CAPITULO 3

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13 ceros. Es símbolo de la muerte. Mi mamá está tirada sin vida en mis brazos, sus manos comienzan a enfriarse y poco a poco se llena el charco de lágrimas en el suelo que se combina con el charco de la lluvia. La calle está oscura, humeda y en completo silencio a no ser por mí. Supongo que cualquiera a 100 metros a la redonda puede escuchar mis gemidos. ¿Y sí hubiese venido por ella hasta su trabajo? Las preguntas comienzan a torturarme. Pensar que hace rato estaba pensando en llevarla a New Greenwich y ahora estoy pensando en llevarla al cementerio.

Me quedo en la oscura calle hasta que los colores del amanecer comienzan a pintar el cielo y la lluvia para. Me levanto y sigo mi camino. De camino al bar me encuentro las  flores maltratadas que le llevaba a mamá y hace que mis ojos rojos vuelvan a llenarse de lágrimas. Tomo un pétalo de las flores y lo guardo en mi bolsillo. En el bar bebo hasta que comienzo a ver borroso a las bailarínas en la pista.

De camino a casa siento que vuelo entre los árboles, las personas se vuelven duendes y los pocos autos van en reversa. Creo que la próxima vez beberé menos. Cuando de pronto siento que tropiezo y caigo en un charco, aparezco en mi cama con la ropa húmeda y la boca seca. Imágenes se tornan fantásticas en mi cabeza, y algunas muy realistas. Comienzo imaginando gente y gente caminando en una calle a una sola dirección, yo corro por mi vida por alguna razón y ahí me encuentro a Mia en la multitud, la niña de los 5 minutos diarios, después saco una barra de tiempo y el número que hay en ella es sorprendente. Un millón de años. ¿Cuánta gente no se beneficiaría con ello?, y ¿qué hace en mis manos?, ¿por qué me persiguen? Mia me pide los 5 minutos y yo, sin vacilar, le doy la barra. —Corre— Le susurro.

Eso es lo último que pasa antes de que los enanos vuelvan y despierte. Lo último que soñé no fue tan fuera de lo normal, algo me dice que yo sí sería capaz de robar tanto tiempo y darselo a los pobres. Me levanto de la cama, me quito la chaqueta y me pongo algo seco. Después salgo de mi casa. Tengo un plan, y todos los de New Greenwich pagarán. Tal vez ahorita debería estar débil por la pérdida, pero la venganza prevalece en estos momentos dentro de mí. No voy a dejar morir a mi mamá y no hacer nada. La plática de Henry me hizo reflexionar, allá en la famosa ciudad New Greenwich tienen todo el tiempo que se les apetece y jamás mueren, en cambio, aquí en el Gueto la gente muere todos los días y a veces apenas logran pagar el servicio de la luz sin morir.

¡Tienen que pagar por lo que han hecho! Han creado un sistema de gobierno muy malo y diferente a nuestro pasado, ahora solo estamos divididos en zonas horarias, entre más lejos esté la zona de New Greenwich, más es la crisis.

—¡Taxi!— Grito.

El taxista para el auto, un poco confundido, nadie en el Gueto tiene el dinero como para andar en taxi. El chofer abre la ventana y pregunta:
—¿Me equivoqué?

Después de enseñarle mi tiempo no volvemos a hablar hasta llegar a la entrada de la zona 12. Un panel pequeño de metal en forma de ancla sale de una parte del auto.

—Deposita un mes— Me dice el taxista. Lo hago, de todos modos, no es tanto. Después de unas zonas más me comienzo a dar cuenta de que poco a poco aumenta de precio la entrada. 2 meses... tres... Ya me doy cuenta por qué nadie de fuera suele ir a New Greenwich. Entre más tarda el recorrido más aumenta mi odio por ellos. Pasando la zona 2 me quedo dormido. Unos baches me despiertan justo cuando sale el panel para pagar.

—Bienvenido a New Greenwich— Dice el chofer. Veo mi reloj y me doy cuenta de que he gastado todo un año desde allá.
—¿Y a qué viene señor?
—Los haré pagar...— Digo, y el chofer no vuelve a preguntar nada, será porque no quiere meterse en lo que no le importa o porque lo dije en voz muy baja como para que escuche.

Me quedo boqueabierto. Edificios de hasta 70 pisos de alto, rodeados de cristal, calles perfectamente lijadas, planas, lisas, limpias, árboles bien cortados, autos por doquier.

—¿Cuál es el hotel más lujoso de aquí?

Bajo del taxi y entro al hotel.

Todos me miran como si fuera de otro mundo, y no los juzgo. Todos están vestidos muy elegante y yo aquí con ropa sucia y gastada del Gueto. Voy directo a la recepción y pido una Suite de lujo. En 2 días no salgo para nada de la habitación, me traen la comida al cuarto, como, veo la tele, duermo, como, veo la tele, duermo... y así por dos días. Hasta que por fin decido salir. Me pongo un pantalón formal de un cajón, (tienen un par de ellos), una camisa de botones casual junto con una corbatita y un saco negro largo. Me la acomodo frente al espejo, y salgo.

Desayuno en la recepción unos Hot Cakes y la mesera me pregunta discreramente:

—Usted no es de por aquí, ¿cierto?
—En serio se nota— Pregunto sarcásticamente, ya que es obvio.
—Lo hace todo demasiado rápido.

Me deja el ticket de compra y se va. No entiendo su última frase: "Lo hace todo demasiado rápido". ¡¿Cuál es su problema?! Todos aquí tienen miles de año ¡¿y se queja de que lo hago demasiado rápido?! A través del cristal, por fuera en las mesas del jardín miro a una chica muy hermosa  comiendo algo púrpura que no alcanzo a distinguir. Cuando su mirada se cruza con la mía se me detiene el corazón, ella solo me mira sin voltear a otro lugar. Detrás de ella hay dos hombres vestidos de negro.

Miro detrás de mi para comprobar que ve y no otra cosa, pero solo hay una escultura de hielo y el ascensor. Después de unos minutos viendola veo estacionarse un auto negro en el estacionamiento detrás de ella. Baja un señor del auto al que reconozco de inmediato y otros más. Son los minuteros.

Me trago el último pedazo de Hot Cake sin masticar, me limpio con una servilleta y me levanto directo al ascensor.

Presiono el botón para subir a mi piso y justo antes de que cierre, un Minutero detiene la puerta del ascensor y entra.

Muchas gracias a todos los que leyeron estos tres Capitulos. Voten y sigan leyendo :)

El Precio del  Mañana: El LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora