Capítulo 3: Coincidences

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Capítulo 3: Coincidences.

2 meses y medio atrás

Cuando salió del avión caminó directamente para ir a buscar sus maletas, mientras veía diferentes variedades pasar en esperar de la suya, captó un flash hacia aquella sala en que estaba. Volteó para ver de qué se trataba, había un pequeño grupo de chiquillas sosteniendo pancartas en apoyo de Yuri Plisetsky. Extrañada, porque era el mismo nombre del patinador que vio hace un mes atrás en Estados Unidos, observó a todas las personas que buscaban su equipaje. Parado a unos metros suyo, utilizando una chaqueta azul y una capucha negra que contrastaba con su rubio cabello estaba él, indiferente y silencioso.

"Qué coincidencia" pensó por varios minutos sin poder despegar su mirada de tal muchachito, pero luego recordó que él provenía de allí, de Rusia. Cuando menos se lo esperaba él levantó los ojos y la miró dudoso, sus ojos eran de un celestino verdoso sorprendente, jamás había visto unos así. Completamente sonrojada y avergonzada por tan imprudente acción, desvió la mirada nuevamente a la banda transportadora, quería meterse en un agujero ya mismo.

Le hubiese gustado que él la recordara de aquel día en la competencia, pero era prácticamente imposible con tantas caras y personas en un mismo lugar. Para su fortuna, se habían encontrado frente a frente en los pasillos del recinto cuando ya se disponía a irse con Haruki y Nicholas, había sido una situación algo incómoda ya que Yuri parecía estar bastante molesto para encontrones con una chiquilla desconocida. Sin embargo, habían sido breves segundos y hace ya dos semanas.

Cuando por fin apareció su maleta se apresuró a sacarla de la banda para retirarse del aeropuerto y tomar el transfer que acercaría a la casa de sus abuelos. Sintió la necesidad, antes de salir del área de desembarque de voltear para saber si el muchachito se encontraba aún allí, ya que la cantidad de fanáticas y reporteros era algo agobiante, y efectivamente seguía parado esperando que el tumulto se dispersara. Él, bastante perceptivo, la volvió a pillar mirándolo.

Qué frustrante no poder ni siquiera salir del aeropuerto tranquilo volvió a pensar para sí misma dándose nuevamente la razón de porqué no quería una carrera musical conocida, sino por mero amor al arte. Sacó una libreta de notas que guardaba en su mochila y escribió un pequeño mensaje antes de arrancar el trozo de papel. Lo dobló con cuidado y fingiendo seguir buscando otro equipaje pasó por detrás del rubio patinador, dejó con disimulo el papel en una de sus manos y enfiló a salir de aquella gran sala esquivando al tumulto.

Caminó un par de metro lejos de donde estaban los reporteros, pero siguiendo a la vista del patinador, y dejando su maleta y mochila en el piso abrió el estuche de su violín. Afinó con presura las cuerdas, acomodó el arco y sin más que hacer, empezó a tocar la canción de "Piratas del Caribe" totalmente de memoria. No pasó más de un minuto cuando la gente se empezó a reunir a su alrededor, la fanaticada y reporteros que esperaban que saliera Yuri desvió su atención a ella, y paulatinamente todos estuvieron rodeándola. A pesar de estar concentrada tocando el tema, logró captar cómo el jovencito se escabullía con su maleta y mochila en la espalda, no pudo evitar sonreírle al ver que todo había salido bien.

Cuando la canción finalizó varios billetes cayeron en el estuche del violín premiando su presentación, se inclinó levemente agradeciendo la atención y todos, y disculpándose con los guardias que le daban amenazadoras miradas. Tomó todas sus pertenencias y se retiró con una sonrisa enorme plantada en el rostro, había ayudado al muchachito y ganado unos cuantos billetes por simplemente tocar una canción. Seguramente aquella ocasión sería la última vez que lo vería.

"Cuando la música suene, vete."

Las primeras dos semanas en la casa de sus abuelos había sido bastante diferentes, por las mañanas practicaba por un par de horas las partituras que con Haruki se enviaban vía mail, mientras que por la tarde salía a recorrer en bicicleta cada rincón que le recomendaban. Había comido unos bollos estupendos en algunos locales, probado frituras extravagantes y comprado uno que otro recuerdo para su familia de su estadía en aquel país.

Don't you dare  (Yuri Plisetsky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora