre así?

Le hacía pensar y casi jurar que ni su hermano mismo era capaz de pronunciarlo y por eso se había puesto el mote.

Así que Stilinski...

¿Era ese su verdadero apellido?

Era horrendo, no lo va a negar.

Pero da igual si es suyo, suyo de verdad, suyo porque su sangre lo dicta, como la de todos los demás.

Dante se encontraba en el asiento de copiloto, Allison se había decidido a acompañarlo en su búsqueda, cosa que no negará que agradeció internamente, no tenía claro si podía enfrentar tanto él sólo, pero, teniendola a ella a su lado, como siempre había sido, él sentía que de esa manera podía ser capaz de todo.

Ella miraba al frente, manejando con calma y a la velocidad debida.

Él ya llevaba un buen tiempo mirando atentamente la fotografía de aquel chico poseedor del mismo rostro que él.

Había algo en ella, algo que no encajaba...

Su sonrisa.

Se veía demasiado forzada, tanto que no había manera de hacerla pasar por una sincera.

Sintió entonces la mano de aquella a quien quería como a una hermana apoyándose su muslo izquierdo, dando un leve apretón.

— Tranquilo, lo encontraremos — le dijo ella, girando a mirarle tan solo un segundo para regalarle una cálida sonrisa que le brindó un ápice de paz.

Y él sonrió también.

Desde que recuerda, de eso se había tratado siempre su amor.

Un amor de hermanos.

¿Verdad?

Tres Almas [Stiles Stilinski] {Con Keelvin_94} EDITANDO/RESUBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora