Una luz se apaga, otra luz se prende

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Estaba muy feliz, mi pequeña Diana iba a nacer hoy día, fui lo más rápido posible a la clínica donde estaba Helena y al llegar encuentro a su mamá de Helena sentada, me abrazó y me dijo que hoy nacería mi hija, Helena ya estaba en la sala de partos y a nosotros solo nos quedaba esperar.

Fueron 2 largas horas de espera hasta que el doctor vino y nos dijo que la bebita había nacido, yo me alegré demasiado pero eso no era todo, el doctor luego de eso se disculpó, dijo que habían hecho todo lo posible para salvarla pero al final no pudieron hacer nada... Y es que Helena había muerto en el parto. La sonrisa de mi cara se borró muy rápido, la madre de Helena le empezó a salir lágrimas, yo le dije al doctor con lágrimas en los ojos que no era cierto, como pudo pasar eso si ella siempre se cuidó, si ella antes de llegar a la clínica estaba bien... ¡¿Cómo pudo haber muerto?!... ¡No bromee así conmigo doctor! ¡No es gracioso!

El doctor empezó a explicar que cuando llegó a la sala de partos Helena pujaba y pujaba pero de un momento a otro las cosas empezaron a ir mal. Incluso con los signos vitales normales, Helena comenzó a sentirse mareada, con náuseas y luego se desmayó. Su ritmo cardíaco y la presión arterial se desplomaron y empezó a palidecer.

Yo cada vez con la voz entrecortada y llorando demasiado, le pregunté como pudo pasar eso y el doctor me dijo que...

Helena tenía una embolia de líquido amniótico, que escapó del útero y entró en el torrente sanguíneo cuando rompió fuente. El coágulo fue a su corazón, lo cual causó un paro cardíaco y terminó acabando con su vida... con el bebé aún dentro de su cuerpo. Entonces, comenzó una carrera para salvar al bebé con una cesárea de emergencia.

No podía creer todo lo que me estaba diciendo el doctor, No puedo creer que Helena haya muerto, el mejor día de mi vida se convirtió en una pesadilla, en ese momento lo único que hice fue correr hacia la sala donde estaba Helena y mi hija Diana.

Al llegar a la sala estaba mi hija Diana llorando y Helena echada sin respiración alguna, me acerqué a ella y le empecé a decir con lágrimas en los ojos:

Mira amor... es nuestra pequeña Diana... esta rojita... es llorona como tú... te acuerdas que yo quería llamarla Beatriz pero tu dijiste que ese nombre no te gustaba y diste la idea de Diana... si no despiertas la llamaré Beatriz... así que por favor amor despierta... He... lena... Por favor... abre tus ojos y mira a nuestra pequeña hija... has hecho un buen trabajo...Te amo... y siempre te amaré... Nuestra hija Diana es maravillosa... amor... si tienes una chispa en ti para seguir luchando... continúa... lucha... No me dejes solo... No nos dejes solos... Helena... ¡Helena!

Todo puede cambiar en un díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora