Nueve

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Son las tres de otro día más, un día que es una carga para algunos, una bendición para otros y algo sin importancia para el resto.

-¿Cómo tiene que ser una persona para que quieras estar con ella?

-Pues tiene que estar buena, obviamente, y tener cara bonita, que ya se sabe que hay chicas que tienen cuerpazo y luego no hay quien las mire a los ojos...

-No me refería a eso. -Le corta ella, en absoluto sorprendida por sus palabras.

-Me lo imaginaba. -Contesta Fernando-¿Te refieres a una persona cualquiera? Pues tiene que ser de confianza y hacerme sentir que la vida merece la pena cuando estoy a su lado...

Su voz se va apagando, hasta que decide callarse, amedrentado por la mirada seria y pensativa que le dirige Marina.

-¡No me mires así!¡Me estresa!¿Por qué lo haces? Parece como si hubiera dicho algo que no te esperabas...

-Es que no me imaginaba que dirías eso último... Es bonito pero, ¿de verdad lo piensas? -Se ha asombrado de verdad, no parece alguien que diría eso y le sorprende que se quite su fachada tan pronto.

-Sí, o bueno, por lo menos lo intento. Luego siempre me resulta más fácil estar con gente que no me hace preguntas y que no le importa cómo soy siempre y cuando sepa divertirme...

-Ya, conocer a personas así es muy cómodo, pero desde mi punto de vista no es lo mejor. Míralas. -Dice Marina señalando a tres adolescentes sentadas en el suelo.

Son tres chicas jóvenes: una lleva el pelo corto teñido de azul y piercings en la nariz y luce una bonita sonrisa, otra tiene el pelo castaño lleno de rizos y se ríe a carcajadas, y la última lleva el pelo moreno recogido en dos trenzas, gafas y la expresión de alguien que está con dos de las personas más maravillosas de su mundo. Están sentadas, cada una de una manera diferente, bastante ocultas por el bosque de piernas que las rodea. Y son felices, se nota en sus gestos, sus miradas y su forma de hablar; puede que tengan millones de problemas, pero en ese momento todos están relegados a un segundo plano, eclipsados por la alegría de pasar tiempo juntas en un metro lleno de gente a hora punta de un jueves.

-¿Qué pasa con ellas? -Pregunta Fernando.

-Son tres chicas diferentes en todos los sentido, te das cuenta con sólo mirarlas un segundo; y, sin embargo, ahí están, las tres juntas parece que encajan a la perfección. No se solucionarán los problemas unas a otras y no se verán todos los días, pero se conocen y saben hacer que la vida de las otras merezca la pena. Eso es a lo que todos aspiramos; cuando hacemos amigos buscamos eso, buscamos a alguien que nos haga sentir que merecemos la pena nosotros, que merecen la pena las cosas que hacemos y decimos.
Y esas chicas nos muestran que es posible conseguirlo.

La chica del metroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora