CAPITULO 4

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--- Buenos días.
--- Buenos días --- Respondo al Minutero. Me mira de arriba abajo. Debería ya cambiarme de ropa, supongo que no será difícil que me detecten. El Minutero pulsa el botón unos pisos sobre el mío.
--- Estamos buscando a un tal Will Salas, ¿lo conoce? Es acusado de asesinato y robo y suponemos que anda por estos rumbos --- Hace una larga pausa y dice: ---¿Puedo revisar su identificación?
--- Claro --- La piel me arde hasta mis extremos y se me quema el cerebro. ¿Y ahora qué? Meto mi mano en el bolsillo y lo único que encuentro es el ticket del desayuno. ¡Pim! Suena y se abre el ascensor.
--- Oh, lo siento, creo que me están esperando en mi habitación, así que si me disculpa...

Me abro paso al lado de él y me bajo.
--- Suerte con su búsqueda.
--- ¡Alto ahí! --- El Minutero saca un arma y me apunta a la cabeza con ella. El ascensor comienza a cerrarse y lo para con su zapato de piel elegante. Se acerca a mí demasiado hasta que la punta del arma toca la frente y estoy a una bala de la muerte.

--- Oh, un revólver --- Susurro
--- ¿Qué? --- Dice confundido justo antes de arrebatarle el arma y darle una paliza con ella. El hombre se desmaya y lo empujo dentro del ascensor. Me quedo con el arma y dejo que él se vaya a otro piso. Me espero un poco y escucho el grito de una mujer unos pisos arriba. "Qué sorpresita".

--- ¡Un hombre muerto! --- Gritan unos pisos arriba. Me guardo el arma en el bolsillo del pantalón cubriendola con la chaqueta larga. Doy vuelta en el pasillo de adelante y veo un Minutero que viene corriendo hacia mí. Trago saliva y tenso la mano en el arma. Falsa alarma, pasa al lado de mí y se dirige a los gritos. Las próximas horas me espero en la Suite esperando ver desde mi gran ventana que los Minuteros se larguen. Mientras pido una pizza a mi habitación, me pongo un pijama calentito y me la acabo todita.


A las diez de la noche bajo a la recepción por unas píldoras para el dolor de estómago por la pizza que me comí y desde lejos veo un casino con muchas luces.

--- ¿Cualquiera puede entrar? --- Le pregunto a la recepcionista, señalando el casino.
--- Nunca vistiendo así ---.
Volteo hacia abajo, me miro el pijama y sonrío.
--- Gracias por las píldoras --- Tomo el botesito y vuelvo a mi Suite. En no más de 30 minutos estoy abajo de nuevo con un traje super elegante. La recepcionista me ve y dice:

--- Hmmm, ahora sí. Yo creo que así hasta apostaría por usted. Lástima que sólo se gana tiempo en los casinos.
--- O se pierde --- Digo, y me voy.

Me acomodo el moñito brillante, el peinado, y me dirijo al casino. Unos hombres en la entrada me paran y me piden dinero, les doy unos cuantos días, ni siquiera miro el reloj, y entro. Las luces brillantes dañan mi vista. Miro el panorama. Gente borracha, un mesero tropezando y tirando todas las cervezas al suelo, gente apostando todo lo que tienen... incluso veo a un hombre dar su último estirón antes de morir en la mesa, sin tiempo.

El guía me conduce por el casino. Choco el hombro con una mujer esquelética al subir las escaleras, me da miedo, lleva un vestido muy corto blanco con negro y está demasiado maquillada.

--- ¿Qué juega? --- Pregunta el guía.
--- Póker.
--- Hmm --- Hace una breve pausa --- me parece que allí arriba están jugando.
--- ¿Y cuál es el límite?
--- No lo hay --- Me guiñe el ojo y se va.

Hay una mesa amplia con cartas encima y cuatro hombres alrededor sentados. En seguida me uno. El hombre que juega va muy elegante, no parece muy alto de estatura y tiene mucho gel embarrado en la cabeza. Me asusta, por alguna razón se me afigura un muñeco de porcelana. Después de un rato jugando, Phillipe rompe el silencio y se crea un ambiente de tensión.

--- No habíamos tenido el placer de verlo antes señor...
--- Salas --- Interrumpo a porcelana --- Will Salas.
--- Phillipe Weis. Debe tener una fortuna... --- Dice mirando mi reloj intensamente (temo que se derrita). Me mira fijamente y pregunta:

--- ¿No trae escolta, Señor Salas? ---

Miro a los cuatro hombres de alrededor (sus escoltas) y respondo:

--- Supuse que estaba entre amigos.

Porce... digo, Phillipe se ríe mientras que los demás no mueven ninguna extremidad de la cara. Phillipe mira sus cartas y apuesta 50 años.

--- Debe ser jóven --- Dice él --- Cuando tienes 25 años durante 85 como yo sabiendo que un simple acto violento te quita la vida aprendes a apreciar lo que tienes ---

Miro su reloj verde de su brazo y capto lo que dice. Al ver que miro su brazo lo tapa con su manga, no quiere exponerse. 85 años (reales).... es demasiado. Yo apenas tengo 25 y el ya ha cumplido 85, tan lúcido y su piel tan jóven como a los 25. Así es, la gente del pasado moría más o menos a esa edad, y él, a él le quedan milenios de felicidad, claro, si sabe aprovecharlo en un lugar mejor que un casino y como dijo: un simple acto violento puede quitarle la vida igual como sucedió con Henry, el chico que se suicidó en el puente. Henry ya había vivido más de 100 años y estaba cansado de su vida, no lo culpo, si yo hubiese vivído tanto y como él, ya estuviera cansado. Yo me ocuparé de que todos los del Gueto vivan muchísimo como se lo merecen....

--- Entro --- Digo, y pongo otros 50 años en la barra que guarda el tiempo en medio de la mesa. Trago sáliva. La chica hermosa que ví en la tarde antes de que encontrarme con los Minuteros baja unas escaleras con una alfombra muy fina que hay detrás. Lleva puesto un vestido bonito, aunque no me importa mucho su vestimenta, solo ella... Se sienta al lado de Phillipe, frente a mí, y me mira fijamente como hace rato tratando de intimidarme, aunque no lo logra.
Volviendo a la conversación, Phillipe, mirando a la chica dice:
--- Aunque algunos creen que lo que tenemos es injusto --- Joder. Parecen conocerce ---
La chica me sigue observando y después de un tiempo, logra intimidarme. Mientras, porcelana sigue diciéndo estupideces:

--- Aunque, ¿no sería el siguiente paso en la evolución?, siempre sobrevivió el más apto. ¿Eso es injusto? ---

Un pequeño silencio y por fin la chica aparta la mirada de mis ojos y mira a su padre con pena ajena, o con odio...

--- Aún tengo otros dos siglos --- Dice Phillipe mientras pone los 200 años en la barra --- Esto es puro capitalismo Darwiniano... selección natural ---.

Sus palabras me matan, odio la forma de pensar de esta gente, se creen superior a los demás. "Siempre los mejores adaptados han sobrevivido, mientras que los otros... se extinguen".
De una u otra forma acabo poniendo todo, pero absolutamente todo mi tiempo, quedándome tan solo con 29 segundos, 28, 26...

--- Claro, lo fuerte sobrevive --- Digo con voz sarcástica --- Y su brazo es débil.

Phillipe se me queda mirando, asustado, muy asustado, lo que me agrada. 20...19... Me muero cada vez más y Phillipe lo sabe. Después, se le pasa el susto y es más bien una mirada asesina. Pone sus cartas en la mesa. 2 letras Q, una de espada y otra de trébol. 6...5...4...

Después, deslizo mis cartas sobre la mesa. Un 8 de corazones y un 4 de espadas. 3...2...1...

El Precio del  Mañana: El LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora