Cenizas

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Sus oídos pitaban y su vista se había vuelto turbia el cuanto Tara dobló aquella esquina. Estaba aturdida, de pie en mitad de la nada. Todo estaba oscuro y sentía un fuerte dolor proveniente de su garganta. Se llevó rápidamente las manos al cuello para palpar si tenía alguna herida, pero lo único que sentía era una sensación de ahogo. De pronto advirtió como si una fuerte ola de agua le ahogara.

Sacó la cabeza del agua.

Aspiró todo el aire que pudo mientras miraba a su alrededor. Intentó moverse pero alguien tenía sus brazos sujetos a la espalda. Estaba de rodilla en el suelo, y ante ella se expandía un enorme cubo lleno de agua. Forcejeó tanto como pudo, pero era imposible deshacerse del agarre.

De nuevo su cabeza fue sumergida a la fuerza en el agua. Una mano impedía que saliera a flote y comenzaba a quedarse sin aire. Las ansias de vivir se apoderaron de su cuerpo, y con una fuerza que llevaba escondida en lo más profundo de su ser consiguió deshacerse de aquel agarre tan férreo y firme. Tomó enormes bocanadas de aire y se dio la vuelta a trompicones para ver al maldito desgraciado que intentaba ahogarla.

Su mundo se tambaleó cuando se encontró de bruces con Cameron, que se había llevado una mano a su nariz ahora sangrante.

—¿Cameron que haces aquí? ¿Q-quién...?

Jadeaba muy confusa, sin embargo un sentimiento de terror y furia la embargó cuando un aullido rebosante de locura llegó a sus oídos.

—Cam hay que salir de aquí —Tara lo tomó de la mano con la intención de salir corriendo de allí antes de que aquel animal que había producido tal sonido los encontrase.

Pero un agudo dolor recorrió su cuerpo. Cameron había tomado mi mano, y la había roto con un solo giro

—¿Qué? —fue lo único que tuvo tiempo a vocalizar antes de que fuera tirada al suelo por un puñetazo que recibió en todo el estómago. Sus ojos verdes parecían de piedra al igual que su rostro. Era como si no le conociera.

—¿Qué haces? —preguntó desesperada al ver cómo sacaba de un bolsillo de su pantalón vaquero una daga de acero. Él se acercó a Tara tanto que apenas los separaban unos centímetros, se acuclilló para estar a la altura de la chica y sujetó su mandíbula para que lo mirase a los ojos fijamente.

—Tara, yo te quiero, lo digo en serio. Pero son negocios —se disculpó casi rozando los labios de Tara.

—¿Qué? —Cameron rió con malicia.

—Al igual que Ayrton y Ben, fui contratado para matarte —explicó tomando ambas manos de Tara para que no pudiera atacarle.

—Pero te conozco desde hace años —murmuró Tara mientras la rabia crecía en su interior.

—Digamos que es... un trabajo a largo plazo.

—¿P-por qué? —no entendía nada. Estaba a punto de desmayarse, pero sentía cómo el frío hierro de la hoja en su cuello y se obligó a sí misma a permanecer despierta—. ¿Para quién trabajas? ¿quién os contrató?

—No puedo decirlo.

—De todas maneras vas a matarme.

—...Se trata de... —Tara no lo dejó acabar su frase. Le dio un cabezazo y corrió hasta la otra punta de la puerta, que estaba cerrada a cal y canto. Pero las paredes parecían débiles. Tara deseaba con todas sus fuerzas saber qué desgraciado buscaba su muerte, pero en aquel momento lo único que buscaba era sobrevivir, fuese como fuera.

Vio cómo Cameron se lanzaba con furia asesina hacia ella, y con un sentimiento de culpa Tara atravesó la pared.

Una nube de polvo interrumpió la batalla. Alex aprovechó el momento para garrar una barra de hierro que se había caído del techo debido al temblor que sacudió la fábrica cuando una de sus paredes se vino abajo.

Saga Exilium: I Almas de jade y ámbar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora