Don't you dare

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Don't you dare

Caminaba fijando por breves segundos la vista en el nublado cielo, adoraba aquel clima, y deseaba intensamente que se largara a llover de una vez por todas. Por su mente se cruzaban varios de los recuerdos de los últimos meses, habían sido sin duda las vacaciones más extrañas que había tenido. Primero, no creía jamás que pasaría tanto tiempo en la casa de sus abuelos; y segundo, jamás pensó que lo conocería a él.

¡Cuánto detestaba su personalidad adolescente! Por supuesto, el chiquillo tenía 15 años y ella ya estaba en sus 17, poca la diferencia, pero en personalidades era totalmente abismante. Él tenía un temperamento corto, fuerte, rudo, ambicioso y determinado, por lo bajo que podía decir. Ella, en realidad no sabía cómo describirse, pero si algo que había cultivado muy bien era la paciencia.

A pesar de que él no era la persona con el carácter más adorable que podía imaginar, en los meses que se conocían le había tomado un cariño extraordinario. Si bien era difícil de tratar, también había logrado pasado momentos divertidos e interesantes a su lado, no todo era gritos y críticas, porque había conocido otro lado del muchachito que quizás pocos estaban al tanto. Sonrió, le era imposible no hacerlo, era todo un laberinto ese chiquillo, pero un laberinto que estaba encantada de perderse desde que le pidió, dejando el orgullo de lado, que compusiera una canción para su performance.

Hazuki Lilly era violinista, había participado en concursos durante su trayectoria escolar, pero más que participar por la victoria, lo hacía porque adoraba los sonidos al pasar el arco por las cuerdas. Había viajado a ciertos países a participar, y había conseguido medallas representando a su nación, y su último concurso hace 3 meses atrás, conoció un patinador en hielo que le llamó mucho la atención: Yuri Plisetsky. Desde la primera vez que lo vio en la pista quedó totalmente fascinada, admitía siempre que no podía despegar sus ojos de él cuando estaba patinando, tenía un ángel que lo caracterizaba.

La casualidad había sido grande, días después de haberlo visto se lo encontró en un pueblo de Rusia, practicando como un demente junto a dos estrictos coaches. Su alocada cabeza inmediatamente decidió quedarse en aquella pista a ver al chiquillo practicar sin ser notada, aunque deseaba presentarse ante ellos. Así que de una u otra manera logró hacerse notar con la única arma que llamaba la atención que tenía; cuando la música de una radio había acabado y el muchachito patinaba para seguir practicando, sin pudor comenzó a tocar los primeras notas que se le venían a la mente, siguiendo apegada a sus movimientos.

"¡Llegué!" se anunció dejando su violín a un costado de la pista. Yuri ya estaba ensayando, iba de un lado a otro dominando sus saltos y siguiendo una coreografía que alguien más había diseñado y una música que ella había compuesto. Sin embargo, era sólo un demo, aún les quedaba grabar la versión final para su canción "Roar"

"¡llegas tarde!" le gritó sin siquiera saludarla, rodó los ojos levemente acostumbrada a ello, pero no le gustaba que le gritase de aquel modo.

"Sí, sí... Mi abuela se sentía m-" se estaba excusando, pero él la cortó en medio de su discurso con una abrupta frase.

"¡No me interesa!" dejó salir, su cabello medianamente tomado ocultaba parte de su rostro, pero logró apreciar en aquellos ojos azulinos-verdosos mucha más irá y desprecio del que le hubiese gustado ver.

Una parte de su pequeño corazón se desprendió, le dolía que la tratase de aquel modo, pero siempre buscaba la manera de sonreír y quitarle la importancia a sus palabras por más crueles que llegasen a ser.  Sintió sus ojos aguarse, pero le dio la espalda al patinador antes de que se diera cuenta, jamás había mostrado debilidad ante su persona, y menos lo haría en aquel momento. Soltó una risita para que él supiese que "no la había herido"

Don't you dare  (Yuri Plisetsky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora