Capítulo 3

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— ¡Jos! —grito—. Deja de hacer eso.

Jos ha comido diez cupcakes y ahora comienza a mordisquear galletas. Han pasado dos semanas desde que él, Bryan y Tom me ayudaron a manejar el café. Dos semanas en las cuales la señora Tere ha faltado a trabajar porque ha estado realmente enferma, Jos se ofreció a ayudarme, por lo tanto estos días lo he tenido conmigo.

Estas últimas semanas empezamos a hablar por WhatsApp, madrugadas y madrugadas hablando sin parar, podía hablar de todo con él. Jos me había comentado que estaba destinado por el momento en Irak, y que aproximadamente estaría un mes más en Washington.

Hoy sábado, solo trabajamos dos horas, aún no hemos abierto y Jos ya se ha comido la mitad de los cupcakes que tenemos que vender.

—Nos estas dejando sin nada para vender.

—Están deliciosos Sam.

—Gracias, me alegra saber que no todo lo que hago en este lugar es un desastre.

Sonríe mientras niega con la cabeza.

— ¿Qué harás después del trabajo? —dice luego de un largo silencio.

—No lo sé.

—Estaba pensando que tal vez podríamos hacer algo—luce inseguro—. ¿Qué dices?

La confusión se arraiga en mi sistema en esos momentos, y de pronto comienzo a preguntarme si la invitación se trata de una cita o no, que es lo que piensa realmente Jos sobre mí. ¿Sera acaso una cita?

— ¿En qué pensabas? —digo finalmente.

—No sé, ir al cine, a comer o por un café.

Suelto una carcajada mientras Jos me dedica una mirada confusa.

—Estas en un café Jos, "Dear John" —hago un ademan con las manos—, y tu pretendes ir a otro café—vuelvo a reír—. Suena lógico eh.

—Que idiota soy—ríe conmigo.

—Además, no me gusta el café.

— ¡¿Estás hablando enserio?! —su sonrisa se ensancha. Asiento—. Sam no te gusta el café, y trabajas en una cafetería. Suena lógico eh—me imita.

—Vamos a comer—digo y la diversión se esfuma.

—Claro. Tendrás que decirme a qué lugar ir, hace tanto que no estoy aquí.

— ¿Siempre estás en Irak?

—Me refiero a que cuando tengo tiempo libre no suelo venir a casa.

—Eso es triste—desvió mi mirada—, tu trabajo se debate entre la vida y la muerte—lo veo de nuevo—. Y tú no vienes a ver a tu familia cuando puedes. La familia es muy importante como para dejarla.

—Tienes toda la razón Samanta—sonríe pero el gesto no toca sus ojos—. Tal vez por eso mi madre comienza a quererte.

Mis cejas se juntan en señal de confusión.

—Ni siquiera me conoce.

—Eso fue lo que yo dije—hace una pausa—. Pero ella cree que tú puedes mantenerme en Washington más tiempo del que yo estaría, para ella eres su ángel.

—Espero poder conocerla—digo porque es cierto, me encantaría conocer a la madre de Jos.

—Yo también lo espero—sonríe.

La mañana transcurre normal. El café vuelve a llenarse de gente justo como la última semana. Jos y yo ahora hacemos un increíble equipo, sacamos la comida a tiempo, los clientes salen satisfechos y todo parece ir de maravilla en la ausencia de la señora Tere. Comienzo a creer que Jos le trae suerte al lugar, porque desde que él apareció para ayudarme hemos recibido más clientes que en los últimos tres años que llevo trabajando aquí.

Recuerda aquel Diciembre|Jos Canela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora