Capítulo 6.

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* * *

El 4 de febrero, tras la última entrevista de Pablo en Canadá, volvimos a Madrid. Al día siguiente debía ir a la prueba de su traje para los Goya, así que después de discutir si nos quedaríamos en su piso o en el mío (yo resulté ganadora), nos tomamos toda la tarde para dormir.

A la mañana siguiente Esperanza pasó por él, y Salma me llamó para que la ayudara en la oficina. Aunque aún estaba de vacaciones, uno de los periodistas se había enfermado y me tocó cubrirlo de urgencia.

—¿Qué les parece si dejan eso y vamos a almorzar? — preguntó Néstor. Había llegado a la revista dos horas después que nosotras y se encerró en su oficina hasta pasado el mediodía.

—Seguro que sí, ya hemos terminado aquí— dijo Salma —¿Vienes Gem?

—Mmm... Dame un momento— dije cogiendo el móvil. Había quedado con Pablo para vernos después de terminar nuestras ocupaciones, pero para mi sorpresa, no había tenido noticias de él en toda la mañana, así que resolví por escribirle.

«Ya he terminado la jornada...

¿Nos vemos?☺»

«Lo siento nena, aún tengo asuntos que atender😩

Te veo en mi piso para la cena, te amo😘»

—¿Y? — preguntó Néstor.

—Creo que si los acompañare— afirmé levantándome a coger mis cosas.

Salimos de la oficina y ya en el auto de Salma nos pusimos en marcha al Chinatown, de camino llamamos a Vani y a Sara que ya estaban de vuelta en la ciudad después de sus vacaciones por Suramérica. Siempre era bueno reunirme con mis amigos.

—¿Y cómo ha ido Canadá Gem? — me preguntó Vani muy emocionada. En cuanto me vio, comenzó a bombardearme con preguntas sobre Pablo.

—Ha estado bien, pues no he podido disfrutar de todo con plenitud, ya sabes, Pablo iba por trabajo— contesté encogiéndome de hombros.

—Pero seguramente te la has pasado de perlas, solo hay que verte— dijo Néstor —estas más radiante de lo que alguna vez te vi.

—Aunque me cueste admitirlo— farfulló Sara que estaba sentada a mi lado —te hace bien estar con el cantantico.

Giré a verla tan sorprendida como Vani, a la cual los ojos estaban a punto de saltarle de la órbita.

—¿Escuché bien? — atiné a preguntar.

—Si— chilló poniendo los ojos en blanco— como dije, me cuesta reconocerlo, pero tengo que hacerlo— respiró hondo como si iba a decir algo que verdaderamente le causara pesar y se soltó a hablar —al principio creí que el cantantico...— Vani le lanzó una mirada fulminante y enseguida rectificó —Pablo; era un hueco como todos esos, pero me ha demostrado que bajo esa mata de pelo rubio hay algo de materia gris... Y si ese seso, embazado en un empaque bonito te hace feliz, pues entonces yo me quedo tranquila.

Su manera rara de decir que estaba de acuerdo con algo era lo que la hacía Sara. Sí; no era una manera convencional de dar el brazo a torcer, ¿pero que le íbamos a hacer? Si así era ella y eso era una de las cosas que me hacía quererla tanto, además de que fuera como una especie de madre protectora para sus amigas; así que sin pensarlo dos veces le di un apretón que la cogió por sorpresa y la dejó sin aire.

—Te aseguro que Pablo me hace muy feliz.

—Más le vale— advirtió ella tratando de contener la risa, mientras los chicos se carcajeaban.

Bésame o Mátame.Where stories live. Discover now