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Que tan determinados podemos llegara ser al tomar decisiones, que tanta fuerza de voluntad tenemos para seguir nuestros propios ideales?, se han puesto a pensar que pasaría si cada persona fuera un libro abierto y quienes te rodearan pudieran leer lo mejor y lo peor de ti?, aquellas cosas ocultas que haces y dices, las harías realmente si cualquiera pudiera leerlo?, no vinimos a este mundo a ser correctos, ni a ser como el resto quiere que seamos, venimos al mundo a ser felices, y en lo posible a dejar esa huellita por pequeña que parezca...a tomar riesgos, a decir lo que sentimos, a no vivir pensando en lo que otra persona quiere que hagamos...a tomar nuestras propias decisiones y afrontar nuestras propias consecuencias.
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-<< Re....re...... ¿recompensarme?, dijo ¿recompensarme?>> que podría significar eso... recuerdo como mi estómago comenzó a tensarse, sentía que de un momento a otro no tenía apetito, mis manos no me respondían, tanto, que intentando tomar un poco de jugo de naranja pasé a golpear el vaso de Franco tirándolo por accidente sobre el mantel, mojando su panecillo, la servilleta y mezclandolo un poco con el café que se estaba tomando ...en pocas palabras, deje un desastre anaranjado sobre la mesa.- Creo que hay alguien distraída esta mañana.- insinuó Esteban mirando la mesa.
- Lo lamento, no fue mi intención- dije a modo de disculpa mientras miraba a Felipe que aún estaba sonriendo.
- Si, discúlpenme ahora mismo limpio- dije poniéndome de pie.
- No te preocupes, Leticia lo hará, pueden cambiar de puesto para seguir tomando el desayuno- dijo Felipe – Lili, siéntate aquí – me dijo el poniéndose de pie y mostrándome su silla, mire de reojo a Esteban, quien embozo un sonrisa.
- Anda preciosa, no seas tímida Felipe puede cambiar de puesto- dijo Esteban tomando mi taza y poniéndola en el lugar de Felipe, me puse de pie, y me senté en su lugar, podría apostar a que era su puesto desde siempre, pues estaba impregnada la tela a su perfume, dulce, sutil.
Esteban me miro, sonrió y luego su sonrisa se desvaneció, note que miraba sobre mi hombro e instintivamente gire la cabeza para ver como su hermano tomaba mi silla y la arrastraba para sentarse justo a mi lado, quedando entre él y Esteban. <<ok, pensé, esto si es incómodo>> Franco se movió y quedo al otro lado de esteban dejando el desastre que ahora estaba empapado por manteles blancos que Leticia había puesto para secar en jugo derramado, Felipe comía galletas sin acercar el plato a él, a pesar de ser el único que las comía, hasta que note que cada vez que estiraba su brazo para recoger una rozaba mi mano que sujetaba la taza... levante la vista para pillarme con su mirada clavada en mí, ¿acaso no le importaba que los demás notaran cuanto me miraba?, ¿su hermano, el mío, Franco o incluso los empleados?, que dirían entre ellos cuando llegara su Esposa y la conociera, debía guardar un protocolo, uno que claramente no estaba siguiendo, pero si a él no le preocupaba, ¿Por qué debía importarme a mí?, <<¿lealtad femenina, talvez?>> pensó mi yo interior, como sea, no podía caer en este juego, solo sería una más de las chicas que tanto quiere impresionar con sus caros viajes y comodidades, y yo no era así, conmigo se estaba equivocando, baje la vista y me dispuse a terminar mi desayuno, debía escapar de su atractivo, y seducción, él estaba casado y la palabra AMANTE resonaba en mi mente, no, no, no yo no podía hacer algo así, no estaba con mis padres pero tenía clara cuales eran mis valores morales. Termine mi desayuno, me senté derechamente y mire un instante a mi alrededor, Esteban había estado mirando detenidamente mis manos todo el desayuno y ahora apuñalaba con la mirada a Felipe, supe casi enseguida que había notado que rozaba mis manos apropósito...luego miro hacia mis ojos y los entrecerró.
- Marcos si quieren esta tarde podríamos ir a conocer la ciudad, para que conozcan los lugares básicos, farmacias, centro comercial, parques.- pero lo dijo sin quitarme los ojos de encima- si gustan podemos ir después del desayuno, el día esta precioso, sería un desperdicio quedarnos encerrados aquí.
- Por supuesto Esteban, te lo agradeceríamos mucho, ¿Qué opinas Franco?.
- Claro- dijo el con una sonrisa.
- ¿Y tú Lili? – pregunto Marcos ahora mirándome.
- Eh... Si por supuesto- dije forzando una sonrisa, la verdad era que no tenía intención de salir, quería quedarme, y alejarme de todo y de todo, pero no podía negarme.
- Perfecto- dijo Esteban.
- Ya que- dije poniéndome de pie- vamos a salir, iré a arreglarme, espero Esteban que no te moleste si ocupo una vez más tu habitación- le dije intentando sonar lo más dulce posible.
- Pero por supuesto que no- dijo el- avísame cuando estés lista, para poder sacar algunas cosas de la habitación.- cerrando un ojo.
Camine hacia la escalera, y casi corriendo entre en la habitación me recosté en la cama si sin darme cuenta caí en un sueño profundo.
Una sutil caricia me despertó, sin abrir los ojos deje que siguiera la caricia, recorría mi frente, bajaba por mi pómulo y giraba a mi mentón. Poco a poco fui abriendo los ojos, para encontrarme con unos ojos grises frente a mí, Felipe estaba mirándome recostado a mi lado en la cama, ¿Cuánto tiempo llevaba ahí?, ¿En qué momento me había dormido?.
- ¡Dios, disculpa me quede dormida, me arreglo enseguida!- dije sentándome.
- Descuida – dijo él aun recostado- Esteban vino a preguntar si estabas lista y al ver que te habías dormido no quiso despertarte, Marcos pidió que te dejáramos dormir pues esta mañana estabas distraída, así que salieron en silencio para que pudieras descansar.
- Ahh, pero tú sigues aquí, ¿por qué?
- Yo no iba a ir a ese paseo, tenía que trabajar, de hecho pensé que hoy no te vería en todo el día y mi propuesta de esta mañana quedaría en el olvido, pero ya vez como pasan las cosas, cuando Marcos me informo que tú te quedarías, decidí trabajar desde aquí.
- No veo tu computadora- dije con un tono burlón
- Después de un rato vine a ver como estabas, y al verte tan cómoda, no aguante las ganas y me recosté a tu lado.
Lo mire a los ojos y volví a estirarme en la cama a su lado, se levantó un momento un con los ojos clavados en mí, creí por un momento que se iría al ver mi clara intención de seguir recostada, pero se quitó los zapatos, levanto el edredón y se volvió a acostar a mi lado, fue entonces que me di cuenta que yo estaba sin sandalias y tapada, él se acercó a mí y comenzó a acariciar mi cabello.
- ¿tú me quitaste las sandalias?- le pregunte en un tono dulce.
- No iba a dejar que te resfriaras habibati –dijo derrepente...
- Habibati? –pregunté pero el solo sonrió y suspiro, yo subí mi mano hasta llegara su rostro y comencé a acariciarlo, tenía una piel tan lisa y perfecta que parecía casi increíble, era realmente encantado tenerlo tan cerca, de pronto el posó su mano en la mía y beso mi dedo índice , pero yo estaba perdida mirando el anillo en su dedo.
- ¿Porque coqueteas conmigo?
- Porque te gusta que lo haga.
- ¿Y si te dijera que me molesta?
- Tus ojos dicen lo contrario.
- No deberías hacerlo.
- Los deberes no siempre forman parte de lo que queremos hacer.
- ¿y qué quieres hacer ahora?
- Nada que no esté haciendo en este mismo momento – Entrelazo lo dedos con los míos y acomodando la cabeza cerro los ojos, sabía que no debía, estar así junto a el, pero en mi interior no quería hacer nada por detenerlo, por estos minutos, quizá solo por esta vez, quería dejar que el momento me llevara, ya habría tiempo para pensar y alejarme después, así que cerrando los ojos intente relajarme.
Poco a poco sentí que su respiración se acercaba ,sin abrir los ojos sabía que él estaba mirándome y acercándose poco a poco, yo solo respire profundo indicando que sabía exactamente lo que estaba haciendo, sentí como su nariz toco la mía, subí mi mano para pasarla por su cabello aferrándome a su cuello y acariciando su cabello, él puso su mano en mi espalda, trazando pequeños círculos con la yema de sus dedos, entonces abrí los ojos y ahí estaban nuevamente, esos impenetrables ojos grises, que atrapaban... pero no pude, no caí en esa seducción, no podía, él estaba casado y nada de lo que ahora hiciéramos ahora me aria sentir bien después, asi que saque mi mano de su cabella y la puse delicadamente sobre su boca que estaba a pocos centímetros de la mía, el abrió los ojos y frunció un poco el ceño más por sorpresa que por molestia.
- Lo lamento dijo el, fui imprudente, creo que realmente te molesta- su tono de voz era muy suave.
- No puedo hacer nada con un hombre casado Felipe, lo siento no quiero ser una ma......-
- ¿Casado? – Me interrumpió, esta vez con alarma en su voz.
- Tienes un anillo, ese anillo no es precisamente por adornar tus manos- Lo dije un tanto irritada, como se atrevía a negarlo, no tenía derecho a jugar así, era evidente, pero el sin embargo estaba sonriendo, parecía divertido.
- Yo no soy casado habibati.
- ¿Y el anillo?
- No es mío, no realmente, si fuera casado, ¿no crees que mi esposa estaría viviendo aquí?-
- Entonces ¿De quién es?- estaba realmente intrigada, ¿qué hombre usa un anillo de bodas por gusto?
- Es de mi Padre, el nunca lo usaba, no como mi madre almenos, cuando fallecieron y yo me cambie a su cuarto lo encontré su anillo en una cómoda, entonces me lo puse para seguir ordenando la ropa sin detenerme y nunca me lo saqué, poco a poco se me hizo una costumbre y nunca más me lo quite-De todas las explicaciones no podía haberme imaginado esa, sentí una punzada de vergüenza dentro de mí, entonces agregó.
- Entonces ¿Eso era lo que realmente te detuvo habibi?.

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Si fuera por mi.
Novela Juvenil*Si Fuera Por Mi* "¿Dejarías tu vida por conseguir una diferente?" Lili, una chica guapa e inteligente, que a pasado toda su vida en un pequeño pueblo alejado de las grandes tecnologías, donde se rige por lo tradicional , a cumplido veintiún año...