Capítulo 3.

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* * *

Habíamos comprado pasajes para volver a Málaga el miércoles 20 de enero. Algunos días antes, Pablo había llamado a su familia para decirle que no iría a la excursión y así darles la sorpresa.

Nos despertamos muy temprano y luego del desayuno salimos al aeropuerto. Daba gracias a Dios porque Pablo había decidido ponerse un abrigo, gorra y lentes oscuros. No quería terminar perdiendo mi vuelo por el asedio de sus fans, aunque era algo a lo que debía acostumbrarme si planeaba tener una relación larga con él. No era que odiara a sus fanáticos, al contrario, me parecía muy lindo que lo apoyaran tanto y siempre estuvieran tan pendiente de él como él lo estaba de ellos, pero la verdad, nunca me habían gustado las aglomeraciones.

Abordamos al avión sin problemas y casi sin darnos cuenta, ya estábamos aterrizando en Málaga.

Cogimos un taxi y primero fuimos a casa de Pablo para darle la sorpresa a sus padres.

Elena se puso muy contenta al ver que estábamos allí. Pensé que estaba molesta conmigo por la bofetada que le había dado a Pablo en año nuevo, pero, al contrario, me recibió muy cariñosa.

—Eres un ingrato hijo mío— dijo cuándo abrazaba a Pablo — no sabes cómo sufrí cuando me dijiste que no vendrías.

—Quería darles la sorpresa— se excusó él encogiéndose de hombros.

—¿Y tú como estas Gema? — preguntó dándome dos besos.

—Excelente— contesté sonriendo.

—¡Qué bien se les ve juntos! — exclamó dedicándonos una mirada llena de ternura y me hizo sonrojar. Salvador entró al salón en ese momento, seguido por Bruno y Elisa, que le saltaron encima a Pablo.

—¿Cómo estáis enanos? — preguntó él cogiéndolos en brazos.

—Bien tío— contestó Elisa dándole un beso en la mejilla.

—Tío, tenemos un nuevo videojuego ¿jugaras con nosotros? — preguntó Bruno.

—Claro— asintió Pablo.

Mi móvil sonó y me disculpé para ir a coger la llamada. Claudia estaba en la línea.

—Hola Gema ¿no has olvidado que tenemos una cita hoy? ¿Cierto?

La cita...

—Oh, bueno... es que he salido de la ciudad— musité esperando un monumental regaño.

—¿En dónde estás?

—En Benalmádena.

—¿Y qué haces allá? —preguntó poniendo ese tono de psicóloga que ya conocía.

—He venido con Pablo...

—¿Has decidido intentarlo con él?

—Ujum...

Había salido de la casa y comenzaba a caminar por el jardín.

—Bueno Gema, te agendare otra cita en cuanto regreses a la ciudad ¿te parece?

—Vale— asentí.

—Entonces pásala bien, y ya sabes, me puedes llamar cuando quieras. Adiós, cuídate— dijo y luego colgó.

Había olvidado por completo la cita con Claudia. Esas últimas dos semanas, desde que estaba con Pablo, el tiempo se me pasaba volando y hasta llegaba a olvidar que necesitaba a un psicólogo. Pablo tenía la habilidad de hacerme feliz todo el tiempo.

Bésame o Mátame.Where stories live. Discover now